*ENTREVISTA OVIDIO PÉREZ MORALES, PRESIDENTE DEL CONCILIO PLENARIO VENEZOLANO: "DEBEMOS DENUNCIAR LAS OFENSAS CONTRA LA DIGNIDAD"
Monseñor Pérez Morales advierte que la Iglesia sólo pide que se haga cumplir la Ley de Educación en cuanto a la libertad de enseñanza religiosa (G.Bandres)
"La cultura y los valores del pueblo católico venezolano deben reflejarse en el discurso de los gobernantes"
ROBERTO GIUSTI
EL UNIVERSAL
Si Ovidio Pérez Morales ingresó al Seminario a los veinte años, su carrera dentro de la Iglesia, intensa y compleja, compensó esa vocación un tanto tardía. Tachirense de origen y caraqueño de adopción, doctor en Teología, educador y pastor de almas, a sus 76 años se conserva activo y crítico desde la presidencia del Concilio Plenario de Venezuela, persuadido de que la Iglesia no puede callar cuando lo que está en juego es la dignidad de los venezolanos y su derecho a escoger la educación que quieren para sus hijos.
-¿No se ha producido en los últimos años una suerte de regreso a los orígenes religiosos, no sólo en la Iglesia Católica, que testimonia en la gente la necesidad de creer?
-Con el fenómeno de la globalización también se han acentuado tendencias como las del secularismo. Pero paralelamente se registra una recuperación de la vida espiritual porque, al fin y al cabo, no sólo de pan vive el hombre. Mucha gente ha percibido que con el progreso de la ciencia y la tecnología y la apertura de nuevos frentes en los órdenes económico y social, se resuelven problemas parciales, pero sigue pendiente el tema fundamental, el de la propia existencia y su destino individual y colectivo. El ser humano no sólo está hecho para el espacio y tiempo que ocupa temporalmente, sino para la trascendencia.
-En ese contexto donde ciencia y tecnología han ido desplazando a la fe, a través de sus descubrimientos, ¿no resulta cada vez más difícil creer en la trascendencia, vale decir, en la vida eterna?
-Indudablemente que ese es un problema serio. El Papa actual ha reflexionado mucho sobre el relativismo moral, el secularismo y la marginación de Dios, pero el hombre conserva no sólo su condición de fragilidad y de limitaciones, sino también de lucha interna que lo divide y lo separa de los demás. La respuesta al sentido de la vida no se supera con medios técno-científicos porque se trata de un problema existencial, filosófico y en última instancia teológico de relación con Dios y los demás en un plano distinto.
-Sin embargo, el abate Pierre, fundador en Francia de de la Asociación de Caridad Traperos de Emaús, confesaba, antes de su muerte, que lo asaltaba la angustia ante un Dios que no parece tan misericordioso como lo pregonan lasEscrituras, tomando en cuenta las atrocidades que ocurren en el mundo.
-Ese es un problema secular y milenario. Es el cruce entre las sombras y la luz, entre el bien y el mal, entre el acercamiento a Dios y el pecado. Eso nos ocurre a todos y en el discurrir la luz será definitiva al final de los tiempos. Es decir, cuando el Señor regrese. Mientras tanto, vivimos en este drama y la venida de Cristo, quien aparece como liberador y unificador de la humanidad, dándole una nueva esperanza, no soluciona los problemas y tragedias cotidianas.
-Eso parece evidente.
Pero sí llama a superar esos problemas a través de la fe, la esperanza y el compromiso, porque Jesús murió en la cruz por amor a los hombres y llamando a todos a la solidaridad, la compasión, la fraternidad. Jesús, ya resucitado, no muere más, no sufre más. Está en la gloria del Padre. Pero al mismo tiempo del reconocimiento de su Divinidad y del amor de Dios por los hombres, que les dio su hijo, éste vino para que aprendamos en él a asumir el drama de la vida e ir al encuentro de los más necesitados. Jesús es la representación de la tragedia humana.
Por eso el acercamiento al Nazareno es el acercamiento al prójimo en amor, sensibilidad, respeto, fraternidad, perdón y reconciliación para construir una sociedad que no sea una jaula de fieras.
-Ese regreso de Cristo, ¿es una metáfora?
-Es una promesa firme y todas las misas lo recuerdan. Por eso San Pablo escribe a los corintios que la Eucaristía, la cena del Señor, debe celebrarse hasta que él vuelva.
-¿Cómo se imagina usted la llegada de Cristo a la Tierra?
-Sobre eso las escrituras no entran en muchos detalles. Sí habla de la llegada del reino en su plenitud, del cumplimiento de las promesas. Y hay un texto, al final de la escritura, el libro del Apocalipsis, que se refiere a esta Jerusalén celestial que viene del cielo, la ciudad donde no habrá más lágrimas ni dolor ni muerte ni necesidad de lámparas porque será el mismo Dios quien nos alumbre. Es decir, el cielo y la tierra nuevos, la promesa del Señor. Por eso debemos ser discípulos del señor en su entrega a Dios y a los demás, inspiración para un compromiso de solidaridad, amor y respeto, sobre todo con los más necesitados.
