El
Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, instituciones que promueven
mejoras del nivel de vida, el desarrollo económico y la reducción de la pobreza en los 184 países
miembros (Venezuela se retiró de ambos entes en mayo 2007), pronosticaron y
anunciaron (con términos económicos de
difícil comprensión) un desastre económico para nuestro país al estimar una
caída en el PIB del 10% para 2015 y de un 6% en 2016 (la peor evolución en
Latinoamérica y el mundo) lo cual implica retroceder al nivel de actividad
económica que teníamos en 2006 (un salto atrás de 10 años), con una estimación
de inflación del 158% para 2015 y más del 200% en 2016; con el agravante que ese comportamiento
negativo puede, de no variar la ideología, mantenerse hasta el 2019.
Es de destacar, que esa estimación del 10%
y 6% en la caída (contracción) del PIB
inducen poca claridad en el ciudadano de a pie para llegar a preocuparse ya que ¡estamos
lejos del 100%!, al tiempo de no facilitar la comprensión de los efectos
adicionales (aparte de su permanente gastritis) que tendrá en su actual
desesperante situación de escasez, desabastecimiento y colas (que si conocen
muy bien) en todos y cada uno de los estratos sociales, salvo aquellos que
pueden viajar en avión propio o alquilado para hacer mercado con abundancia y
tranquilidad en el extranjero.
Pero, ¿Qué es el PIB? Muy simple: una
medición de la actividad económica referida a la cantidad de bienes y servicios
producidos en un país durante un tiempo determinado (comúnmente un año); que en
el caso venezolano el sector privado (tan maltratado por el Gobierno)
representa más del 64% del PIB y emplea cerca del 80% de los trabajadores. El
PIB, debe crecer normalmente algo más del 2% anual (es lo deseable) a menos que
se esté parando la economía (desacelerando) es decir una reducción del ritmo de
crecimiento, lo cual no representa una crisis ya que la economía sigue
creciendo; pero si deja de crecer por al menos dos trimestres consecutivos se
entra en una recesión (clara señal de alarma) que va causando una caída de la
producción que obviamente disminuye lo que se puede comprar al perder los
ciudadanos el poder adquisitivo bajando por consiguiente el consumo (motor del
crecimiento económico), que de continuar esa situación (decrecimiento) se entra
en una etapa de desastre cuando el PIB cae (como el 7% pronosticado para
nuestro país en 2015) pasando a una
depresión económica (lo peor que puede pasar) que obliga al cierre de empresas
(con la obvia destrucción del empleo), reduciendo el bienestar ante la aparición de la escasez
y el desabastecimiento que obliga, cuando se consiguen, a pagar altos precios
(inflación) luego de someterse a la humillación de largas colas, en un ambiente
de crisis que afecta negativamente la
economía, la política y la sociedad como un todo, muy especialmente al núcleo
familiar que con sus mismos ingresos debe comprar artículos que suben de precio
prácticamente a diario y se acumulan
durante todo el año (Índice de Precios al Consumidor); vale señalar que Venezuela tiene desde 2014 ¡seis
trimestres consecutivos sin crecer! aparte de una situación similar
experimentada entre 2009 y 2010 (sin más comentarios).
En
América Latina, Venezuela mostró para septiembre 2015 una tasa
inflacionaria del 16,9% mientras que en
otros países como Brasil se situó en 7,4%, Chile en 4,0%, Perú en 3,4%, Bolivia
2,4% y Guatemala un 0,03%, siendo nuestro país el único donde se observa una
pérdida del poder adquisitivo de los salarios en razón de la escasez, obligando
a las familias a buscar (en materia de alimentos) alternativas de menor calidad
o comprar menos (disminuyendo sus preferencias); a sabiendas que los mercados
informales (buhoneros) tampoco son una salida ya que muchos artículos como la
leche en polvo se vende con más de un 600% de incremento sobre el precio
“regulado”, el café en más de un 900% y la harina precocida (Harina Pan) en más de un 690%; mientras que
en los mercados formales (como Guaicaipuro en Caracas) el gasto para una
familia tipo de 5 personas aumentó en los últimos 4 meses (julio-octubre 2015)
en más de un 73% (un promedio de 20% mensual) situándose en unos 23.000Bs/mes
equivalente a unos ¡tres salarios mínimos!, destacándose casos como el tomate
que aumentó un 344% (400Bs/k), las alitas de pollo en un 341% (500Bs/k), la
zanahoria en un 120% (220Bs/k), la carne molida en un 43% (1.200Bs/k) y el
cartón de huevos en un 112% para 930 Bs (26 Bs/unidad). A este desesperante
ambiente, debe agregarse otras preocupaciones como que solo un 3% de la
población puede adquirir vivienda con financiamiento bancario, la estimación de
vehículos por venderse en 2015 representa una disminución de un 800% en
relación al 2007 (7.200 vs 43.336) y que sufrimos un “confinamiento hogareño”
ante la inseguridad reinante.
No es entonces pura casualidad, que a 9 de
cada 10 venezolanos les gustaría un cambio de rumbo en la orientación económica
del país que nos ha “conducido” a perder tres lustros de progreso, hasta
situarnos en 2015 (a pesar de haber ingresado en 16 años cerca de US$ un billón
300 mil millones) como la séptima economía Latinoamericana (bajando del cuarto
puesto ocupado en el 2000) detrás de Brasil, México, Argentina, Colombia, Chile
y Perú superando solo a Ecuador Republica Dominicana y Guatemala; indeseable
situación propiciada por la caída del PIB hasta unos US$ 132.000 millones (un
66% menos del obtenido en 2012) e igualmente equivalente a la mitad del PIB de
Colombia.
En fin, los venezolanos localizados en suelo
patrio nos estamos empobreciendo materialmente, pero en simultáneo estamos enriqueciendo nuestro afán de luchar
por la reconstrucción del país.
Jesús Alexis González
jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
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