lunes, 19 de octubre de 2015

CARLOTA SALAZAR CALDERÓN, PERO, ¿ENTONCES? ¿QUÉ HACEMOS?

Parafraseando a Hayek, la historia no se repite, pero podemos hasta cierto punto aprender del pasado para evitar su repetición. Digo esto porque acostumbrados, como estamos, a comparar la actualidad con situaciones pretéritas, pareciese que sí necesitamos aprender de ellas, pero no para quedarnos en el paralelismo irracional, sin guardar distancia debida de los tiempos de cada realidad política, la idea no es anunciar “Viene el Lobo”, no, la idea es tener comprensión del momento histórico y poder decir para dónde vamos. De eso trata este artículo.

El autoritarismo en Venezuela, a mí criterio,  comenzó en el 2005 en el Foro de Sao Paulo, cuando Chávez se le ocurre, la brillante o funesta idea de, confrontar el capitalismo perverso con el socialismo, como  la única forma para salvar al mundo. El socialismo como modelo económico antecede al comunismo, que sí es un modelo político, y va ligado a unos componentes de economía planificada que implica la estatización de la economía, igualdad social y distribución equitativa de la riqueza, un Estado sin Estado – que termina en un híper Estado, hipocresía insoportable -. Esta receta se implementó en Rusia, China, Camboya… y fue aplicada en parte por los regímenes fascistas y por los nazis. De tal suerte, que sí existen unos rasgos identificatorios de los modelos, pero como dice el gobierno: a la venezolana, porque en Venezuela la implementación responde a las realidades sociopolíticas del país, entonces, tenemos una sociedad con rasgos del caudillismo, individualista y cómoda, – utiliza los caminos verdes para el logro de sus objetivos - con vocación democrática en sus conceptos de libertad como libertinaje y voto para que los demás hagan y yo a lo mío, maltratada por el bipartidismo, harta de la corrupción; que además entendió el planteamiento del socialismo como solidaridad y ayuda a los demás. Por ello, el planteamiento de Chávez llega al corazón de la sociedad venezolana. Un hombre con unas extraordinarias dotes de comunicador logró que la gente creyera en él, en sus buenas intenciones y en el amor por el país. Por eso la sociedad permite que se comience a construir ese modelo de control social. Pero claro, no toda la sociedad venezolana, parte importante se resistió y por ello el gobierno aprieta y cierra, para consolidarse pese a la oposición.
Además, esa permisividad no es porque son tontos, no, es porque hay otros componentes: el aparato del Estado con todos los dólares de la nueva PDVSA socialista y el hiper presidencialismo que constitucionalmente arrastramos. En paralelo el Estado Comunal, inundación de propaganda pública, que impide a la gente pensar con libertad, adoctrinamiento, el miedo y las dádivas. Con estas líneas de acción la revolución ha ido, con mucha prisa consolidando un nuevo orden social, con sentido teleológico, nada es por casualidad, porque el objetivo final es controlar a la sociedad para mantenerse en el poder. El Estado impone el orden.
     Abona la cultura de caudillo. Chávez pasó a ser el último caudillo, con las características de tenemos por dentro, de ordeno y mando, no tengo aliados sino incondicionales y estás conmigo o estás contra mí. La figura fuerte a la que todos seguimos, la que nos sacará de esta condición de miseria y desigualdad.  Cultura tatuada en el comportamiento del venezolano desde la colonia,  cuando los líderes: oligarcas y liberales, asaltaban el poder. El orden social sometido a los designios del caudillo de turno: José Antonio Páez (creo una oligarquía conservadora centralista), José Tadeo Monagas (implantó una sucesión familiar en el ejercicio del poder), Antonio Guzmán Blanco (centralizó el ejercicio del poder en él), Joaquín Crespo (provoca el continuismo), Cipriano Castro (la constitución a la medida de un gobernante) y Juan Vicente Gómez el gendarme necesario, pacifica al país a costa de sus las libertades ciudadanas. Luego, de la lucha por la democracia son los partidos políticos los que asumen ese comportamiento, con estructuras leninistas, cerradas, y ahora se exacerba en los tiempos de Hugo Chávez.
Pero vamos al diagnóstico. El problema no es la economía planificada centralizada, es el empresario que se acobija en ese manto palaciego, usureros y chupadores del dinero público. El problema no es la patria, ya habíamos comenzado hasta celebrar en Semana Santa con los Huevitos de Pascua y a Halloween, como propios, todos queremos consolidar nuestra cultura, costumbres e idiosincrasia. El problema no es el Estado Comunal, que corrigiendo los paralelismo e inconstitucionalidades, es necesario, pero sin el control del PSUV ¡ni de ningún otro partido político! El problema no es que el gobierno imprima miedo, es que la gente se deje amedrentar y no es la propaganda, que de hecho son ingentes recursos de todos los venezolanos, es que la gente no quiera pensar. El problema no es la Sala Constitucional, por la que tanto se había luchado, es que esa Sala responda a los intereses de la revolución. El problema no es el voto automatizado, es el abuso del gobierno que la gente no controla y además que no van a votar.  El problema somos nosotros en un sálvese quien pueda, jugando al vivo criollo, se ha ido consolidando un modelo a todas luces autoritario.
La Rusia cerrada terminó con el Glásnot y la Perestroika, el fascismo y el nazismo con el triunfo de los aliados después de la Segunda Guerra Mundial y la China comunista cerrada con un hombre Deng Xiaoping, con el lema “no importa de qué color sea el gato con tal de que case ratón”. Ahora, nosotros los venezolanos, podemos utilizar las mismas recetas: no deberíamos. Si el socialismo del siglo XXI es la venezolana la vacuna también debe ser a la venezolana.
Ahora sí la propuesta. La situación es más complicada al hacer el análisis de la Venezuela de hoy, porque hay aspectos del modelo revolucionario, o como se llame, que son importantes rescatar y mejorar, por ello entrar en una fase de reconciliación nacional es indispensable. Pero eso no puede hacerse si no se conforma una comunidad política, vigilante diurna y nocturna, que empiece a reconocerse internamente, pensando en el colectivo y con objetivos comunes como sociedad. Sólo esa sociedad podrá combatir este autoritarismo y el que pretenda venir, porque ese autoritarismo lo llevamos por dentro propios y extraños.
Carlota Salazar Calderón
Carlotasc@gmail.com
@carlotasalazar
Venezuela

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