*ANA JULIA JATAR ESCRIBE EN EL NACIONAL: “LA PRIMERA REUNIÓN OFICIAL DE RAÚL CASTRO”
La primera reunión oficial de Raúl Castro como presidente de Cuba con un dignatario extranjero no fue con su aliado Hugo Chávez sino con el más alto representante de un gobierno con el cual Cuba ha tenido casi medio siglo de confrontación: El Vaticano. Este gesto evidencia, a diferencia de su hermano y de Chávez, su disposición de no dejar que la ideología se interponga entre su gobierno y la solución de los problemas de su país. Y es que para Raúl Castro lo importante es, como dijera Deng Xiaoping, que el gato se coma los ratones independientemente de su color. Estas diferencias de personalidad y de objetivos se traducirán indefectiblemente en cambios en Cuba y en sus relaciones con Venezuela. La intensidad de esos cambios dependerá menos de lo que haga Chávez –quien ya está muy desacreditado en Cuba– y mucho más de que el nuevo Gobierno cubano logre conversar con otro gobierno con el que también lleva casi medio siglo de enfrentamiento: el de Estados Unidos.
Es cierto que la salida de Fidel no ha traído consigo el impacto que muchos esperaban y tampoco los cambios políticos que se merecen los cubanos.
Sin embargo, en el plano económico las cosas cambiarán. El pueblo cubano ha aprendido que vive mejor cuando se introducen reformas que liberan su asfixiada economía y esperan que en un gobierno de Raúl Castro éstas se hagan. ¿Por qué? Porque ha sido él quien ha manejado los acuerdos de asociación del Gobierno cubano con empresas extranjeras desde comienzos de los años noventa.
Han sido los militares, con Raúl Castro a la cabeza, los que han introducido las reglas del capitalismo y de mercado en las empresas Cubanas. Quizás por ello ya ha anunciado que reducirá el tamaño del Gobierno para hacer su gerencia "más eficiente".
Al mismo tiempo, ha prometido subir el salario promedio de 20 dólares al mes, disminuir el diferencial entre el peso cubano y el convertible en dólar, aumentar el empleo y mejorar la infraestructura sobre todo la de transporte. Muchos ven en estos lineamientos una señal de mayor apertura a la inversión extranjera que le permita a Cuba crecer más. Pero para atraer más inversión y crecer, Cuba necesita ampliar sus mercados y exportar más, no médicos cubanos a Venezuela sino productos y turismo hacia la potencia mundial que tiene a sólo noventa millas: Estados Unidos.
Si Cuba logra negociar el levantamiento progresivo del embargo impuesto por el Gobierno norteamericano desde 1962, los inversionistas extranjeros verán en ella una potencialidad que hoy no tiene. En ese escenario, Venezuela dejará de ser el socio comercial más grande de la isla y Chávez tendrá que competir con otros para mantener su influencia.
En otras palabras, el Gobierno cubano estará en una mejor posición para cumplir con las expectativas del pueblo sin tener que rendirle pleitesía al gobierno de Hugo Chávez. Si bien esto sonaba a ciencia-ficción hace unos años, hoy se ve muy probable. Con la salida de Fidel y con un nuevo gobierno post-Bush en puertas, el embargo –que ya no es popular ni en Miami– puede ser levantado porque ya no responde al interés nacional de Estados Unidos. Por el contrario, hoy miles de norteamericanos tienen prohibido hacer turismo o negocios en un lugar donde canadienses y europeos tienen años haciéndolo. De hecho, a Estados Unidos se le hace cada vez más cuesta arriba justificar su embargo a Cuba mientras que mantiene excelentes relaciones comerciales con China y Vietnam. En conclusión, a pesar de lo que Chávez se ha gastado de nuestro dinero en cortejar a Cuba, ahora el Gobierno de la isla busca mejores pretendientes.
Publicado en el Diario El Nacional edición del día 01/03/08 página A13
La primera reunión oficial de Raúl Castro como presidente de Cuba con un dignatario extranjero no fue con su aliado Hugo Chávez sino con el más alto representante de un gobierno con el cual Cuba ha tenido casi medio siglo de confrontación: El Vaticano. Este gesto evidencia, a diferencia de su hermano y de Chávez, su disposición de no dejar que la ideología se interponga entre su gobierno y la solución de los problemas de su país. Y es que para Raúl Castro lo importante es, como dijera Deng Xiaoping, que el gato se coma los ratones independientemente de su color. Estas diferencias de personalidad y de objetivos se traducirán indefectiblemente en cambios en Cuba y en sus relaciones con Venezuela. La intensidad de esos cambios dependerá menos de lo que haga Chávez –quien ya está muy desacreditado en Cuba– y mucho más de que el nuevo Gobierno cubano logre conversar con otro gobierno con el que también lleva casi medio siglo de enfrentamiento: el de Estados Unidos.
Es cierto que la salida de Fidel no ha traído consigo el impacto que muchos esperaban y tampoco los cambios políticos que se merecen los cubanos.
Sin embargo, en el plano económico las cosas cambiarán. El pueblo cubano ha aprendido que vive mejor cuando se introducen reformas que liberan su asfixiada economía y esperan que en un gobierno de Raúl Castro éstas se hagan. ¿Por qué? Porque ha sido él quien ha manejado los acuerdos de asociación del Gobierno cubano con empresas extranjeras desde comienzos de los años noventa.
Han sido los militares, con Raúl Castro a la cabeza, los que han introducido las reglas del capitalismo y de mercado en las empresas Cubanas. Quizás por ello ya ha anunciado que reducirá el tamaño del Gobierno para hacer su gerencia "más eficiente".
Al mismo tiempo, ha prometido subir el salario promedio de 20 dólares al mes, disminuir el diferencial entre el peso cubano y el convertible en dólar, aumentar el empleo y mejorar la infraestructura sobre todo la de transporte. Muchos ven en estos lineamientos una señal de mayor apertura a la inversión extranjera que le permita a Cuba crecer más. Pero para atraer más inversión y crecer, Cuba necesita ampliar sus mercados y exportar más, no médicos cubanos a Venezuela sino productos y turismo hacia la potencia mundial que tiene a sólo noventa millas: Estados Unidos.
Si Cuba logra negociar el levantamiento progresivo del embargo impuesto por el Gobierno norteamericano desde 1962, los inversionistas extranjeros verán en ella una potencialidad que hoy no tiene. En ese escenario, Venezuela dejará de ser el socio comercial más grande de la isla y Chávez tendrá que competir con otros para mantener su influencia.
En otras palabras, el Gobierno cubano estará en una mejor posición para cumplir con las expectativas del pueblo sin tener que rendirle pleitesía al gobierno de Hugo Chávez. Si bien esto sonaba a ciencia-ficción hace unos años, hoy se ve muy probable. Con la salida de Fidel y con un nuevo gobierno post-Bush en puertas, el embargo –que ya no es popular ni en Miami– puede ser levantado porque ya no responde al interés nacional de Estados Unidos. Por el contrario, hoy miles de norteamericanos tienen prohibido hacer turismo o negocios en un lugar donde canadienses y europeos tienen años haciéndolo. De hecho, a Estados Unidos se le hace cada vez más cuesta arriba justificar su embargo a Cuba mientras que mantiene excelentes relaciones comerciales con China y Vietnam. En conclusión, a pesar de lo que Chávez se ha gastado de nuestro dinero en cortejar a Cuba, ahora el Gobierno de la isla busca mejores pretendientes.
Publicado en el Diario El Nacional edición del día 01/03/08 página A13
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