*EDITORIAL ANALÍTICA: “LA CONSAGRACIÓN DEL MILITARISMO”
Martes, 15 de enero de 2008
El reciente cambio de gabinete del Presidente Chávez apunta a una solidificación del control militar sobre el gabinete ejecutivo. Ahora, prácticamente todos los ministerios de mayor relevancia, con la excepción del de relaciones exteriores, están en manos de miembros de las fuerza armadas. Empezando por el coronel Carrizález vicepresidente de la República, el ministro de relaciones interiores y justicia , capitán de navío Rodríguez Chacín, el ministro de finanzas teniente Rafael Isea, el ministro de la defensa general Rangel Briceño, el ministro de la secretaría de la presidencia, teniente Jessie Chacón, así como los ministros de alimentación, de vivienda, y de salud. Este número se incrementaría considerablemente si agregáramos otros altos puestos en la administración centralizada y descentralizada.
No tiene, de por sí, nada de malo que oficiales retirados o activos ejerzan funciones públicas. El problema reside cuando el poder lo detenta una cúpula militar acostumbrada a mandar y obedecer y pretenda que el resto de la sociedad deba comportarse de igual manera. Además de no tener necesariamente la misma visión de los civiles en cuanto al alcance y participación del colectivo en las funciones inherentes al mejor manejo del estado.
La visión de un centralismo exacerbado como forma de dirección de los asuntos del estado va en dirección contraria al logro de la sociedad civil de lograr una mayor descentralización de la función pública. La obediencia es una condición esencial de las fuerzas armadas mientras que la sociedad civil vive y prospera en un ambiente de diálogo y confrontación de ideas. Pero esto podría subsanarse si no existiera una visión única y excluyente del destino de nuestra nación por parte del presidente de la República y comandante supremo de la fuerza armada al cual le deben obediencia los militares.
Una sociedad basada en estas premisas tienen que a la larga chocar con las legítimas aspiraciones de la mayoría de los venezolanos que aspiran a una sociedad en la que puedan no sólo expresar sus ideas sino encontrar formas de gobierno mas cercanas a ellos en la que la responsabilidad en la gestión de los asuntos públicos sea la norma en vez de la excepción.
Martes, 15 de enero de 2008
El reciente cambio de gabinete del Presidente Chávez apunta a una solidificación del control militar sobre el gabinete ejecutivo. Ahora, prácticamente todos los ministerios de mayor relevancia, con la excepción del de relaciones exteriores, están en manos de miembros de las fuerza armadas. Empezando por el coronel Carrizález vicepresidente de la República, el ministro de relaciones interiores y justicia , capitán de navío Rodríguez Chacín, el ministro de finanzas teniente Rafael Isea, el ministro de la defensa general Rangel Briceño, el ministro de la secretaría de la presidencia, teniente Jessie Chacón, así como los ministros de alimentación, de vivienda, y de salud. Este número se incrementaría considerablemente si agregáramos otros altos puestos en la administración centralizada y descentralizada.
No tiene, de por sí, nada de malo que oficiales retirados o activos ejerzan funciones públicas. El problema reside cuando el poder lo detenta una cúpula militar acostumbrada a mandar y obedecer y pretenda que el resto de la sociedad deba comportarse de igual manera. Además de no tener necesariamente la misma visión de los civiles en cuanto al alcance y participación del colectivo en las funciones inherentes al mejor manejo del estado.
La visión de un centralismo exacerbado como forma de dirección de los asuntos del estado va en dirección contraria al logro de la sociedad civil de lograr una mayor descentralización de la función pública. La obediencia es una condición esencial de las fuerzas armadas mientras que la sociedad civil vive y prospera en un ambiente de diálogo y confrontación de ideas. Pero esto podría subsanarse si no existiera una visión única y excluyente del destino de nuestra nación por parte del presidente de la República y comandante supremo de la fuerza armada al cual le deben obediencia los militares.
Una sociedad basada en estas premisas tienen que a la larga chocar con las legítimas aspiraciones de la mayoría de los venezolanos que aspiran a una sociedad en la que puedan no sólo expresar sus ideas sino encontrar formas de gobierno mas cercanas a ellos en la que la responsabilidad en la gestión de los asuntos públicos sea la norma en vez de la excepción.