viernes, 9 de octubre de 2009

EL DESASTRE PETROLERO CONDUCE AL COLAPSO NACIONAL, FORO “SIGLO XXI”

Venezuela es un petroestado, uno de los más notorios ejemplos de la grave distorsión económica que sufre un país cuando un solo producto apuntala su economía. El petróleo venezolano es producido por menos del 0,5 por ciento de nuestra fuerza de trabajo pero genera el 65 por ciento de nuestros ingresos y el 95 por ciento de nuestras divisas. Esto ha causado una doble perversión: (1), una severa parálisis de la actividad económica, convirtiendo la renta petrolera en la casi única fuente de sustento para la población y, (2), la desviación de mucho de este ingreso para fines populistas y como estrategia de consolidación de poder político, no para mejorar la calidad de vida del pueblo venezolano.

Durante la última década el régimen autoritario de Hugo Chávez ha exacerbado esas perversiones, no sólo porque ha aumentado nuestra dependencia en el monoproducto sino porque ha politizado a Petróleos de Venezuela, lo cual ha causado el grave deterioro de la industria nacional de los hidrocarburos.

En efecto, durante estos diez años se han cometido graves errores en el manejo de la industria petrolera venezolana: (a), el despido de 20.000 técnicos y gerentes de la empresa y su reemplazo por más de cien mil empleados seleccionados con base en una ideología política ; (b), la pérdida de unos 800.000 barriles diarios de producción petrolera desde 1999, debido a la insuficiente inversión y a la mediocre gerencia; (c), el bajo rendimiento de nuestras refinerías resultante de la falta de mantenimiento adecuado, lo cual ha obligado al país a importar gasolinas; (d), la baja de unos 300.000 barriles diarios en los niveles de exportación al mejor cliente de Venezuela, los Estados Unidos, debido al envío de petróleo subsidiado a Cuba y otros países ideológicamente afines al régimen de Hugo Chávez; (e), la utilización de la empresa para propósitos no cónsonos con su misión, tales como la importación y distribución de alimentos, construcción de casas y hasta entrenamiento de atletas; (f), la corrupción imperante a los más altos niveles directivos de la empresa y, (g), el desvío de los ingresos obtenidos por la venta del petróleo para el uso, poco transparente y sin rendición de cuentas, del poder político personificado en Hugo Chávez.

Como resultado de estos desmanes técnicos y administrativos, y de las severas fluctuaciones en el precio internacional del petróleo, el país se encuentra hoy inmerso en una crisis económica. El presupuesto nacional enfrenta en 2009 un déficit equivalente a unos $30.000 millones, brecha financiera difícil de cerrar. Una de las vías utilizadas por el régimen para tratar de hacerlo es el endeudamiento interno y externo, el cual casi se ha cuadruplicado desde que Hugo Chávez llegó al poder. El más reciente endeudamiento es no solo criminal sino anticonstitucional, ya que se han obtenido unos $8 mil millones de China y Rusia para ser pagado con producción petrolera a futuro, lo que constituye una pesada hipoteca sobre las futuras generaciones. El apresuramiento del régimen para lograr ingresos adicionales está llevando a una verdadera subasta de activos petroleros en la Faja del Orinoco, donde importantes yacimientos petroleros se están entregando a empresas rusas sin licitación alguna y sin que los detalles de las negociaciones y convenios sean conocidos por los dueños del recurso, que somos todos los venezolanos.

Esta negociación reciente con Rusia sobre un bloque de la Faja del Orinoco no sólo es una estupidez desde el punto de vista estratégico, ya que los rusos no tienen ni el capital, ni la gerencia, ni la tecnología necesaria para desarrollar el petróleo ultra-pesado de la faja, sino que es anticonstitucional, pues probablemente incluiría la entrega de petróleo a futuro como pago al financiamiento que hipotéticamente darían los rusos para las operaciones en la zona.

Estos abusos cometidos por el actual régimen no sólo han conducido al colapso de la industria petrolera sino que están llevando al país a una crisis social y política de resultados que amenazan ser catastróficos. Las importaciones de los bienes más básicos siguen aumentando, a medida que la producción nacional se estanca; la comida escasea; las fallas eléctricas a nivel nacional se multiplican; las protestas sindicales en las zonas petroleras del Zulia o industriales de Guayana se hacen incontrolables; los estudiantes y otros importantes sectores de la sociedad civil aumentan sus protestas; colegios, hospitales e infraestructura vial están en grave deterioro. La nación ha entrado en el caos debido a una total ausencia de gobernabilidad y de una actitud autista por parte del régimen, el cuál solo piensa en mantenerse en el poder cueste lo que cueste.

Venezuela necesita un cambio urgente de liderazgo político y de gerencia petrolera. El daño que se le ha hecho al país en esta última década es de una dimensión trágica, sólo comparable a los desastres causados por la llamada Guerra Federal durante el Siglo XIX.

FORO “SIGLO XXI”

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