¿En
qué terminaron las ideologías?" El Papa rompe respondió:"...en
dictaduras siempre, siempre"
"No
sirve una mirada ideológica que termina usando a los pobres al servicio de
otros intereses políticos y personales. Las ideologías terminan mal. No sirven.
Las ideologías tienen una relación, o incompleta, o enferma o mala con el
pueblo. Las ideologías no asumen al pueblo... Por eso fíjense en el siglo
pasado. ¿En qué terminaron las
ideologías? En dictaduras siempre, siempre. Las dictaduras piensan por el
pueblo, no dejan pensar al pueblo. Sí claro, ellos [los dictadores] dicen que
todo por el pueblo, ¡pero NADA CON EL PUEBLO! Esas son las ideologías".
Lo
anterior lo dijo el Papa Francisco antes en La Asunción, no en Cuba. Cada patio
tiene su crisol y cada vasija riega su semilla. Pero en un mundo globalizado,
el mensajero se confunde con el mensaje.
El Papa al decir de Mires ("El Papa fariseo"), no fue a Cuba a
cuestionar el poder constituido. Fue a pregonar la palabra de Dios, en todos
los rincones de la tierra. Palabra que no oculta el ideal de libertad, humildad
y amor. Palabra que trasciende, porque para el líder de la iglesia Católica, la
política, el poder o la ideología, pasa por poner su mirada en los pobres. No
aprovecharse de ellos para propósitos personales, inhabilitando su derecho a
pensar y tener oportunidades.
Para Francisco, las sociedades deben reflexionar
su habilidad de construirse "como un hogar común". Que lo haya dicho
a Fidel cara a cara, no sabemos. Igual fue receptor de esa estela moralista que
enbiste cada milímetro de su toga papal, por tener Mario Bergoglio, una vida
que practica lo que predica. La sola presencia de Francisco, recordó las
palabras sembradas por Juan Pablo II en su visita a Cuba en 1998, cuando lanzó
al mundo su vigoroso mensaje:"Vengo como peregrino del amor, de la verdad
y de la esperanza que Cuba se abra al mundo, que el mundo se abra a Cuba",
siendo que en su homilía en Camagüey, agregó: "Debemos ser valientes en la
verdad, audaces en la libertad, constantes en la responsabilidad, generosos en
el amor e invencibles en la esperanza". Cuanto coraje inspiró ese mensaje.
Defensa de la verdad, que encarna Francisco. Plante que recuerda a los
dictadores que "la libertad religiosa no es un privilegio que depende de
estrategias políticas, sino el reconocimiento de un derecho inalienable".
No
es sencillo escindir ideología y poder. Desde Hobbes y su filosofía política en
el Leviatán, (1651), el Estado emergía como el "contralor" de la
naturaleza humana, causante de guerras y exterminios. Rousseau y su Contrato
Social, "alivió" la discreción del Estado, con sus ideas de libertad
civil, soberanía, república y separación de poderes. Marx denuncia al
capitalismo e introduce la lucha de clases, responsabilizando a la plusvalía,
los abusos y carencias de la sociedad. Y con la llegada de la ilustración y la
modernidad, pensadores como Max Weber y su Ética Protestante y el Espíritu del
Capitalismo, incitaron el trabajo puntual y bien pagado, abogando por un
capitalismo "cuyos hábitos favorezcan la búsqueda racional de ganancias
económicas y una forma de vida bien adaptada que supere a otras, de tal forma
que sea una vida común a grupos enteros de personas". Así las ideologías han sido un instrumento
evolutivo de la consciencia y del desarrollo de las civilizaciones. Pero cuando
se convierten en "instrumentos de dominio y de poder", aparece el
fundamentalismo, que no es más que el arrebato de la buena fe. Dogmatismo
denunciado por el Papa Francisco, en su discurso memorable ante el Congreso de
EEUU (primero en la historia), donde pidió "luchar contra el
fundamentalismo y toda forma de polarización, que divida a la sociedad".
Esa es la impronta el Papa en Cuba, en América, en el mundo. Ese es el recado
bien envuelto que le dejó el Papa a Fidel en el libro de Armando Llorente,
padre-jesuita exprofesor del hombre de oliva. Una forma audaz de pedirle al
otrora alumno de Belén de La Habana, que se reconcilie con un pasado que
"no se puede seguir valorando con el criterio del presente". Un
pasado no-redimible, que los dictadores anclan como una lanza para justificar
su "eterna" permanencia. Ahí reposa el mensaje: "La libertad no
es un privilegio. Es el reconocimiento de un derecho inalienable". Como
inalienable es el derecho de los pueblos a "amarse los unos a los
otros" (no armarse los unos contra los otros) e inalienable es el deber de
"tratar a los demás, como queremos ser tratados".
Francisco
nos emplaza a ser más lo que somos: seres humanos. Libres para vivir, libres
para dar. Le habló a Cuba o América como Papa y como Mario José Bergoglio. Con
su irrenunciable espíritu de humildad. Espíritu que se confiesa "va mas
allá de ser religioso o creer en Dios". Un espíritu que preguntó a los
mortales sobre la tierra: "¿En qué terminaron las ideologías?", y que
al rompe respondió:"... en dictaduras siempre, siempre". Y no por
casualidad el Papa cerró apelando a la Biblia [Mateo 7.2], mirándole al mundo a
sus ojos: "Con la misma vara que midas, serás medido... pues Dios nos
juzgará de la misma manera que nosotros juzgamos a los demás". Amén padre.
El que tiene ojos...
Orlando
Viera-Blanco
vierablanco@gmail.com
@ovierablanco
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