Cuando
escribo esta columna solo faltan 6 semanas para que se realice un nuevo proceso
electoral, el número 20 de esta era chavista. En esta oportunidad para para
elegir los diputados a la Asamblea Nacional, importante poder del Estado, hoy
dominado mayoritariamente por el gobierno, tal como ocurre con los restantes
poderes públicos. Como sabemos el legislativo es el poder que controla a los
otros poderes, en especial al ejecutivo. Cosa plenamente sabida que en estos momentos
que no se hace y más bien es un poder subordinado servilmente al ejecutivo. De
allí la importancia que adquiere esta elección. Es urgente, necesario,
prioritario, capital, digamos que de vida o muerte para la salud de la
república, que la conformación de esta nueva AN sea, mayoritariamente, no afín
al gobierno, para poder parar los disparates que este gobierno comete a diario y que están
destruyendo al país en todos los órdenes.
Todas
las encuestas a las que hemos tenido acceso nos indican que la oposición
democrática tiene una clara ventaja en cuanto a la intención de voto. En este
proceso se van a elegir 167 diputados. 51 por listas, 113 nominales y 3
indígenas. Sectorizando los resultados de acuerdo a estas encuestas conocidas y de no variar, se puede estimar obtener 35
diputados listas y 67 nominales, o sea 102 diputados (no hay datos sobre los
indígenas). Es decir que se estaría bien por encima de los 84 necesarios para
la mayoría simple (nombra la directiva de la AN y comisiones, aprueba presupuesto
y créditos adicionales, autoriza entrada a las barras, etc.), un pelín por
arriba de la mayoría calificad de 3/5 (voto de censura a vicepresidentes y
ministros, ley habilitante, etc.) y a escasos 9 diputados de los 2/3
(Activación de referendos, proyectos de leyes, tratados internacionales,
separación de diputados, calificación de leyes orgánicas, remoción y
designación de magistrados del TSJ, y miembros del poder Ciudadano, rectores
del CNE, reforma constitucional, convocatoria Constituyente).
Con
estos resultados se comenzaría a gestar el cambio que a gritos claman las
mayorías populares. Pero eso hay que trabajarlo duro para lograrlo. Bien se
sabe que una encuesta es una foto del instante, que puede variar y varía. Que
hay factores que influyen en ello y que la voluntad del elector es voluble. Que
todos los actores juegan. Agreguémosle a esto la vocación totalitaria, tramposa, corruptora, de este régimen
castro-comunista, el uso descarado que hace de los recursos del Estado y la
dudosa “imparcialidad” del CNE y del Plan República, la cosa no se hace fácil.
Por eso hay que estar alerta, no descansar, nada de triunfalismo, a patear la
calle las 24 horas de estos 36 días que faltan. Casa por casa, sumando votos y
voluntades cada día. Llevar el mensaje de cambio y esperanzas. Si es posible
una mejor Venezuela. Y tener una estrategia bien clara de cómo se van a
defender esos resultados. Sin miedo. Es la última oportunidad. Es el punto de
inflexión para comenzar el cambio o para hundirnos en el castro-comunismo y
perder el país. Un llamado cordial a los opositores que van fuera de las
planchas de la MUD. Piensen con la cabeza fría. Es mucho lo que está en
juego.
Iván
Olaizola D’Alessandro
Iolaizola@hotmail.com
@iolaizola1
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