domingo, 18 de octubre de 2015

JESÚS MATHEUS LINARES, A 70 AÑOS DEL 18 DE OCTUBRE DE 1945

A siete décadas del derrocamiento del gobierno  militar del general Isaías Medina Angarita, el 18 de octubre de 1945, todavía persiste en el ambiente si fue un golpe de estado o una revolución frustrada. Hay quienes todavía defienden cada una de estas tesis. Lo cierto, es que si recordamos lo escrito por el ensayista Mariano Picón Salas: "Venezuela entró al siglo XX en 1936”, debemos precisar que el 18 de Octubre de 1945 culminó con la presencia de los andinos en Miraflores.

Ese jueves, cayó la dinastía andina que gobernaba desde el 22 de octubre 1899, desde finales del siglo XIX, con la llegada de Cipriano Castro y los andinos, luego de una crisis política que se gestó en los últimos años del período del presidente Isaías Medina Angarita. Pero es el inicio de etapa moderna de los partidos políticos donde estarán presentes nuevos actores políticos.
El gobierno de Isaías Medina Angarita, perteneciente al llamado Grupo Escalante,  había comenzado a introducir profundas reformas democráticas como la legalización de los partidos políticos, las garantías para las absolutas libertades públicas e individuales, libertad total de opinión y de pensamiento, seguridad a los bienes y a las personas, pero para algunos historiadores la principal causa de su derrocamiento fueron las reformas a la Ley de Hidrocarburos en 1943, que aumentaron los impuestos a la exploración, explotación y refinación petrolera.
Algunos de los cambios tributarios que se dieron con esta ley fueron el royalty o regalía petrolera se estableció en un 16,33%, es decir, la sexta parte del producto bruto extraído, lo que significó un aumento sobre las regalías en vigencia que oscilaban entre 7,5% y 16%. La Reforma Petrolera del 43 permitió unificar el régimen jurídico de las concesiones que se venían rigiendo por diferentes leyes; y unificar también el régimen impositivo, haciendo que las empresas petroleras pagaran en lo adelante, los mismos impuestos. De esta manera, las compañías quedaron sujetas al pago de los impuestos de importación y se eliminaron las exoneraciones aduanales, quedando esta materia de exoneraciones a cargo del Ejecutivo Nacional. El resultado de esta reforma, en cuanto a los ingresos al fisco, puede apreciarse al comparar los 62.000.000 de bolívares percibidos por la nación en 1942, con 78.000.000 en 1943 y 254.000.000 en 1944.
Pese a estas medidas gubernamentales, el modelo político ya estaba agotado y era inevitable la insurrección cívico-militar liderada por Rómulo Betancourt y Marcos Pérez Jiménez que llevaría a deponer al general Medina Angarita. Aunque los dirigentes de Acción Democrática lo bautizaron como "revolución", para muchos historiadores fue un golpe de Estado cívico-militar, que tuvo como principales cabecillas a Rómulo Betancourt y Marcos Pérez Jiménez. Para otros, como Manuel Caballero, fue una “revolución frustrada”.
La crónica narra que el 17 de octubre de 1945, Medina es informado de los preparativos del complot, lo cual parecía confirmar “la bola que corría” luego del mitin del 15 de octubre  realizado por AD en el Nuevo Circo de Caracas, el cual constituía un virtual llamado a la insurrección. Las órdenes impartidas de acuartelar las guarniciones de Caracas y Maracay y de arrestar a tres de los cabecillas militares (Pérez Jiménez, Julio César Vargas y Horacio López Conde) desencadenan el alzamiento.
Ese jueves en la mañana del 18 de octubre de 1945, estalla la revuelta en el Escuela Militar de La Planicie en Caracas. Por la tarde, se había extendido a los cuarteles de San Carlos, La Planta y Miraflores, en Caracas y la guarnición de Maracay. El cuartel de San Carlos es retomado por el gobierno, mientras se generalizan los tiroteos en las calles de Caracas. En la noche de ese día, al conocer la situación Medina se abstiene de atacar la Escuela Militar y así evitar la muerte de los cadetes, muchos de los cuales habían sido sus alumnos años atrás. Por la mañana del 19 de octubre, las noticias de que la aviación y la plaza de Maracay se encontraban en manos de los alzados y de que el Cuartel San Carlos había sido tomado por grupos de civiles insurrectos determinan la decisión de Medina de dimitir.
Esa misma noche se constituye en el Palacio de Miraflores, una Junta de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt, la cual inició una nueva etapa en la vida política del país y para muchos la entrada de Venezuela en el siglo XX, justo al concluir la Segunda Guerra Mundial.
Medina Angarita, a juicios de algunos historiadores, fue la víctima de una insurrección contra un sistema de gobierno que heredó, democratizó y modernizó. Pocos presidentes venezolanos han podido repetir desde entonces las palabras que tradicionalmente dirigía Isaías Medina Angarita al Congreso, año tras año: “...que por su causa no había en Venezuela ni un solo exiliado, ni un preso político, ni un partido disuelto, ni un periódico clausurado, ni una madre que derramara lágrimas por la detención o el exilio de un hijo...”. Expresiones de un gobernante, no conocidas por Venezuela hasta ese momento.
Tal como comentara el desaparecido historiador Manuel Caballero, “el 18 de octubre de 1945 más que una fecha es una incitación al desencadenamiento de las pasiones”. Por esto, a pesar de los años transcurridos, este acontecimiento que ha dividido la historia contemporánea venezolana en dos, sigue y seguirá generando polémicas.
Jesús Enrique Matheus Linares
jmateusli@gmail.com
@UranioMomoy 

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