* ORLANDO OCHOA ESCRIBE PARA ASERNE EN VENEZUELA: “BREVE ANÁLISIS DEL PSUV”
No hay chavista informado que no esté conciente que la revolución se ha corrompido hasta lo más profundo y que bajo el consabido razonamiento político, al igual que antes, se niega, esconde, y de hecho, se protege al corrupto “importante”. La moral no es un punto fuerte del nuevo PSUV ni tampoco lo es la economía. Debe ser el único partido socialista de este tiempo que avala sin críticas, las políticas gubernamentales que empobrecen con alta inflación y generan grandes distorsiones económicas que desincentivan la producción.
Luego aplauden gastar miles de millones de dólares en tratar de atenuar las consecuencias sociales, sin importar el daño estructural a la economía venezolana. Finalmente, acusan al imperio de ser la causa de los problemas.
Mientras en Brasil bajo un gobierno socialista moderno se desarrollan grandes empresas de energía, minerales y alimentos a escala mundial, guiadas por el capital privado y políticas de estado, en Venezuela el chavismo estatiza empresas privadas que llama estratégicas, las cuales junto a viejas empresas estatales corrompidas y deterioradas por sus jefes civiles o militares y empresas comunales (que sólo buscan su cuota en la repartición del dinero petrolero) promete “cambiar” el destino económico de Venezuela. Al declive productivo y robo en Pdvsa y en empresas de aluminio, se unen las mediocres prácticas gerenciales e ideológicas observables en Cantv y Electricidad de Caracas, a ser seguidas pronto en cementeras, Sidor y otras por estatizar. Las deudas, obsolescencia tecnológica y pasivos ambientales quedarán para ser pagados por los venezolanos en el futuro. El presidente Chávez ni siquiera ha tomado precauciones para evitar que militares e integrantes del PSUV puedan extender sus redes particulares a las nuevas empresas estatales “socialistas” para explotarlas, como a otras, con turbios y costosos negociados.
El PSUV sin interés real en la moral política, con una evidente pobreza intelectual y el apoyo al despilfarro del dinero petrolero no ofrece nada nuevo. Quizás es por eso que intelectuales de izquierda en América Latina se niegan a aceptar que el chavismo sea un movimiento socialista y lo identifiquen con populismo, incluso fascista. Sin embargo, Alí Rodríguez, uno de los responsables de este camino del partido, dice que “hay temor internacional al replanteamiento del socialismo en Venezuela”.
Mientras en Brasil bajo un gobierno socialista moderno se desarrollan grandes empresas de energía, minerales y alimentos a escala mundial, guiadas por el capital privado y políticas de estado, en Venezuela el chavismo estatiza empresas privadas que llama estratégicas, las cuales junto a viejas empresas estatales corrompidas y deterioradas por sus jefes civiles o militares y empresas comunales (que sólo buscan su cuota en la repartición del dinero petrolero) promete “cambiar” el destino económico de Venezuela. Al declive productivo y robo en Pdvsa y en empresas de aluminio, se unen las mediocres prácticas gerenciales e ideológicas observables en Cantv y Electricidad de Caracas, a ser seguidas pronto en cementeras, Sidor y otras por estatizar. Las deudas, obsolescencia tecnológica y pasivos ambientales quedarán para ser pagados por los venezolanos en el futuro. El presidente Chávez ni siquiera ha tomado precauciones para evitar que militares e integrantes del PSUV puedan extender sus redes particulares a las nuevas empresas estatales “socialistas” para explotarlas, como a otras, con turbios y costosos negociados.
El PSUV sin interés real en la moral política, con una evidente pobreza intelectual y el apoyo al despilfarro del dinero petrolero no ofrece nada nuevo. Quizás es por eso que intelectuales de izquierda en América Latina se niegan a aceptar que el chavismo sea un movimiento socialista y lo identifiquen con populismo, incluso fascista. Sin embargo, Alí Rodríguez, uno de los responsables de este camino del partido, dice que “hay temor internacional al replanteamiento del socialismo en Venezuela”.
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