domingo, 7 de agosto de 2011

CHILE LIBERAL: POR QUÉ EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL PERDIÓ NUESTRO APOYO

... y por qué el gobierno hizo bien en repeler la manifestación ilegal

El movimiento estudiantil ya se encontraba in extremis producto del desgaste que reconoció su propia cúpula, y confrontados a la realidad, antes de expirar, deciden dar sus últimos golpes con inusitada violencia. La figura más notoria se asegura debidamente (congeló su tesis, el último tramo de sus estudios) y ahora emplea métodos inceptables para lograr materializar el último petitorio que han levantado (hasta el momento de escribir este artículo, ya llevan cuatro) y anuncia que continuará su cruzada hasta las últimas consecuencias.

Si la idea era lograr condiciones más equitativas en educación, el movimiento ya ha logrado lo que quería y sólo debía negociar la plataforma que le ha entregado el gobierno en sus dos últimas respuestas. Se les planteó por un lado redefinir la relación del Estado con las universidades tradicionales, lo que en la práctica robustece las universidades estatales, y por otro lado se les propone avanzar en transparentar la finalidad de las universidades definiendo cuáles profitan y cuáles no, además de asegurarles una fuerte inyección de recursos al sistema. Si a alguien no le gustan las universidades con fines de lucro, puede no matricularse en ellas y postular a las tradicionales. Esto es plausible y sensato.

Pero los estudiantes terminaron por exigir la abolición de toda actividad comercial en el negocio de la educación —lo que atenta contra la libertad de emprendimiento— y financiar los aranceles mediante la nacionalización del cobre. No, esta última no es la propuesta de una bancada parlamentaria, es la exigencia de... una federación de estudiantes universitarios. Asumimos que demandan una nacionalización à la Allende —es decir, expropiación de rompe y raja—, de la actividad cuprífera, lo que naturalmente espantaría la FDI (foreign direct investment) al país, desatando un descalabro económico. O habría que comprar participación a sus dueños, algo que causaría una hemorragia en las arcas chilenas. ¿No les interesaría mejor privatizar esa inoperancia llamada Codelco y emplear esos recursos en financiar la educación preescolar y primaria, donde realmente se necesita, y no la universitaria, ya que la señorita visible y el presidente de la FEUC perfectamente pueden pagarse sus estudios? ¿No se dan cuenta de lo regresivo que es financiar el pago de aranceles a cuenta del contribuyente ("gratis", le llaman ellos)?

Los estudiantes exigen lo absurdo con el desparpajo que da el desconocimiento, y con la vehemencia que otorga la inexperiencia. No obstante, sea como sea, la ciudadanía sabe perfectamente que un paro de estudiantes no es la forma de materializar estas demandas. De acceder, el gobierno caería en la irresponsabilidad abriendo las puertas para que cualquiera, sean los agricultores, los camioneros o la SOFOFA, amenace al país con un harakiri cada vez no se aceptan sus exigencias, y de paso, secuestren la producción nacional por creer que ellos son el centro del universo.

Si el objetivo era, por otro lado, encarnar la verdadera oposición a Piñera —como lo han reconcido ellos mismos—, pues entonces es hora de terminar con la movilización porque la popularidad de Piñera tocó fondo siendo hoy el presidente peor evaluado desde el retorno de la democracia. Ya lograron lo que querían. ¿O es la dimisión de Piñera el objetivo final?

Al parecer, la líder de este movimiento lo que quiere es exigir la concurrencia del presidente de la república una asamblea de la federación de estudiantes e imponer sus términos a Piñera, así mostraría al país que ella tiene la sartén por el mango y que es capaz de doblegar a este gobierno, el cual no sería la administración legítimamente designada por la ciudadanía para gobernarnos cuatro años, sino una manga de patantes vendepatria que ella, ¡ELLA!, va a poner en su lugar.

