martes, 6 de octubre de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, ENTRE LA INEPTOCRACIA Y EL QUEMEIMPORTISMO.

Iniciemos con unas obligantes definiciones. 

Ineptocracia: Sistema de Gobierno donde los menos capaces para gobernar son elegidos por los menos capaces de producir y donde los menos capaces de mantenerse a sí mismos o tener éxito, son recompensados con bienes y servicios pagados por los pocos que si producen y que cada vez son menores; es decir los ineptos eligen a un inepto que luego se proclama “fundador de la Patria” para que les recompense con bienes, servicios y recursos, quien también se deshace de lo instituido (bien o mal) por Gobiernos anteriores.

Quemeimportismo: Actitud de falta de compromiso, indiferencia y apatía ante los asuntos propios y los sociales.

A tenor de las definiciones precedentes, puede inferirse que el deber ser de la democracia asumido como que unos líderes preclaros en armonía con una mayoría de ciudadanos laboriosos impulsen la sociedad hacia la prosperidad, ha venido mutando en favor de la demagogia y el populismo hasta configurar una forma de Gobierno orientada por los decadentes principios del Estado benefactor (conjunto de actividades desarrolladas por los Gobiernos relacionadas con la búsqueda de finalidades sociales y redistributivas a través de los presupuestos del Estado) en aras de satisfacer, de cualquier forma, el “criterio ciudadano” de exigir a la democracia el bienestar como un derecho adquirido sin la contrapartida de su esfuerzo laboral en la producción real de bienes y servicios requeridos para tal fin; todo lo cual se desenvuelve en conjunto con el binomio ignorancia-subordinación de la alta burocracia gubernamental a la par de una ausencia de autonomía de los poderes públicos ante el Poder Ejecutivo. En fin, los ciudadanos restan importancia a la potencial capacidad de los gobernantes a cambio de recibir recompensas “a como dé lugar”, configurando un esquema diabólico donde la realidad del país entra en una tiniebla de quemeimportismo tanto por el lado de los ciudadanos (cada quien camina por su lado sin importarle lo que pasa al lado o al frente), como por el lado de los gobernantes incapaces (procuran el poder como un fin en sí mismo).
Venezuela, muestra en la actualidad signos claros de vulnerabilidad económica (y socio-políticas) a la luz de  deficiencias en la instrumentación de políticas públicas,  que se ponen de manifiesto al observar que ocupamos el puesto 192 entre 195 países en el Índice de Libertades Políticas, el 176 entre 178 en el Índice de Libertades Económicas, el 161 entre 175 en el Índice de Corrupción, y el puesto 132 de 140 en el Índice Global de Competitividad. 
Tan indeseable escenario, explica en mucho la razón que en los 16 años ininterrumpidos del actual  Gobierno (equivalente a la histórica alternancia de 3 periodos constitucionales) habiendo ingresado más de un billón doscientos ochenta mil millones de dólares USA, en 2015 el país atraviesa por el peor momento de su historia económica a pesar que el ingreso nacional varió (en millones de dólares USA) desde 32.600 en 1999 hasta 128.439 en 2014 para un incremento porcentual del ¡294%! con años puntuales como 2005 cuando alcanzó 85.700, 2008 con 126.300 y 2013 con 134.200; variación que derrumba la tesis según la cual la crisis anunciada 2015 es consecuencia  de la disminución de los ingresos en 2014 por efecto de la caída de los precios petroleros ese mismo año, cuando en realidad gran parte del peso de la culpa radica, por un lado, en que el Gobierno intentó seguir manteniendo el gasto público al mismo ritmo precedente bajo la esperanza de un rebote del precio de nuestro crudo (aquí no está pasando nada) o en su defecto mediante una “ayuda divina”; y por otro lado ante la irracionalidad de haberse eliminado el fondo anticiclico en conjunción con la modificación de la Ley del BCV que facilita el uso discrecional de las reservas internacionales por parte del Ejecutivo Nacional. Complementariamente, se ha instrumentado una estrategia de desinformación en relación al desenvolvimiento de la economía nacional (que el ciudadano de a pie no la entiende pero la sufre) ya que el BCV no publica desde finales del 2014 cifras oficiales sobre inflación, escasez y PIB, lo cual está generando una incertidumbre que se traduce en una elevación de las expectativas inflacionarias que han llevado la puntual de septiembre a un 16,9% (superior a la anualizada de la casi totalidad de los países del mundo), hecho que entre otros desafueros económicos, propició que la Canasta Alimentaria (09/2015) reflejara un aumento del 280% en el último año hasta situarse en  a 50.625,52 bolívares equivalente a ¡7 salarios mínimos!.
Finalmente, el recordar la caída del precio de nuestro crudo en 1977 hasta 7$/b que obviamente indujo dificultades nacionales (con evidente efecto sobre la elección presidencial de 1978), que luego dio paso a un crecimiento sostenido del precio que llego hasta 106$/b para un incremento del ¡1414%! nos lleva a formularnos un par de interrogantes: 1.- ¿Cómo con 7$/b se logró subsistir enfrentado la crisis? y 2.- ¿Cómo con 106$/b entramos en el peor momento histórico de la economía? La respuesta es de perogrullo: en razón a la ineptocracia con marcada complicidad del quemeimportismo.
Jesús Alexis González    
 jagp611@gmail.com    
@jesusalexis2020

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