Voy a insistir en un tema de la mayor
importancia para lograr entender el mundo en que vivimos, y más importante aún
saber cuáles fueron los factores que lo determinaron. Ya debiéramos estar
conscientes de que tal como lo explica William Bernstein en su The Birth of
Plenty (El Nacimiento de la Abundancia) el mundo hasta hace apenas unos
doscientos años vivía como vivía Jesucristo. Aparentemente el incremento de los
ingresos, de acuerdo a las estadísticas de Angus Madison comenzó precisamente a
partir de 1850. La pregunta que queda pendiente es cuáles fueron los factores
que determinaron ese proceso que nos llevó al mundo de la actualidad. Cada vez
que oigo hablar de este proceso se insiste en que ha sido la cultura el factor
determinante. Se ignora en esta respuesta cuál fue la causa del cambio que se
produjo en la cultura.
En primer lugar voy a comenzar por
analizar las situaciones respectivas históricas de Estados Unidos y de América
Latina. En ese sentido se pretende una diferencia sustancial entre el
advenimiento de los pilgrims y las Carabelas de Colón. Debo asimismo señalar al
respecto que por alguna razón las carabelas se dirigieron a las islas del mar
Caribe en la creencia de haber llegado a la India. La llegada de las carabelas
se produjo en 1592 y el May Flower llegó al norte en 1620. Es indudable que
debiéramos valorar históricamente los viajes de Colón hacia un mundo del cual
no tenía ni noticias de su existencia. Este hallazgo debiera considerarse como
un hecho trascendental que en gran medida cambió la historia del mundo que
hasta esa fecha se había concentrado en Europa, la China y el mundo musulmán.
Por supuesto en aquella época no se conocía
en ninguna parte del mundo el sistema que habría de desarrollarse más tarde en
el planeta. Por tal razón el Imperio Español bajo los Reyes Católicos fueron
los determinantes de que se llevasen a cabo los viajes de Colón. Debemos
recordar que en aquel entonces España era aparentemente el país más poderoso de
Europa, tanto así que se había permitido invadir a Alemania y a Holanda. Por
supuesto, como en todo momento de la historia, la guerra era el fin y el medio
y por supuesto la expresión de la ética. El comercio era descalificado éticamente
tanto social como filosóficamente. No era de esperarse entonces que la cultura
de los llegados a América Latina fuere diferente de la de sus progenitores.
El caso de Inglaterra es un tanto diferente,
pero aun en aquella época no explica la diferencia posterior entre el proyecto
político americano y el latinoamericano. El May Flower llegó a Estados Unidos
en 1620 con los pilgrims que escapaban de Inglaterra por la falta de libertad
religiosa. Y he dicho religiosa y no libertad a secas pues en aquella época aun
Locke no había desarrollado los principios en que ésta se basa. Fue solo a
partir de 1688 en que se produjo la Glorious Revolution, que surgió la libertad
en Inglaterra. Al respecto de la época anterior David Hume escribió: “Los
ingleses en aquella época estaban tan sometidos como los esclavos del Este, que
estaban inclinados a admirar aquellos
actos de violencia y tiranía que se ejercían sobre ellos y a su costa”. Fue por
la Glorious Revolution que más tarde se desarrolló en Inglaterra la Revolución
Industrial. Ya debiéramos haber reconocido que la economía es la consecuencia
de la política y no al revés. Y como bien dijera Alexis de Tocqueville: “La
tierra produce menos del producto de su fertilidad, que de la libertad de sus
habitantes”.
Los pilgrims a su llegada a Estados Unidos
no reconocieron la propiedad privada y pusieron la tierra en común. El
resultado fue el hambre y la pobreza.
Por ello debemos recordar la frse de G.R. Elton en su Reformation
Europe: “Ni Lutero ni Calvino ofrecieron
ningún método paara agrandar el ojo de la aguja a favor de los ricos”. Fue solo
167 años después de la llegada de los pilgrims que se produjo en los Estados
Unidos el proceso que determinara la aprobación de la Constitución de 1787 en
la que se reconocen los principios fundamentales de la libertad. A ello se
llegó como bien lo describe Catherine Drinker Bowen en su “The Miracle at
Philadelphia”, con grandes dificultades y enfrentamientos entre los estados. Tanto
así que al respecto podemos leer las consideraciones de Madison, Adams y
Hamilton. Así Madison declaró que los gobernadores estaduales eran unos
corruptos; Adams “Que le tenía más miedo a las posibilidades de gobernarnos,
que a todas las flotas del mundo” y Hamilton: “Nosotros podemos decir con
propiedad que hemos alcanzado la última etapa de la humillación naxional”. Lamentablemente
a ese sistema político denominado The Rule of Law se lo tiene confundido con la
democracia mayoritaria que prevalece en el llamado mundo civilizado.