-¿Mas allá de la discusión sobre el sentido de la existencia, ¿el retorno a la religión no tiene que ver con la necesidad de reencontrase con unos valores morales y principios de vida que se fueron disipando en eso que usted llama relativismo moral?
-Bolívar dijo que sin la conciencia de la religión, la moral carece de base. Sin un apoyo trascedente con Dios, el hombre se pierde en el subjetivismo, cada quien establece sus propios principios éticos y caemos en la anarquía moral. ¿Qué cree usted que hay luego de que a uno le echen tierra encima? ¿desaparece de la geografía, de la historia y del cosmos? ¿o ahí hay un principio de vida inmortal? Pues tenemos una promesa firme de inmortalidad.
-Y, sin embargo, a nadie le gusta morirse, cuando debería estar feliz de entrar a la felicidad eterna.
-San Pablo dice: "Deseo disolverme para estar con el Señor". Pero al mismo tiempo él sentía la responsabilidad de evangelizar en la tierra, de llevar el mensaje de Dios. vivía esa contradicción. Claro, lo definitivo en él era su aspiración de estar siempre con el Señor.
-Cuando el Concilio Vaticano resuelve que la Iglesia regrese a sus orígenes y se dedique a la lucha por los derechos humanos tanto como por la conquista del reino de los cielos ¿No entra la Iglesia en una fase en la cual resulta imposible definir los límites entre su misión evangelizadora y la política?
-¿Dónde termina lo espiritual y dónde comienza lo material? En la Escritura aparece un cruce donde no se puede cortar entre ambos elementos. Como no se puede separar el amor a Dios del amor al prójimo. San Juan dice que nadie puede amar a Dios, a quien no ve, si no ama al prójimo, a quien ve. Amar al prójimo es amar a Dios.
-¿Cuando uno odia al prójimo odia a Dios?
-Contemplar en estos días santos el rostro de Jesús, cargando con la tragedia del hombre, es contemplar el rostro del prójimo y sobre todo del más necesitado.
-Siendo un líder espiritual, el Dalai Lama se ha convertido en símbolo de la lucha de los tibetanos por su liberación y por tanto en una referencia política.
-Movimiento político de liberación siempre y cuando no se confunda eso con un partido. Hay principios y valores que deben esgrimirse, como denuncia, en nombre de la dignidad humana porque herirla es herir a Dios. La persona es imagen y semejanza de Dios y atacar esa imagen es atentar contra Dios mismo.
-¿Atenta Chávez contra Dios?
-La relación, la cultura y los valores de este pueblo católico deben reflejarse en el pensamiento y en el proyecto político de los gobernantes.
giustir@cantv.net
Monseñor Pérez Morales advierte que la Iglesia sólo pide que se haga cumplir la Ley de Educación en cuanto a la libertad de enseñanza religiosa (G.Bandres)
"La cultura y los valores del pueblo católico venezolano deben reflejarse en el discurso de los gobernantes"
ROBERTO GIUSTI
EL UNIVERSAL
Si Ovidio Pérez Morales ingresó al Seminario a los veinte años, su carrera dentro de la Iglesia, intensa y compleja, compensó esa vocación un tanto tardía. Tachirense de origen y caraqueño de adopción, doctor en Teología, educador y pastor de almas, a sus 76 años se conserva activo y crítico desde la presidencia del Concilio Plenario de Venezuela, persuadido de que la Iglesia no puede callar cuando lo que está en juego es la dignidad de los venezolanos y su derecho a escoger la educación que quieren para sus hijos.
-¿No se ha producido en los últimos años una suerte de regreso a los orígenes religiosos, no sólo en la Iglesia Católica, que testimonia en la gente la necesidad de creer?
-Con el fenómeno de la globalización también se han acentuado tendencias como las del secularismo. Pero paralelamente se registra una recuperación de la vida espiritual porque, al fin y al cabo, no sólo de pan vive el hombre. Mucha gente ha percibido que con el progreso de la ciencia y la tecnología y la apertura de nuevos frentes en los órdenes económico y social, se resuelven problemas parciales, pero sigue pendiente el tema fundamental, el de la propia existencia y su destino individual y colectivo. El ser humano no sólo está hecho para el espacio y tiempo que ocupa temporalmente, sino para la trascendencia.
-En ese contexto donde ciencia y tecnología han ido desplazando a la fe, a través de sus descubrimientos, ¿no resulta cada vez más difícil creer en la trascendencia, vale decir, en la vida eterna?
-Indudablemente que ese es un problema serio. El Papa actual ha reflexionado mucho sobre el relativismo moral, el secularismo y la marginación de Dios, pero el hombre conserva no sólo su condición de fragilidad y de limitaciones, sino también de lucha interna que lo divide y lo separa de los demás. La respuesta al sentido de la vida no se supera con medios técno-científicos porque se trata de un problema existencial, filosófico y en última instancia teológico de relación con Dios y los demás en un plano distinto.
