El gobierno “revolucionario” se proclama anticapitalista pero se alimenta de los frutos del capitalismo, de uno de los manjares más exquisitos del sistema, como lo es la industria petrolera. Caracterizando al “modelo socialista”. Por un lado, se trata de una economía completamente dependiente de un producto: el petróleo. Nuestras exportaciones de hidrocarburos representan el 96%.
Las importaciones crecieron en forma muy preocupante, tanto así que importamos cantidades no despreciables de gasolina y otros derivados. En tiempo de “vacas gordas”, el régimen impuso un proyecto político denominado “socialismo del siglo XXI”, fue el pivote que reforzó la conformación de la actual economía y de la creación del grupo de países llamados los “chulos del Caribe”, a quienes le otorgaron petróleo y dólares en forma de regalos para vender la “revolución bonita”.
Por ese lado, se desangró el país, unido al gasto público como principal motor de la economía y la corrupción. Hoy cuando el precio del petróleo bajó, se destroza la economía, se profundizan las distorsiones económicas y crece el déficit fiscal. La inflación devora todo: sueldos, pensiones, utilidades y aguinaldos. Esa realidad combinada con los datos estadísticos de distintas variables constituye un fiel retrato de la situación económica del país y de la gestión gubernamental. Por ello el Banco Central de Venezuela oculta los datos pero no puede tapar la realidad. Para mantener el gasto corriente y tratar de llegar al 6 de diciembre, el BCV con su fábrica de hacer billetes, los utiliza para comprar a PDVSA “rumas” de bonos. Una vez los cobres entran a la caja, PDVSA los utiliza para cubrir los gastos políticos, subsidios y más burocracia, con lo que la cantidad de bolívares que circula en la economía, explotan los morteros de la inflación.
Nadie del gobierno sabe explicar cómo se las arregló la “revolución preciosa o bonita” para que tengamos que importar caraotas o café, no haya papel higiénico ni leche, y padecer la inflación más alta del mundo, con los precios del petróleo más elevados que podemos recordar.
La explicación es sencilla, es repetitiva, es la verdad: el “modelo socialista anacrónico colapsó”. Si no fuera por los ingresos en dólares de la venta de petróleo al capitalismo salvaje, el modelo estuviera enterrado. Pero la “revolución bonita” vive del capitalismo.
Las importaciones crecieron en forma muy preocupante, tanto así que importamos cantidades no despreciables de gasolina y otros derivados. En tiempo de “vacas gordas”, el régimen impuso un proyecto político denominado “socialismo del siglo XXI”, fue el pivote que reforzó la conformación de la actual economía y de la creación del grupo de países llamados los “chulos del Caribe”, a quienes le otorgaron petróleo y dólares en forma de regalos para vender la “revolución bonita”.
Por ese lado, se desangró el país, unido al gasto público como principal motor de la economía y la corrupción. Hoy cuando el precio del petróleo bajó, se destroza la economía, se profundizan las distorsiones económicas y crece el déficit fiscal. La inflación devora todo: sueldos, pensiones, utilidades y aguinaldos. Esa realidad combinada con los datos estadísticos de distintas variables constituye un fiel retrato de la situación económica del país y de la gestión gubernamental. Por ello el Banco Central de Venezuela oculta los datos pero no puede tapar la realidad. Para mantener el gasto corriente y tratar de llegar al 6 de diciembre, el BCV con su fábrica de hacer billetes, los utiliza para comprar a PDVSA “rumas” de bonos. Una vez los cobres entran a la caja, PDVSA los utiliza para cubrir los gastos políticos, subsidios y más burocracia, con lo que la cantidad de bolívares que circula en la economía, explotan los morteros de la inflación.
Nadie del gobierno sabe explicar cómo se las arregló la “revolución preciosa o bonita” para que tengamos que importar caraotas o café, no haya papel higiénico ni leche, y padecer la inflación más alta del mundo, con los precios del petróleo más elevados que podemos recordar.
La explicación es sencilla, es repetitiva, es la verdad: el “modelo socialista anacrónico colapsó”. Si no fuera por los ingresos en dólares de la venta de petróleo al capitalismo salvaje, el modelo estuviera enterrado. Pero la “revolución bonita” vive del capitalismo.
Jesús Alberto Barrios R.,
jesusalbertob@hotmail.com
@jesus_albertob
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