La sociedad venezolana está arrinconada por
el desorden. El régimen muestra las costuras de su incapacidad, o la fortaleza
para destruir el orden y respeto.
Funcionarios públicos deciden los términos de
las contrataciones colectivas de los trabajadores, desconociéndoles beneficios
adquiridos, y llamándolos a querellarse en los tribunales, demostrando que allí
no funciona el equilibrio jurídico y por ende pisotean a los débiles.
Los asesinos hacen de las suyas, y en
territorio bajo control de las OLP, y estados de excepción, se llevan de sus
hogares a personas, que posteriormente son encontradas por sus familiares y
pobladores en lugares boscosos, EN ESTADO DE DESCOMPOSICIÓN, porque los
organismos de seguridad no fueron capaces de hacerlo.
Gobernantes denuncian detenciones de
funcionarios de la Guardia Nacional, Policía Nacional y Estadal por
contrabandistas, especuladores, mafiosos, pero nadie sabe donde están y quiénes
son los cabecillas de las organizaciones del delito en esos cuerpos de seguridad.
Bandas armadas con granadas y armas de alto
calibre transitan libremente por distintas ciudades del país, arremeten y
asesinan a funcionarios policiales, y nada se sabe al respecto, pareciera es la
forma de decir “quién manda no es el régimen, es el delito”.
Las construcciones de escuelas, liceos,
hospitales no existe, y si en algunos lugares las anunciaron, se quedo en eso,
en publicidad; en otros las iniciaron, saquearon los recursos y las dejaron
abandonadas, sin nadie quien responda por la negligencia.
En los pueblos más remotos sus pobladores no
consiguen alimentos y medicinas; en los ambulatorios u hospitales “barrio
adentro” no hay insumos. Es el reflejo de lo que padece la ciudad, y en el
campo se siente con rigor la escasez, ya ni semillas para producir pueden
conseguir.
Los militares que se encuentran al frente del
poder, han demostrado hasta la saciedad que no saben gerenciar. Cada día se
suple un civil por un militar, y la rendición de cuentas es con el atropello a
los ciudadanos. Los aviones comprados a los rusos (tremendo guiso), se
precipitan, pilotos mueren y el silencio es de alto rigor.
Guerrilleros colombianos son escoltados y
transportados a otros países en aviones de PDVSA, y el régimen convoca cadenas
de radio y tv, para hablar de magnicidio, golpes y prestamos mil millonarios a
los chinos, menos para dar explicación a los ciudadanos del abuso cometido.
Los cortes del fluido eléctrico crecen, como
florecen las excusas gubernamentales. Las acusaciones aparecen nuevamente para
escurrir el bulto.
Las colas programadas por el régimen para que
los ciudadanos puedan adquirir productos son kilométricas. La compras por
número de cédula no les dio resultado, y para correr la arruga y ganar tiempo
(que ya no tienen) hoy dicen una cosa, mañana otra, para terminar diciendo no
dijimos nada. Todos unos artistas de la tragicomedia del socialismo siglo XXI:
DESORDEN.
Josue Arturo Molina Suarez
jarturomolina@gmail.com
@jarturoms1
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