martes, 1 de julio de 2014

OSCAR GARCIA MENDOZA, FASTIDIOSO Y/O DEPRIMENTE

Por extrañas circunstancias -no me las explico claramente- muchas personas tratamos de expresar nuestras ideas de manera pública. A veces artículos, otras blogs, otras,  más modestas Twitter. O quizá en el fondo la idea es poner un grano de arena, dar nuestro aporte, bueno o malo, a la situación que vivimos.

Por años escribí en El Universal. Al principio solía abrir los domingos las páginas de economía. Luego fueron artículos más cortos. La gran crisis bancaria de 1994 la viví completa. Es más la anticipé y ello me valió no pocos reclamos y disgustos.

A los banqueros y a muchos venezolanos les gusta silencio. Pasar desapercibidos, ganar y disfrutar. Hay, sin embargo, personas particulares. Y en mi caso siempre me ha parecido conveniente compartir lo que pienso. La idea no es alarmar, ni tratar de deprimir. Al contrario, es permitir la discusión.

He recibido todo tipo de comentarios. Desde un editor amigo que me dijo que lo había llamado un banquero (también amigo) para decirle que no me siguiera publicando (cosa que no hizo), hasta otros que me dijeron personalmente cuánto les gustaría poder hablar como yo, pero que... las circunstancias no se lo permitían. Incluso hubo uno, ahora exiliado, que en una recepción se me presentó y me dijo que su aspiración era actuar como yo (no lo hizo).

Las circunstancias me han llevado a vivir en el exterior. No ha sido por gusto. Al contrario la sensación de no poder regresar al país tiene un peso importante. Pienso cómo colaborar, cómo ayudar para que este holocausto y esta diáspora que estamos viviendo los venezolanos sea lo menos dura y acabe lo más pronto posible.  Difícil tarea, si no imposible.

Leyendo y oyendo las noticias diarias uno no puede sino pensar que no queda mucho tiempo y sin embargo pasa el tiempo y no pasa nada. Venezuela es un país ocupado por Cuba, con estrechas relaciones con las FARC, con el ETA, con Al-Qaeda, con los iraníes y con cuanto bicho detestable mora en la tierra.

Pero no solo esto. Quienes están enquistados en el poder lo ejercen con una crueldad que parece tener solo comparación con la corrupción de la que son capaces. Han sido tantos los ingresos petroleros que les han permitido prácticamente todo. Robar, regalar, corromper.

Dicho esto (y faltándome mucho por decir) quisiera poder realizar proposiciones esperanzadoras. Decir que viene el cambio. Que el futuro será mejor. Que Venezuela se levantará por el esfuerzo de sus ciudadanos. Con cuánto gusto quisiera hacerlo.

Oscar Garcia Mendoza
ogarciam@gmail.com
@ogarciamendoza

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