-Sin embargo, el abate Pierre, fundador en Francia de de la Asociación de Caridad Traperos de Emaús, confesaba, antes de su muerte, que lo asaltaba la angustia ante un Dios que no parece tan misericordioso como lo pregonan lasEscrituras, tomando en cuenta las atrocidades que ocurren en el mundo.
-Ese es un problema secular y milenario. Es el cruce entre las sombras y la luz, entre el bien y el mal, entre el acercamiento a Dios y el pecado. Eso nos ocurre a todos y en el discurrir la luz será definitiva al final de los tiempos. Es decir, cuando el Señor regrese. Mientras tanto, vivimos en este drama y la venida de Cristo, quien aparece como liberador y unificador de la humanidad, dándole una nueva esperanza, no soluciona los problemas y tragedias cotidianas.
-Eso parece evidente.
Pero sí llama a superar esos problemas a través de la fe, la esperanza y el compromiso, porque Jesús murió en la cruz por amor a los hombres y llamando a todos a la solidaridad, la compasión, la fraternidad. Jesús, ya resucitado, no muere más, no sufre más. Está en la gloria del Padre. Pero al mismo tiempo del reconocimiento de su Divinidad y del amor de Dios por los hombres, que les dio su hijo, éste vino para que aprendamos en él a asumir el drama de la vida e ir al encuentro de los más necesitados. Jesús es la representación de la tragedia humana.
Por eso el acercamiento al Nazareno es el acercamiento al prójimo en amor, sensibilidad, respeto, fraternidad, perdón y reconciliación para construir una sociedad que no sea una jaula de fieras.
-Ese regreso de Cristo, ¿es una metáfora?
-Es una promesa firme y todas las misas lo recuerdan. Por eso San Pablo escribe a los corintios que la Eucaristía, la cena del Señor, debe celebrarse hasta que él vuelva.
-¿Cómo se imagina usted la llegada de Cristo a la Tierra?
-Sobre eso las escrituras no entran en muchos detalles. Sí habla de la llegada del reino en su plenitud, del cumplimiento de las promesas. Y hay un texto, al final de la escritura, el libro del Apocalipsis, que se refiere a esta Jerusalén celestial que viene del cielo, la ciudad donde no habrá más lágrimas ni dolor ni muerte ni necesidad de lámparas porque será el mismo Dios quien nos alumbre. Es decir, el cielo y la tierra nuevos, la promesa del Señor. Por eso debemos ser discípulos del señor en su entrega a Dios y a los demás, inspiración para un compromiso de solidaridad, amor y respeto, sobre todo con los más necesitados.
-¿Mas allá de la discusión sobre el sentido de la existencia, ¿el retorno a la religión no tiene que ver con la necesidad de reencontrase con unos valores morales y principios de vida que se fueron disipando en eso que usted llama relativismo moral?
-Bolívar dijo que sin la conciencia de la religión, la moral carece de base. Sin un apoyo trascedente con Dios, el hombre se pierde en el subjetivismo, cada quien establece sus propios principios éticos y caemos en la anarquía moral. ¿Qué cree usted que hay luego de que a uno le echen tierra encima? ¿desaparece de la geografía, de la historia y del cosmos? ¿o ahí hay un principio de vida inmortal? Pues tenemos una promesa firme de inmortalidad.
-Y, sin embargo, a nadie le gusta morirse, cuando debería estar feliz de entrar a la felicidad eterna.
-San Pablo dice: "Deseo disolverme para estar con el Señor". Pero al mismo tiempo él sentía la responsabilidad de evangelizar en la tierra, de llevar el mensaje de Dios. vivía esa contradicción. Claro, lo definitivo en él era su aspiración de estar siempre con el Señor.
-Cuando el Concilio Vaticano resuelve que la Iglesia regrese a sus orígenes y se dedique a la lucha por los derechos humanos tanto como por la conquista del reino de los cielos ¿No entra la Iglesia en una fase en la cual resulta imposible definir los límites entre su misión evangelizadora y la política?
-¿Dónde termina lo espiritual y dónde comienza lo material? En la Escritura aparece un cruce donde no se puede cortar entre ambos elementos. Como no se puede separar el amor a Dios del amor al prójimo. San Juan dice que nadie puede amar a Dios, a quien no ve, si no ama al prójimo, a quien ve. Amar al prójimo es amar a Dios.
-¿Cuando uno odia al prójimo odia a Dios?
-Contemplar en estos días santos el rostro de Jesús, cargando con la tragedia del hombre, es contemplar el rostro del prójimo y sobre todo del más necesitado.
-Siendo un líder espiritual, el Dalai Lama se ha convertido en símbolo de la lucha de los tibetanos por su liberación y por tanto en una referencia política.
-Movimiento político de liberación siempre y cuando no se confunda eso con un partido. Hay principios y valores que deben esgrimirse, como denuncia, en nombre de la dignidad humana porque herirla es herir a Dios. La persona es imagen y semejanza de Dios y atacar esa imagen es atentar contra Dios mismo.
-¿Atenta Chávez contra Dios?
-La relación, la cultura y los valores de este pueblo católico deben reflejarse en el pensamiento y en el proyecto político de los gobernantes.
giustir@cantv.net
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