Una cosa vemos quienes padecemos esta
tragedia y otra muy distinta quienes observan desde el exterior y les parece
asombroso que Nicolás Maduro se haya atrevido a cerrar la frontera.
El decreto de estado de excepción no resiste
ningún debate jurídico. Lo ocurrido en la Comisión Delegada de la Asamblea
Nacional la semana pasada desde el Táchira, fue todo un circo lleno de
disparates y de lugares comunes Es injustificable desde todo punto de vista
decretar un estado de excepción para combatir algo que es bastante común en
países con fronteras tan extensas como la que tenemos con Colombia. Un gobierno
decoroso lo combate equipando y adecentando los cuerpos de seguridad apostados
en esas zonas fronterizas.
Contrabando: negocio de mafias.-
Para nadie es un secreto que las grandes
mafias existen en las fronteras, porque las mismas tienen mecenas en la Fuerza
Armada Nacional. Lo tenían antes de Chávez, y ahora también. Eso no es nada
nuevo. Claro, el contrabando de antes a esta locura -dizque revolucionaria-
fluía desde Colombia hacia Venezuela, porque el bolívar era verdaderamente
fuerte y robusto. No solo desde Colombia se contrabandeaba sino de otros
países. Historia de comerciantes que hicieron grandes fortunas con el
contrabando, tenemos de sobras. Ahora emergieron contrabandistas en otros
rubros y hacia diferentes destinos. Gasolina y gasoil, son productos que se
llevan, porque hay otros que se dedican a traer otro tipo de mercancía, por
ejemplo, comida podrida y cereales, con sobreprecio: negocio redondo y en
dólares, ejecutados en una cómoda oficina de maletín.
Así que “vayan a lavarse el paltó” con ese
cuentico bufo de que la intención es combatir el contrabando. Porque si en
realidad quieren hacerlo, deberían comenzar cambiando el errático modelo económico,
que ha destruido toda la nación; eso para no recomendar examinar las cuentas
bancarias y el estilo de vida que mantienen algunos militares que en los
últimos tiempos han estado en puestos fronterizos. Basta con ver a muchos
capitanes y hasta sargentos que seguramente tienen -por decir lo menos- un
vehículo que muy pocos venezolanos pudieran comprar con su trabajo lícito. Que
conste, no estoy señalando carros chinos, cuyo monopolio, por cierto, también
lo tienen ellos, aunque esos vehículos los dejan para “bachaquear” y venderlos
a precios exorbitantes.
Al pobre le aplican más “excepción”.-
Acá, desde hace rato, lo que vivimos es un
permanente estado de excepción no decretado formalmente. Ello si tomamos en
cuenta que el estado de excepción conlleva a la restricción de las garantías
constitucionales. No me digan que las fulanas OLP, que se despliegan por todo
el país, no demuestran palmariamente que las garantías en verdad ya están
restringidas: las fuerzas policiales penetran la morada de humildes personas,
los detienen y arrestan sin orden judicial. Y de cada operativo, como si fuera
eso natural, salen varios ajusticiados. Así que, en verdad, lo que necesitamos
es que se decrete un estado de excepción de lo que estamos viviendo. Una
excepción de la excepción, algo así.
Pablo
Aure
pabloaure@gmail.com
@pabloaure
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