LONDRES EFE
La revista cuestionó eficiencia de la revolución NELSON CASTRO La derrota de Hugo Chávez en el reciente referéndum sobre la reforma constitucional representa "el principio del fin de la revolución bolivariana y su influencia en América Latina", escribe en su último editorial el semanario británico The Economist.
La revista reconoce, sin embargo, que la revolución no va a terminar de modo inmediato, pues el Presidente venezolano "sigue siendo popular, continúa mandando en todas las instituciones del Estado y controla ingresos récord", además de haber "bruñido sus credenciales democráticas reconociendo la derrota" en esa consulta popular.
Chávez anunció, después de conocer el resultado del referéndum, que no se da por vencido y lo intentará de nuevo, pero "si lo hace, probablemente pierda" ya que "algo fundamental ha cambiado en Venezuela", escribe la publicación.
The Economist señala en primer lugar que la oposición "se ha revitalizado gracias a un nuevo y vigoroso movimiento estudiantil, no contaminado por el pasado". Agrega que mientras tanto crecen "la apatía y la desilusión" entre los fieles del chavismo.
Ese último fenómeno se explica, según la revista, como reacción a "la total incompetencia de la revolución bolivariana y a una política económica temerariamente expansionista", que tiene como consecuencia que los venezolanos de a pie no puedan comprar leche aun cuando el petróleo alcanza un precio de 90 dólares el barril.
En tercer lugar, comenta el semanario, la reforma constitucional ha dado lugar a una división en el campo chavista entre "autoritarios y demócratas".
Chávez se enfrenta ahora a una alternativa: pasar rápidamente a una "economía de comando" (centralizada) o cambiar de política, agrega The Economist, según el cual su derrota en el referéndum le dificulta optar por lo primero, pues se arriesga a una división en la Fuerza Armada y al estallido de violencia.
"Su mejor opción, dice la revista, sería dar marcha atrás, hacer las paces con los moderados de su propio campo y enfriar la economía, lo cual requeriría por su parte una exhibición de humildad que aún no ha mostrado y que socavaría su popularidad".
"La mejor noticia es que poderosas figuras tanto de la Fuerza Armada como del movimiento chavista están comprometidas con la democracia", tercera fuerza del país que confía en que Venezuela pueda "navegar pacíficamente hacia la alternancia en el poder".
El periódico considera que las ramificaciones de la derrota de Chávez "van mucho más allá de Venezuela", pues el propio mandatario siempre ha proclamado que la revolución bolivariana es continental.
Las presiones económicas internas pueden obligar a Chávez a recortar antes de que termine su mandato en 2013 su generosa ayuda exterior, incluida la entrega de petróleo barato a Cuba.
Esto confiere mayor urgencia, comenta The Economist, a los esfuerzos del presidente cubano en funciones, Raúl Castro, tendientes a "emprender reformas económicas frente a la aparente oposición de su hermano mayor, Fidel".
En Bolivia, Evo Morales, que es el discípulo más cercano a Chávez, "tropieza con creciente oposición" a su intento de "imponer una nueva Constitución que cimente su poder", mientras que en Ecuador otro "autoproclamado socialista del siglo XXI, Rafael Correa, está marcando rápidamente distancia entre sus ideas y las de Chávez".
El semanario británico concluye señala en el editorial que "aunque de alguna forma amenazan la democracia, gentes como Chávez y Morales pueden haberla ampliado de hecho pues representan a grupos que se habían sentido antes excluidos".
"Su error, agrega, es "aferrarse a un socialismo anticuado, que pasa por la centralización del poder político y el control estatal de la economía", algo "por lo que los venezolanos no sienten entusiasmo".
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