Hace
más de diez años publiqué este artículo que ahora, con algunas modificaciones
repito. Lo hago porque al estar revisando mis archivos me he topado con él, y
con gran tristeza me doy cuenta que la situación de México continua suspendida
en ese limbo de ideas patulecas, confusiones elementales y acciones
equivocadas.
Era
entonces la alborada de la administración de la Esperanza, la de aquel vaquero
simpático y agresivo a quien los mexicanos entregamos todas nuestras
esperanzas. El encuentro con esta nota de hace años, coincide con la lectura
que hace un par de días pude disfrutar en un diario de la ciudad de México,
relacionados con el informe, titulados; "Buscar el futuro volviendo al
pasado", "Informe. Cambiamos para seguir igual". Llegaba
entonces a mi mente las palabras de Francis Bacon: "El que no aplica
nuevos remedios debe esperar nuevos demonios." A más de diez años de
distancia, en lo fundamental México no cambia y por ello, los demonios nos
rondan.
Hace
unos años fui invitado para dar una plática en el seno de un organismo
empresarial, que levantó tremenda polvareda. Lo afirmo debido a los comentarios
de uno de los participantes publicados en un diario de mi ciudad natal de
Hermosillo. Normalmente no hago lo que ahora me dispongo a realizar; debatir a
través de mis escritos. Pero debido a que el material ofrecido por este hombre
es tan interesante, me voy a apartar de mi costumbre. Sus afirmaciones solo me
confirman algo que hace tiempo descubrí y he plasmado en otro artículo
titulado: “Subdesarrollo es un Estado Mental.”
El
tema era la necesidad de que en México brote la verdadera libertad económica,
social y política que nuca han cabalgado en nuestro país. Lo más preocupante es
que estas ideas las exponga un miembro distinguido de nuestros grupos
empresariales.
Primero
me extrañaba el que esta persona iniciara su escrito con la cita de uno de los
marxistas latinoamericanos más conocidos del mundo. Eduardo Galeano es un conocido activista y de los
principales promotores de la guerrilla del EZLN y gran amigo del subcomandante
Marcos. Escribe mi crítico citando a Galeano: “El Oeste ha sacrificado la
justicia en el nombre de la libertad en el altar de la productividad. El Este
ha sacrificado la libertad en el nombre de la justicia en el mismo altar. El
Sur se pregunta si tal dios se merece el sacrificio de nuestras vidas".
Ahora,
si mi rival quiere hablar de libertad, hablemos, pero sobre hechos no conceptos
filosóficos abstractos estilo el filósofo de Güemes. Esta absurda afirmación es
sin embargo interesante. Vamos a interpretarla. En el Noroeste de nuestro
planeta se concentra casi el 80% de la riqueza mundial; es decir, en el resto
que comprendería el sur y prácticamente todo el este del planeta, no se produce
ni el 20% del PIB mundial. Cada año un grupo de instituciones de reputación mundial
publican un estudio llamado “Libertad Económica del Mundo.” Con sus datos nos
demuestran que los países más libres del mundo son los más prósperos. Los diez
países más libres del mundo son: Hong Kong, Nueva Zelanda, Singapur, Chile,
Suiza, Estonia, Canadá, Irlanda, Australia, Mauritius.
México,
como siempre, hundido en su mediocridad, ocupa el lugar #59 entre los cien
países estudiados. Entonces a la pregunta de mi crítico ¿Mi mundo libertario
haría más libres a los mexicanos? Yo creo que cuando menos ya no serían
esclavos, porque libres nunca han sido ¿Sería factor de desarrollo integral?
¿Lo ha sido en los EU? Un país como EU con una economía de más de 19 trillones
de dólares, en la cual el 70% de las empresas cotizadas en bolsa son
controladas por los fondos de pensiones de sus trabajadores, en la cual el 50%
de la población tiene inversiones directas en la Bolsa de Valores, y con
ingreso per cápita de $65,000 dólares, si no considera que ese ha sido un
desarrollo integral; pues entonces el habla Chino y yo Esperanto.
Su
afirmación más patética fue: “La "mano invisible" del libre mercado
propuesto por la teoría económica liberal que según ésta conduce a estadios de
justicia económica ¿es capaz de conciliarse con la justicia social? Yo creo que no, porque las ideas libertarias
se limitan a considerar sólo la parte conmutativa de la justicia y se olvidan
de su componente distributivo, sin el cual la brecha entre quienes cada vez
acumulan mayor riqueza y quienes cada ocasión sufren mayor pobreza, tiende a
ensancharse dramáticamente.” Cuando la leí por primera vez, pensé que estaba
recorriendo un escrito de Hugo Chávez o de algún miembro distinguido de la
Teología de la Liberación. Pero luego me dije a mi mismo, no debe de
extrañarme, ese es el pensamiento del marxista Galeano.
Por
cierto. Galeano falleció hace poco no sin antes ver la luz para confesar que
siempre estuvo equivocado.
Sin
duda los habitantes de Venezuela, Somalia, Zaire, Irán, Algeria, Nicaragua,
Burundi, Rumania, Uganda, Zambia--que son los países que ocupan los últimos
lugares de la lista de libertad, tienen un nivel de vida más “justo” que los de
Hong Kong, Singapur o Suiza.
Nuestros
intelectuales progresistas y compasivos manejan el concepto de justicia social
pero sin explicarlo y sin entenderlo. Me parece que tienen la misma confusión
que los revolucionarios franceses que perdieron el rumbo cuando no entendieron
el concepto de igualdad. “Nunca todos podremos ser iguales.” No todos podemos
ser altos, guapos, inteligentes. La igualdad es igualdad ante la ley. Si su
“justicia social” es la redistribución de parte de la “visible mano del
Estado;” que Dios nos agarre confesados.
La
actitud paternalista de pensar “¿qué es lo que el gobierno puede hacer por
nosotros?” implica el aceptar que el gobierno es el amo y el ciudadano su
siervo. Un hombre verdaderamente libre nunca se va a preguntar qué es lo que su
país puede hacer por él. Se preguntaría; ¿qué es lo que yo y mis conciudadanos
podemos hacer a través para ayudarnos a cumplir con nuestras responsabilidades
individuales para lograr nuestros objetivos y propósitos, y especialmente
proteger nuestra libertad.? Agregaría otra pregunta ¿De qué manera podremos
evitar que el gobierno que hemos creado se convierta en un ogro que devore
nuestra libertad?
Reformas
tan profundas como las que México requiere simplemente no serán posibles ni
durables si no las acompaña una reforma de las costumbres, de las ideas, de ese
complejo sistema de hábitos, conocimientos, imágenes que llamamos “cultura.”
Nuestras instituciones y mentalidades están muy lejos de la verdadera
democracia. Siguen siendo populistas, absolutistas, colectivistas, dogmáticas,
mechadas de prejuicios sociales, y muy poco tolerantes para con el adversario
político, amantes de las verdades absolutas, de una de las peores formas de
monopolio, que es el de la verdad. Entonces repito: “Subdesarrollo es un Estado
Mental.”
Ricardo
Valenzuela
chero@reflexioneslibertarias.com
@elchero
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