Desde hace dos meses, Hugo Chávez ha puesto en marcha la “tercera fase” de su “revolución bolivariana”. Luego de su éxito en el referéndum del 15 de febrero, que le permitirá reelegirse indefinidamente, el presidente venezolano decidió acelerar la Historia. Pero el “socialismo del siglo XXI”, que afirma querer realizar se parece mucho al autoritarismo estatista que, recordando al filósofo y opositor Antonio Pasquali, fracasó en 46 países a lo largo del siglo XX. Las leyes que hizo aprobar a mano alzada por un Parlamento sometido a su voluntad y la persecución que ejerce sobre sus oponentes, electos a través del sufragio universal reducen, cada día un poco más, los espacios democráticos.
El activismo del Sr. Chávez es ante todo “petrolero”, en un país donde el 94% de los ingresos provienen de la venta de crudo. En virtud de una ley que reserva al Estado el control de los hidrocarburos, el gobierno se adjudicó unas cuarenta empresas del sector que operaban en el Lago de Maracaibo, la principal región productora. Algunos días antes, el Sr. Chávez había presidido una ceremonia en el lugar bautizada “batalla naval de independencia”, marcando “la recuperaciòn por el pueblo” de unas 400 embarcaciones, remolcadores y terminales petroleros.
Las instalaciones fueron ocupadas por la armada y los bienes expropiados y transferidos a la estatal Pdvsa, la cual deberá absorber 8000 nuevos trabajadores. El precio del barril venezolano está sobre los 40$, en lugar de los 60$ previstos en el Presupuesto. Según la OPEP la producción es inferior al 30% de la cifra oficial. Una especie de Estado dentro del Estado, Pdvsa es el proveedor de fondos del “chavismo”. Sus fondos financian la política social del régimen, los médicos cubanos, desde la alfabetización de adultos hasta el consumo de gasolina, que es casi gratuita.
La deuda con sus proveedores ya supera los 7 millardos de dólares. Algunas empresas extranjeras, sin cobrar desde hace largos meses, amenazan con cesar actividades. Expropiándolas, el Estado evita los reembolsos. Las indemnizarán un día, tal vez, cuando y como a él le parezca, pues la nueva legislación prohibe a los despojados recurrir al arbitraje internacional. La última palabra pertenece a los tribunales venezolanos, a las órdenes del régimen.
De esta manera, el Sr. Chávez va a un ritmo cada vez más rápido a la estatización de la economía. Hasta el momento, ha tomado la electricidad, las telecomunicaciones, la industria del acero, un gran banco y la industria cementera. Ha circunscrito a las compañías extranjeras a convertirse en accionistas minoritarios en la exploración y producción de petróleo en la faja del Orinoco.
“Transición hacia el capitalismo de Estado”
El gobierno venezolano rechaza este término al que encuentra ofensivo. “Nosotros vamos a enterrar el capitalismo!”, anuncia el Sr. Chávez. ¿Será Venezuela el primer país en conciliar, socialismo, eficiencia y libertad? “El resto de los países ha fracasado, responde el economista Jesús Faría, porque jamás han aplicado un verdadero programa socialista”. Acudiendo a un lenguaje neomarxista, donde se habla de “propiedad social” y “hombre nuevo”, el Sr. Chávez establece una cadena de equivalencias: gobierno=Estado=sociedad=pueblo. Más allá de este cómodo y corto circuito, su modelo económico no impacta ni por su éxito ni por su originalidad. Basta dar un vistazo a La Habana y otro a Moscú. Pero Chávez continúa inspirado: “América Latina será lo que Rusia no pudo ser”, predijo en el 2005. Su ministro de finanza, Alí Rodríguez, declaraba recientemente: “En Venezuela resurge el sueño de la Unión Soviética”.
Cada vez más centralizado y militarizado, el régimen acosa a sus opositores. “Son todos unos bandidos!” exclama el Sr. Chávez. El alcalde de Maracaibo, Manuel Rosales, habiendo tenido que escoger entre la cárcel o el exilio, se refugió en Perú. El de Caracas, Antonio Ledezma, no ha podido entrar en funciones desde que fue electo, pues las turbas ocuparon sus oficinas; una ley lo despojó de sus poderes y de su presupuesto. Los gobernadores de Estado fueron privados de los ingresos que aportaban puertos y aeropuertos.
Apenas expresan la menor crítica, los “camaradas” se convierten en “traidores”, como el general Raúl Baduel, ex ministro de la defensa, encarcelado desde principios de abril. Los medios privados están en al mira del régimen.
Dos años después de prohibir la señal abierta de la Mass antigua cadena de televisión, RCTV, el Sr. Chávez amenaza con lo mismo a otra, Globovisión. Para contener el “terrorismo mediático” de los canales de oposición, el Sr. Chávez dispone de su interminable programa dominical “Aló Presidente”. Encadena los medios en prime time, sin control, en virtud de que dispone de las antenas de las cuales usa y abusa: en total, más de 2.800 horas de presencia televisada en 10 años.