Debo insistir entonces en que ese sistema se le ha llamado capitalismo para descalificarlo éticamente por producir desigualdad en los ingresos, y me atrevería a decir que en la actualidad se estaría violando también en los Estados Unidos. Tanto así que el candidato republicano Donald Trump dijo: “El sueño americano está muerto”. Y como he repetido el sueño es universal; lo americano es la posibilidad de realizarlo. Los principios en que se basa la Constitución Americana parten de la noción ética de que el hombre es como es y no como se pretende que sea. Por ello David Hume escribió: “Es imposible cambiar o corregir algo en nuestra naturaleza. Si queremos cambiar los comportamientos se requiere cambiar la situación y la circunstancia”.
Esa circunstancia es el sistema ético, político
y jurídico que se generó a partir de otro principio fundamental de la libertad
tal como lo expresara John Locke: “El derecho del hombre a la búsqueda de la
propia felicidad”. Ello significa que los intereses privados no son contrarios
al interés general. El otro principio fundamental es reconocer la necesidad de
limitar el poder político, pues el hombre es falible y como bien dijera Locke
“Los monarcas también son hombres”. Y por supuesto el respeto a los derechos individuales
a la vida, la libertad y la propiedad. Y esa posibilidad requiere de la función
fundamental del poder judicial para decir qué es la ley concorde con la Constitución.
He hecho este análisis histórico político a fin de mostrar que Argentina es un ejemplo para el mundo, tal como lo escribió The Economist en “La Parábola Argentina”. En 1852, en tiempos de Rosas, Argentina era uno de los países más pobres de América, y a principios del siglo XX había pasado a ser uno de los países más ricos del mundo. Se ha creído que ese ha sido el efecto de la pampa húmeda y se ignora el principio de Alexis de Tocqueville antes expuesto. La Argentina inspirada en las ideas de Alberdi y bajo la ejecución política de Urquiza, Mitre, Sarmiento, Roca y Pellegrini, acordó la Constitución de 1853-60, basada en los principios expuestos de la Constitución Americana.
O sea es evidente que Argentina es el
ejemplo más sintomático de la falacia que implica la creencia de que es la
cultura la que determina el sistema político y los comportamientos. Me permito
concluir que la relación de causalidad es la inversa. Como creo haber
demostrado anteriormente si los Estados Unidos se hubieran basado en la cultura
de los pilgrims, el sistema que cambió al mundo no habría aparecido. No debiera
de haber dudas de que la declinación argentina comienza decididamente en 1943,
con la llegada de Perón en nombre del pueblo. Y por supuesto esa es la situación
que se enfrenta hoy en día. Pues como bien escribiera Alexander Hamilton: “Una
peligrosa ambición subyace tras la especiosa máscara del celo por los derechos
del pueblo”.
Me atrevo a decir que hoy peronismo en Argentina es el sinónimo de socialismo, o sea de la demagogia del supuesto llanto por los pobres. Por ello todo parece indicar que en el presente el peronismo es conditio sine qua non para llegar al poder político. Tal fue la lógica de Menem para llegar al poder y desarrollar una política más consistente con la Constitución Nacional, que es actualmente violada paladinamente cada día. Lamentablemente esa apertura económica, a la que le debemos disponer de teléfonos en la actualidad, quedó descalificada por el error cometido en el ámbito económico en función del desdichado monetarismo. O sea se revaluó la moneda con el propósito de evitar la inflación, al igual que se lo hace hoy en el gobierno kirchnerista. Y ya después de repetidas instancias debiéramos saber que la devaluación no es la causa de la inflación, sino su consecuencia.
La
consecuencia fue la desvalorización política de los principios de la política
de Menem, que no fueron otros que el reconocimiento y respeto de los derechos
que garantiza la Constitución Nacional. Consecuentemente se descubrió el
denominado neo-liberalismo para justificar la vuelta al peronismo tradicional.
Hoy no hay otra alternativa a la presente situación económica que la necesidad
de reconocer los condicionamientos políticos que la determinaron.
Es indudable que si se libera el mercado de cambios el precio del dólar va a subir, y ello por supuesto afectaría los precios internos, pero no existe alternativa posible. Hoy la salida de capitales esta todavía determinada por la inseguridad jurídica prevaleciente y su restauración es la condición de cualquier política de ajuste que se pretenda. Por último, como conclusión final, está claro que no es la cultura la que determina el sistema. Y no fue Colón el culpable de la decadencia argentina. Por ello la política a seguir pasa inexorablemente por la restauración del sistema que llevo a la Argentina por las cimas de la historia.
Armando Ribas
aribas@fibertel.com.ar
@aribas3
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