viernes, 4 de julio de 2014

SOLEDAD MORILLO BELLOSO, LA IMPORTANCIA DE UNA PLANCHA

Medio año pasó. Y Maduro sigue extraviado, sin tener ni la menor idea de cómo es eso de gobernar.

Si uno cae en un camino, dice la más elemental lógica que o se cambia la senda o se la arregla antes de intentar cruzarla de nuevo. Porque dicta la sensatez que, de lo contrario, se caerá de nuevo.

PLANCHA DE PELO ROJA ROJITA
Es una verdad a medias que Nicolás Maduro no es responsable sino de lo ocurrido desde su toma de posesión luego de las elecciones presidenciales realizadas en abril de 2013. Al fin y al cabo, previamente Maduro fue miembro de la Asamblea Constituyente por el MVR, diputado a la Asamblea Nacional por el MVR, presidente de la Asamblea Nacional, Canciller, vicepresidente de la República, presidente encargado, candidato a presidente por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y otras fuerzas, hasta llegar finalmente a la poltrona de Miraflores. Y no hay que dejar por fuera el que siempre ha sido alto directivo del partido del gobierno. Así que lavarse las manos como Poncio Pilatos no es una opción aceptable. Maduro es, para ponerlo en blanco y negro, corresponsable por lo anterior y responsable por lo actual.

Es cierto que mientras el finado estaba en la Presidencia nadie podía ni rechistarle una decisión, so pena de salir despedido como corcho e' limonada directo a las catacumbas de la revolución y sin derecho a pataleo. Ese señor manejaba con igual destreza la zanahoria y el garrote. También es cierto que ese llamado liderazgo que exhibía el finado no se le ve por ninguna parte al actual titular. A veces me da por pensar que el finado era como Tito, que durante décadas mantuvo la unidad en Yugoslavia pero que a su muerte ese pegoste se esfumó y todo acabó disolviéndose. Tito, así como el finado, era como una pega loca. Unía tanto el apego como el desprecio.

Igual, no cabe hoy en Venezuela la repartición de culpas. Maduro es el presidente y es por ende el responsable de todo este desastre que está ocurriendo. Las cartas desgraciadas no lo alivian. Por cierto, lo hunden más. Porque nada de lo que se dice en esas misivas infortunadas era desconocido por Maduro. La debacle fue advertida suficientemente y él, pudiendo, nada hizo para evitar la maraña de barbaridades e idioteces cometidas. Seguir manteniendo el patético tren ministerial confirma que Maduro carece del poder necesario para cambiar el estado de las cosas.
 Mejor ejemplo que Jesse Chacón al frente del despelote eléctrico, no hay. 

Ese señor se mofa del país, y del Presidente, sin que le tiemble la voz. Y ahí esta, atornillado al cargo. Cada vez que se va la luz (en Margarita ocurre todos los días), pienso lo mismo, que todo cambiaría en segundos si en Miraflores no hubiera planta eléctrica de emergencia y misia Cilia no pudiese usar su plancha de pelo. Ahí a la señora le daría un ataque de histeria que le costaría el puesto a Jesse. Pero él se asegura que a la primera combatiente no le falte la electricidad nunca.

Medio año ya pasó. Y Maduro sigue extraviado, sin tener ni la menor idea de cómo es eso de gobernar.

Soledad Morillo Belloso
soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob

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