El pasado 3 de agosto el ministro Hinzpeter le aclaró a la dirigenta que la marcha no sería autorizada por la Alameda —principal boulevard de la capital y escenario de ya numersoas manifestaciones masivas— ya que primero los vecinos y también los trabajadores del sector están hartos, y se les pidió usar otro lugar, y segundo, ya van varias ofertas a las aleatorias demandas de los estudiantes, por lo que ya se acabó el momento de protestar: llegó la hora de negociar. La dirigenta rechaza la oferta y convoca igualmente a una manifestación en la Alameda. El gobierno ha hecho lo correcto en disuadir esta manifestación mediante la fuerza policial, situación que la dirigenta tergiversó a su empacho para denunciar que el gobierno impide la libertad de reunión y de expresión. Sólo se desautorizó la marcha en la Alameda, no la marcha en sí. Afortunadamente nadie murió o resultó seriamente herido. Esto ya es hueveo y llegó la hora de usar la fuerza.

El movimiento cayó en la irresponsabilidad y y raya en la esquizofrenia colectiva. Lo peor es que el ciudadano promedio, Chile Liberal incluido, desea una reestructuración en el sistema, incluso el gobierno desea reformar la educación, pero no se logra acuerdo por los constantes cambios en el petitorio de los estudiantes, el ego de sus rostros más visibles, y el deseo inherente de emplear la fuerza para denostar al gobierno.

En Chile nada de esto debe extrañarnos. Ya dijimos anteriormente que el gobierno de Piñera se parece mucho al de Allende. El gobierno de la Unidad Popular también vivió el desquicio tanto de sus opositores, que desde el primer día hicieron lo posible para tumbarlo, como de sus propios colaboradores, los más extremistas de la UP que exigían cambios radicales sin que el gobierno tuviese el mandato suficiente. Hoy, los parlamentarios más fanáticos de la Alianza llaman a una rueda de prensa y mostrando un signo "Pare" le exigen a Piñera que se haga lo que ellos quieren. La UDI, partido ultraconservador de gobierno, genera un autogolpe interno y sitúa a los Coroneles —los mismos de siempre— al mando, después de exigir la concurrencia del presidente de la república al conciliábulo que realizaban en las termas de Cauquenes. Con presión insostenible para el presidente, el líder de la UDI, Pablo Longueira, llega a ser nombrado ministro luego de boicotear el gobierno de cariz técnico que había formado Piñera, metiendo a Palacio a los políticos ultraconservadores mediante la amenaza al presidente. El espíritu reformista no se puede canalizar mediante los representantes del electorado debido al enclave dictatorial heredado de Jaime Guzmán que conforma un sistema electoral distorsionado y no representativo.

Los estudiantes ven que los mismos de la oscura reunión de Chacarillas, un rito estilo KKK que organizó Pinochet, hoy llegan a La Moneda, o sea, los ex golpistas llegan en gloria y majestad a imponer sus términos, y ni siquiera se preguntan qué tiene de malo —son muy jóvenes y no entienden— sino que emulan estos comportamientos. El presidente de RN, el senador designado Carlos Larraín, emplea el lenguaje incendiario. La civilidad en Chile se ha lanzado por la borda, y el barco en que creíamos navegar en realidad es una lanchita y empieza a hacer agua.

Nuestro sitio continuará defendiendo la vía institucional y el diálogo civilizado para lograr las reformas que el sistema actual requiere, tal como se logró derrocar a la dictadura con elegancia y civilidad. En educación se debe conciliar los principios de mercado con la mantención de las venerables universidades tradicionales. La educación es más un bien de capital, no un bien de consumo (tirón de oreja a Piñera), por lo que debemos desechar desde ya el libremercadismo ramplón que en nada contribuye a una restructuración sensata del sistema educativo. Entregar toda la educación al Estado y abolir el lucro es análogo a crear un "Transantiago educacional". Piensen bien en la analogía y medítenlo.

No se puede avanzar si la dirigente del movimiento es irresponsable, o si el mandamás del sindicato de profesores actúa como bestia. Ambos deben renunciar, así como Piñera sacó a su ministro de educación, los estudiantes deben reorganizar su cúpula, y debemos todos preguntarnos si realmente quienes hablan a nombre de los estudiantes poseen el mandato para tal vocería (sólo El Mostrador es capaz de legitimar todo esto).

Los estudiantes deben comenzar a ser parte de la solución y dejar de ser el problema si se trata de trazar el sistema educacional que la economía del conocimiento exige.

chileliberal@gmail.com

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