No nos referimos al famoso texto de Lenin sino a lo que se requiere hacer para superar esta etapa de destrucción histórica.
Aquellos que consideran que el régimen actual está destruyendo la democracia y de paso la economía del país deberían pensar con calma y no con la irritación producida por los continuos dislates del Presidente Chávez.
Pensar con calma implica dejar de lado – en la medida de lo posible- las pasiones y evaluar de manera fría y objetiva la realidad política y económica del país. Todas las medidas que, en su pisada del acelerador, ha adoptado Chávez conducen, a mayor o menor plazo, a un colapso social. Como afirma el dicho venezolano la ley se acata pero no se cumple. Y no se cumple no porque sea inconstitucional sino porque en la práctica asegurar su ejecución es una imposibilidad manifiesta.
Lo mismo ocurrirá con la interrupción en el comercio bilateral con Colombia y con los pregonados vientos de guerra. La realidad de los países hermanos, su profunda imbricación social, económica y cultural hacen que aunque así lo deseara la cúpula dirigente venezolana, el pueblo no está dispuesto a acompañarlos en esa aventura.
Lo mismo ocurrirá con la interrupción en el comercio bilateral con Colombia y con los pregonados vientos de guerra. La realidad de los países hermanos, su profunda imbricación social, económica y cultural hacen que aunque así lo deseara la cúpula dirigente venezolana, el pueblo no está dispuesto a acompañarlos en esa aventura.
Por si esto fuera poco el gobierno se verá, muy pronto, obligado a tomar medidas económicas antipopulares y no ha hecho nada para unir a los venezolanos frente a la difícil coyuntura que se les viene encima.
Por ello la oposición, más que proponer soluciones impactantes pero con poca probabilidad de éxito, haría mejor explicándole al pueblo las consecuencias de las nuevas leyes y de la interrupción del comercio con Colombia, y generar una fuerte matriz de opinión que imponga los cambios necesarios para evitar la catástrofe antes de que ocurra.
La mayoría se construye día a día, con la intervención de todos. Pero ésta no se logrará si el pueblo no se convence de que el cambio es necesario para evitar el colapso. No se trata de una lucha de partidos, se trata de que ningún venezolano sensato puede aspirar a lanzarse por el precipicio. Y ésta es la labor que le corresponde a los demócratas, convencer para vencer.
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