El artículo104 de la Constitución aprobada por la Asamblea Constituyente de 1953 (producto del fraude del 30 de noviembre de 1952), establecía: “El Presidente de la República será elegido por votación universal, directa y secreta con tres meses de anticipación, por lo menos, al 19 de abril de ese año en que comienza el período constitucional, en la fecha en que determine el Congreso Nacional”.
Pérez Jiménez debía abordar el asunto a mediados de 1957. En el país había una sensación de bonanza y progreso. El régimen del Nuevo Ideal Nacional se contraponía a la malograda experiencia democrática de 1945-48.
Caracas cambiaba de fisonomía a un ritmo enloquecido.
Pero la censura de prensa era rígida e invulnerable. Las dirigencias de los partidos permanecían en el exilio, en las cárceles o eran perseguidas por la Seguridad Nacional.
No obstante, si entonces se hubiera recurrido a las encuestas el dictador hubiera tenido la primera opción.
Pérez Jiménez no creía en los políticos ni en el juego democrático. Por eso tejió la conspiración de 1948 contra Gallegos y propició el desconocimiento de la voluntad popular del 52. Además, se apoyaba en un argumento aparentemente sólido: hacía falta más tiempo para consolidar la “transformación del medio físico”.
Laureano Vallenilla Lanz y Rafael Pinzón asoman la receta bonapartista del plebiscito. Pérez Jiménez la acoge.
Se convoca la consulta para el 15 de diciembre. Se trataba de una mascarada para perpetuarse en el poder. Los resultados les fueron favorables. El 20 es proclamado para un nuevo período. Hay euforia y alegría en Miraflores.
Sin embargo, ese año la Iglesia había condenado las políticas sociales del régimen y desde el 21 de noviembre los estudiantes universitarios estaban en las calles. La Junta Patriótica y la prensa llaman a derrocar el continuismo. El Primero de enero de 1958 se rebela la joven oficialidad de la aviación en Maracay. La sublevación es aplastada pero la chispa de la rebeldía se torna inextinguible. Se pronuncia la Armada en La Guaira y el alto mando militar en la voz del general Rómulo Fernández. Salen Vallenilla y Pedro Estrada del gobierno. Se declara la huelga general el día 21, y en la madrugada del 23 (hoy se recuerdan 51 años) Pérez Jiménez abandona el país.
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