lunes, 28 de septiembre de 2015

THAYS PEÑALVER, SANTOS ¿PREMIO NOBEL DE LA PAZ?

Peor enemigo de la prosperidad es el populismo que las FARC y por eso en Colombia aún no llega el tiempo de arreglar cuentas...

En Latinoamérica y en buena parte del mundo siempre se habla del milagro chileno al referirse al éxito que han tenido como sociedad, por su increíble crecimiento económico sostenido y por la cohesión social y política que demuestran. Recientemente, en el siglo XXI comienza a hablarse del “milagro peruano”, pero nadie habla de un verdadero milagro, el colombiano.
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¿Quién lo diría? Pero más allá de la fatal promoción que hicieron las películas de Harrison Ford y Arnold Schwarzenegger y en su mayoría la visión hollywoodense que siempre presenta a Bogotá como una especie de ciudad selvática dominada por la soldadesca primitiva, existe una Colombia real que puede darse el lujo de decir que desde 1980 ostenta el tercer lugar de crecimiento de América Latina y que desde el 2.000, el segundo mejor crecimiento de su P.I.B  (Banco Mundial)[i]. ¿Quién lo diría? Pero a pesar de las espantosas promociones todavía más ‘espectaculares’ de Pablo Escobar y los hermanos Rodríguez, el milagro colombiano es único pues pasó de exportar siete millardos en productos industriales y agrícolas a más de veinticinco millardos y sí ¿quién lo diría? A pesar de las FARC, pasó de recibir 840 mil visitantes, de los cuales 400 mil eran turistas, a recibir 3 millones de los cuales 2,3 millones son verdaderos turistas y en verdad, pese al “peligro inminente”, parece que el único peligro real que existe: “es que te quieras quedar”.

Por eso vive en buena parte de la industria, las finanzas y los sectores de mayor influencia económica colombianos una falsa percepción de su futuro, basada en un ‘wishfull thinking’ que les indica: “si logramos todo esto contra Pablo Escobar y las Farc, imagínense adonde podemos llegar con la Paz” que cuando se conjuga con los intentos de todos los demás presidentes y su sentido común, al ver que el M-19 se plegó a la vida política, sin mayores sobresaltos, alguien grita: ¡Ha llegado la hora de la Paz!. La primera percepción es completamente cierta, sin las FARC Colombia sería mucho más prospera de lo que es y sin lugar a dudas uno de los pueblos más ‘industriosos’ –dentro de nuestro Macondo- latinoamericano y seguramente habría llegado más lejos que sus otros países hermanos. Lo segundo es incorrecto, porque muchos no entienden que Gustavo Petro como populista, es mucho más peligroso que armado como el “Comandante Andrés” en el M-19 y que el sueño de “Paz y Prosperidad” no es más que una quimera, si llega un populista a la presidencia, por lo que la tercera parte, lamentablemente tampoco lo es, ¡No! aunque sea doloroso y aunque falte verdaderamente muy poco, aún no ha llegado esa hora de la ansiada Paz.

Hace unos meses en Bogotá una queridísima amiga colombiana me hacia una precisión cuasi quirúrgica : “El hecho de que derrumbaran el muro de Berlín, no significa que cayera para el resto del mundo el comunismo” de hecho, lo que estamos viviendo debajo del trópico de Cáncer, no es otra cosa que las reminiscencias de los proyectos que continuaron su curso. El ascenso de los marxismos de Hugo Chávez, Dilma Rousseff, Cristina Kirchner, Morales y Correa, aunque la gente confunda que son parecidos, en realidad forman parte de un mismo proceso y de un mismo programa marxista, cuya aplicación varía de acuerdo a la calidad y fortaleza de las instituciones de cada país. 

En el caso de Venezuela Chávez la tuvo fácil, porque un hombre como él solo podía llegar al poder con instituciones que ya no podían sostenerse en pie, lo que quedaban eran cáscaras vacías, y en el caso de Dilma Rousseff se encontró con unas muy duras de roer. Pero todos sabemos que si Rousseff pudiera, hubiera sido más radical que Chávez, lo que jamás significa que no las debilitara, como en efecto ha ocurrido en Brasil.
  
Y es que lo que hay que entender, es que esos proyectos que continuaron su curso, están interconectados con el ascenso del marxismo de Podemos en España, Syriza en Grecia o los movimientos internos de Gran Bretaña encabezados por Jeremy Corbyn quien “venera la figura de Hugo Chávez” o de Beppe Grillo en Italia. Por eso la ‘intelligensia’ colombiana debería entender “el signo de los tiempos” y acometer su proceso de paz cuando culmine este ciclo histórico, comprender que éste aún no ha muerto, ni mucho menos está enterrado, porque Cuba, vapuleada por la caída del petróleo y la muerte de su principal benefactor, solo está generando una ‘petite ouverture’, un micro Glasnost que le permita generar expectativas en su gente, aparentando que mantiene el orden social mientras  gana tiempo y apuesta por ver si termina de cuajar este movimiento, que a todas luces ha perdido fuelle, pero que aún esta vivito y coleando.

El problema de la “Paz” es que no está vinculada realmente a la “prosperidad” porque las instituciones económicas, empresariales y financieras colombianas acostumbrados a financiar un presupuesto de guerra, aún no se han consolidado lo suficiente para enfrentar a su peor enemigo, el macro financiamiento del populismo marxista que hace del presupuesto de guerra una nimiedad. Los partidos políticos colombianos, como instituciones no están preparados para vivir sin su “enemigo necesario” que son las Farc, quienes cohesionan a la población en torno al voto  y serán las primeras víctimas del populismo político que descaradamente hará su aparición masiva. 

La institución llamada “clase media” será la mayor víctima de todas, porque su tamaño las hará prescindibles y la “inversión productiva” la exterminará, cuando haga su aparición la “inversión social”. Por no hablar del “enemigo público número uno” las Fuerzas del orden y los militares, cuando empiecen a aparecer los fundamentos jurídicos marxistas llamados “Memoria Histórica”, que no son otra cosa que el pase de factura de los comunistas a los siempre desprevenidos confiados demócratas y militares, y todo esto amparado por decenas de gobiernos e instituciones internacionales infectadas por comunistas en los últimos 15 años.

También hay que entender, que la Paz, en el caso colombiano, no llega por derrota y mucho menos por una real convicción de Paz. El interés de una de las partes, no es otro que, viendo los resultados desde Venezuela hasta Argentina y cómo avanzan los apoyos en Europa, es mejor continuar la lucha por implementar una posible dictadura comunistoide –que haga su negocio actual aún más prospero- por otras vías. Que está llegando el momento de la Paz en Colombia, es cierto. Que éste sea exactamente el momento, no lo es porque el estadista necesario no existe, existe sí la ilusión de la Paz sumada a una hipotética prosperidad o hasta posiblemente el acariciado sueño de un Nobel de la Paz además compartido, como el de Mandela-DeKlerc o Arafat-Rabin. En fin, es el empeño de pretender pasar a la historia a destiempo, a costa de destruir el “Milagro colombiano”.


Thays Peñalver
thays.penalver@me.com
@thayspenalver

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