Con
la reunión que se dio en Quito el lunes 21 de septiembre entre los presidentes
de Venezuela y Colombia tratando de normalizar el impase por la situación que
se vive en la frontera, esperamos que logremos un poco de tranquilidad
espiritual en medio de tanto problema que tenemos en la agenda, pero no se ve
nada fácil.
Cualquier
cristiano sabe muy bien que en toda la zona fronteriza, desde hace muchas
décadas la población criolla, campesina, indígena vive sumergida en el
abandono, la desnutrición, la carencia
de servicios sanitarios, seguridad,
educativos, comunicacionales, empleo, etc. Cualquier cristiano sabe que
la zona fronteriza parece otro país, como si estuviera perdido en una novela
rural de hace cien años, cuando Doña Bárbara montaba a caballo por esas
llanuras persiguiendo ganado extraviado y viajaba en un bongo remontando el
Arauca.
En
ese sentido, ambos países deben abocarse en enfrentar esa realidad de miseria y
subdesarrollo: Es un problema serio de Estado, no es un conflicto político
circunstancial, en consecuencia, dicho tema requiere que no se siga politizando y se use como parapeto de campaña
electoral, cuando en el centro del asunto está la vida de la gente de “carne y
hueso” que sufre, padece el abandono; el hambre, las dificultades diversas
hasta para comprar un kilo de harina.
Por
ello, gente como uno saluda que ambos cancilleres se sienten a conversar con
responsabilidad y los equipos de trabajo enfrenten los graves problemas de vivienda,
defensa, seguridad, infraestructura, información a través de radio y TV., salud, etc., etc. que tiene la gente.
Entonces,
de la misma manera, después de esa distracción circunstancial, los venezolanos
requerimos del Estado y del gobierno que se siente a atender la escasez, el
sufrimiento que vive la población ante el desabastecimiento, entre otros
asuntos nada marginales como la delincuencia, la falta de producción, empleo,
la inflación, electricidad, agua, vivienda y muchos asuntitos que requieren gestiones audaces y efectivas.
Al
día siguiente Maduro va a despertar mirando que en la Urb. 23 de Enero en
Caracas, parroquia emblemática del chavismo, sus candidatos están perdiendo la
diputación por diez puntos; ahora doña Cilia también se dará cuenta que tenemos
un problema con Guyana el cual quedó en el limbo y no sabemos qué han hecho las
comisiones nombradas por Maduro para atender el Esequivo, mientras los
guyaneses siguen avanzando y tomando territorio.
Algún
cristiano rojo rojito del gobierno, tal vez logre ver cómo la imagen del
gobierno de Venezuela se encuentra de alas caídas con el manejo de los derechos
humanos de los presos políticos, las dificultades en el manejo de la libertad
de expresión y la desconfianza sobre el CNE y los otros poderes del Estado.
Por
lo pronto, viene navidad y la perspectiva habla que este es el peor año
económico para Venezuela, esas hallacas van a estar escuálidas. Todos veremos
un gobierno fracasado, mientras en la frontera el estado de excepción impide
disfrutar los derechos que la constitución protege.
Luis
Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
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