sábado, 3 de octubre de 2015

RICHARD CASANOVA, PUEBLO SOMOS TODOS

Europa antes de la II Guerra Mundial era un mar de calamidades. La "Gran Depresión" que tuvo lugar en EEUU a comienzo de los años 30, tuvo un severo impacto en la economía del mundo. Varios países europeos se vieron afectados por la suspensión de los créditos que recibían de Norteamérica, la crisis bursátil en Wall Street significó la quiebra de bancos en países como Alemania y Austria.  Otros países que se sustentaban en la exportación de alimentos y materia prima, entraron en una inmensa crisis económica y social.  El desempleo en EEUU alcanzó el 30% en 1932, mientras un 45% de la población alemana no tenía trabajo, ni esperanzas de conseguirlo.  Había hambre y largas colas de gente buscando comida, se hacían cotidianas.  Ver a los pobres durmiendo en las calles arropados con cartones y periódicos, se hizo dolorosamente frecuente.  Esa fue la Alemania que buscó un mesías y en una victoria popular sin precedentes, le entregó el poder a Adolfo Hitler.  Pero terminó siendo peor el remedio que la enfermedad pues el Führer condujo a Europa al holocausto.

En nuestro país, el liderazgo de finales del siglo XX cometió muchos errores, se distanció tremendamente del sentimiento popular y generó un deterioro moral que se tradujo en descontento y frustración, lo cual a su vez condujo a los venezolanos a buscar un mesías con vocación de vengador. Tristemente, de nuevo el remedio fue peor que la enfermedad: el redentor terminó hundiendo al país en la miseria, hoy la corrupción del pasado palidece ante la voracidad del hamponato que “gobierna” y ahora la violencia política, el narcotráfico y la delincuencia amenazan la convivencia pacífica de todos por igual. Gracias a la revolución hay hacinamiento en la morgue, las neveras están vacías y nos han robado hasta el futuro.

La Segunda Guerra Mundial fue una tragedia, consecuencia del liderazgo demencial y las ambiciones napoleónicas. Europa –que ya vivía una situación calamitosa- con esa guerra "toco fondo", a partir de ella se sembró la conciencia colectiva que le asignó un valor especial al trabajo y a la vida misma, lo que a la postre permitió un vertiginoso y sorprendente avance por la ruta de la paz y el progreso.  La guerra es algo terrible pero hasta de las peores cosas queda algo bueno.  La pregunta que surge de esta reflexión es ¿Venezuela ha tocado fondo? ¿Esta honda crisis social y económica ha movido los cimientos culturales de la sociedad venezolana? ¿Necesitaremos que la crisis se profundice más aún para asumir nuestro rol ciudadano? ¿Para entender la desgracia que ha sido esta "revolución", necesitaremos que conduzcan al país a un conflicto interno o a una guerra con otro país?  ¿No son ya suficientes muertos?  Dejo a mis amables lectores la tarea de responder para sí mismo esas interrogantes.   Lo cierto es que necesitamos renovar la esperanza para movilizar al país, votar y defender la voluntad expresada.  Pero no se trata sólo de un cambio de gobierno, también necesitamos despertar conciencia cívica e involucrarnos en la solución pues superar la crisis en Venezuela no sólo exige un liderazgo responsable sino un pueblo a la altura de las circunstancias. Y por cierto, pueblo somos todos...

Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova

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