Todo esto inquieta a la Iglesia, para la cual “la democracia está en peligro”. En respuesta, el Sr. Chávez fustiga a “esos obispos imprudentes” que defienden “a la escoria”. Está convencido del derecho que lo asiste al encarnar, el solo, la revolución que puso en marcha. Pero el campeón del socialismo bolivariano tolera, cada vez menos, la contrariedad.-
ACTUALIDAD VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, MOVIMIENTO REPUBLICANO MR, REPUBLICANO, DEMOCRACIA, LIBERAL, POLÍTICA, INTERNACIONAL
El activismo del Sr. Chávez es ante todo “petrolero”, en un país donde el 94% de los ingresos provienen de la venta de crudo. En virtud de una ley que reserva al Estado el control de los hidrocarburos, el gobierno se adjudicó unas cuarenta empresas del sector que operaban en el Lago de Maracaibo, la principal región productora. Algunos días antes, el Sr. Chávez había presidido una ceremonia en el lugar bautizada “batalla naval de independencia”, marcando “la recuperaciòn por el pueblo” de unas 400 embarcaciones, remolcadores y terminales petroleros.
Las instalaciones fueron ocupadas por la armada y los bienes expropiados y transferidos a la estatal Pdvsa, la cual deberá absorber 8000 nuevos trabajadores. El precio del barril venezolano está sobre los 40$, en lugar de los 60$ previstos en el Presupuesto. Según la OPEP la producción es inferior al 30% de la cifra oficial. Una especie de Estado dentro del Estado, Pdvsa es el proveedor de fondos del “chavismo”. Sus fondos financian la política social del régimen, los médicos cubanos, desde la alfabetización de adultos hasta el consumo de gasolina, que es casi gratuita.
La deuda con sus proveedores ya supera los 7 millardos de dólares. Algunas empresas extranjeras, sin cobrar desde hace largos meses, amenazan con cesar actividades. Expropiándolas, el Estado evita los reembolsos. Las indemnizarán un día, tal vez, cuando y como a él le parezca, pues la nueva legislación prohibe a los despojados recurrir al arbitraje internacional. La última palabra pertenece a los tribunales venezolanos, a las órdenes del régimen.
De esta manera, el Sr. Chávez va a un ritmo cada vez más rápido a la estatización de la economía. Hasta el momento, ha tomado la electricidad, las telecomunicaciones, la industria del acero, un gran banco y la industria cementera. Ha circunscrito a las compañías extranjeras a convertirse en accionistas minoritarios en la exploración y producción de petróleo en la faja del Orinoco.
“Transición hacia el capitalismo de Estado”
El gobierno venezolano rechaza este término al que encuentra ofensivo. “Nosotros vamos a enterrar el capitalismo!”, anuncia el Sr. Chávez. ¿Será Venezuela el primer país en conciliar, socialismo, eficiencia y libertad? “El resto de los países ha fracasado, responde el economista Jesús Faría, porque jamás han aplicado un verdadero programa socialista”. Acudiendo a un lenguaje neomarxista, donde se habla de “propiedad social” y “hombre nuevo”, el Sr. Chávez establece una cadena de equivalencias: gobierno=Estado=sociedad=pueblo. Más allá de este cómodo y corto circuito, su modelo económico no impacta ni por su éxito ni por su originalidad. Basta dar un vistazo a La Habana y otro a Moscú. Pero Chávez continúa inspirado: “América Latina será lo que Rusia no pudo ser”, predijo en el 2005. Su ministro de finanza, Alí Rodríguez, declaraba recientemente: “En Venezuela resurge el sueño de la Unión Soviética”.
Cada vez más centralizado y militarizado, el régimen acosa a sus opositores. “Son todos unos bandidos!” exclama el Sr. Chávez. El alcalde de Maracaibo, Manuel Rosales, habiendo tenido que escoger entre la cárcel o el exilio, se refugió en Perú. El de Caracas, Antonio Ledezma, no ha podido entrar en funciones desde que fue electo, pues las turbas ocuparon sus oficinas; una ley lo despojó de sus poderes y de su presupuesto. Los gobernadores de Estado fueron privados de los ingresos que aportaban puertos y aeropuertos.
Apenas expresan la menor crítica, los “camaradas” se convierten en “traidores”, como el general Raúl Baduel, ex ministro de la defensa, encarcelado desde principios de abril. Los medios privados están en al mira del régimen.
Dos años después de prohibir la señal abierta de la Mass antigua cadena de televisión, RCTV, el Sr. Chávez amenaza con lo mismo a otra, Globovisión. Para contener el “terrorismo mediático” de los canales de oposición, el Sr. Chávez dispone de su interminable programa dominical “Aló Presidente”. Encadena los medios en prime time, sin control, en virtud de que dispone de las antenas de las cuales usa y abusa: en total, más de 2.800 horas de presencia televisada en 10 años.
Todo esto inquieta a la Iglesia, para la cual “la democracia está en peligro”. En respuesta, el Sr. Chávez fustiga a “esos obispos imprudentes” que defienden “a la escoria”. Está convencido del derecho que lo asiste al encarnar, el solo, la revolución que puso en marcha. Pero el campeón del socialismo bolivariano tolera, cada vez menos, la contrariedad.-
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