Dicen que
esta revolución bolivariana del socialismo del siglo XXI, no es revolución, ni
es bolivariana, ni es socialista ni mucho menos es del siglo XXI. Es sólo la
excusa utilizada por una caterva de piratas, corsarios, bucaneros y
filibusteros que se encaramaron en ese proceso para destrozar este bello país
en nombre del Libertador y de los pobres.
Piratas
que les importa un comino el ideario de Bolívar o la filosofía marxista, con
tal de llenar sus alforjas con el botín del erario público. Corsarios al
servicio de países extranjeros para aprovecharse de nuestros recursos
naturales. Bucaneros y filibusteros dedicados a importar cualquier cosa y
destruir el aparato productivo nacional. Todos ellos disfrazados con un trapo
rojo y un cucurucho del mismo color en la cabeza.
El
resultado de esta toma por asalto de las instituciones democráticas del país no
podía ser otro que la bancarrota. No hay un solo indicador positivo que pueda
mostrar la mal llamada Revolución Bolivariana del Siglo XXI . Todos ellos
apuntan hacia el hundimiento, la miseria y la desolación.
Si no
referimos al desabastecimiento de alimentos, medicinas, repuestos, materias
primas y demás rublos; según todas las
investigaciones divulgadas hasta ahora, menos las del Banco Central de
Venezuela que mantiene un silencio cómplice; ronda el 75 por ciento o más. Ello
significa que la inmensa mayoría de los venezolanos está sufriendo el terrible
drama de la escasez. De eso se salva únicamente la macollita del régimen, que
hace sus compras en el exterior y se trae la mercancía en sus yates y aviones
privados.
En cuanto
al costo de la vida, Venezuela pasó a ser el país más caro del mundo para sus
ciudadanos; el más costoso porque sus habitantes obtienen sus salarios en
devaluados bolívares, pero se ven obligados a pagar los bienes y servicios que
consume a precios dolarizados de acuerdo a la cotización del mercado
negro. Por eso, el costo de vida para los venezolanos es más alto que para los
habitantes de ciudades como Nueva York, Londres o Madrid.
Hablar de
la devaluación de nuestra moneda lo que da es vergüenza. Recientemente una
cadena de noticias internacional dijo que “el dinero de Venezuela vale menos
que una servilleta grasienta para sus ciudadanos” mostrando la fotografía de
un hombre que sostenía una empanada con
un billete para no ensuciarse las manos de manteca. El bolívar ha sufrido una
devaluación de más del 700% en un año. Nuestra moneda vale menos que un centavo
y, en consecuencia, el salario mínimo de un trabajador venezolano es apenas de
13 dólares al mes.
Si nos
referimos a la inflación todo parece indicar que Venezuela batirá este año sus
records históricas. De acuerdo con los pronósticos de los más reputados
economistas, para el cierre de este lapso, la inflación se ubicará entre 110% y
200 %, la más alta del mundo, lo que generará un notable incremento de los indicadores de pobreza y
desempleo, convirtiendo en héroes a los
venezolanos que sobrevivan por su enorme esfuerzo de aferrarse a la vida.
La inseguridad es otro de los logros de
esta baratija revolucionaria. El último estudio realizado por el Observatorio
Venezolano de Violencia revela que la tasa de homicidios en el país aumentó a
82 por cada 100 mil habitantes y nos coloca al como la segunda nación del mundo
en la que ocurren más asesinatos, con un promedio de 25 mil crímenes cada año.
Esto, sin referirnos a secuestros, robos, atracos, violaciones y otros delitos,
que ni siquiera se denuncian, ¿para qué?
La educación es otro estruendoso fracaso
en este tugurio en el que han pretendido convertir a Venezuela la cuerda de
maleantes que se ha apoderado del poder. Los educadores de vocación reportan
que cada año hay más niños y adolescentes venezolanos que abandonan la escuela,
porque perciben que esa no es la vía para salir de la pobreza. Este año se
calcula que más de 100 mil jóvenes entre 15 y 16 años de edad dejaron de
inscribirse en los centros educativos
Nadie puede mirar un hospital público en
Venezuela sin sentir pavor. Es como mirar a la muerte. No hay insumos, no hay
equipos y cada vez son menos los profesionales de la salud que deciden trabajar
en ellos por el miserable sueldo que reciben
por el trabajo de salvar vida y arriesgar las suyas, ya que esos centros
se han convertido en teatro de operaciones del hampa. El agua, la luz, …son artículos de lujo!
Por suerte, esa fiera reprimida que es el
pueblo venezolano, ha tomado consciencia de la estafa y solo espera el 6D, las
elecciones parlamentarias, para ponerle punto final a esta revolución de
pacotilla.
Omar
González Moreno
programamardefondo@hotmail.com
@omargonzalez6
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