sábado, 12 de septiembre de 2015

JOSÉ VICENTE CARRASQUERO A. EN LA PEORES MANOS

Hemos trillado hasta el cansancio que este es el peor gobierno que ha tenido la República desde su  fundación. La calidad de vida del venezolano se ha deteriorado de una forma alarmante. El pueblo está sumido en un situación de pobreza que nos pone a la cola de los demás países del continente. No se ven colas en otras naciones del hemisferio para adquirir cosas que la gente da por garantizadas. Desde comida y productos de higiene personal hasta vehículos y enseres de todo tipo pueden ser observados en viajes a Ecuador, Nicaragua o Bolivia para nombrar solo países socios de la clase política gobernante en Venezuela, que no de su pueblo.

Hemos repetido a la saciedad que la actual clase política llega al poder gracias al hartazgo del pueblo con las dirigencias partidistas que tuvieron la mala práctica de prometer y no cumplir. Cada cinco años los venezolanos se veían en medio de un carnaval electoral en el que se ratificaban las ofertas proselitistas de siempre.  El posterior comportamiento del gobierno electo nada tenía que ver con la solución de problemas que se convirtieron en crónicos y produjeron el cansancio del pueblo con unos partidos a los cuales no le querían creer más.
Se abrieron espacios para nuevos actores políticos que retomaron esas promesas incumplidas y las relanzaron como suyas. Esta vez, con una tierra fértil para que el reproche y la culpa hiciera pensar a muchos votantes que era el momento de darle la oportunidad a otros actores. Mucho se oyó decir en aquellos tiempos que peor de lo que estábamos no íbamos a estar.
Y resulta que los pueblos, contrario a lo que decía Rafael Caldera, si se equivocan. Y es que en política peor que lo anterior siempre es posible. El deterioro comienza por la calidad intelectual de la clase política emergente. En particular siempre me llamó a la desconfianza el hecho de que la aparición en el escenario público venezolano de estos nuevos actores se diera a través de un sangriento intento de golpe de estado que retrotrajo a Venezuela a situaciones que se consideraban ya superadas en cuanto a mecanismos de resolución de conflictos en nuestra sociedad.
Una lectura de los presuntos planes que tenían los golpistas una vez que se hicieran del poder, mostraba una puerilidad infantil en la concepción de la política venezolana. Una suerte de pensamiento mágico resolvería los problemas del país que según los decretos tenían su origen fundamental en la ausencia de limitantes morales de los funcionarios en ejercicios de sus cargos.
Quinquenios después de la llegada al poder de esta clase política nos encontramos en una situación mucho peor que la lleva los golpistas frustrados de 1992 a emprender su aventura sangrienta que todavía hoy causa graves perjuicios a la evolución del país.
No es para nadie un secreto que a la sombra de esta clase política ha crecido un grupo de nuevos millonarios que exhiben niveles de riqueza verdaderamente ofensivos. Periodistas allegados al gobierno presentan denuncias de fiestas y viajes que realizan miembros de esta clase política en forma que afrenta a quienes hoy permanecen en colas o deambulan por la ciudades en busca de cualquier cosa que necesiten.
La nueva burguesía cuenta con mansiones en otros países, abultadas cuentas en dólares norteamericanos, aviones para trasladarse sobre todo a los imperialistas aeropuertos de la Florida. Usted no lo va a creer, hay entre ellos quienes organizan parrilladas en sus casas de Caracas con productos debidamente traídos de Miami en vuelo que al objeto realizan en sus propias aeronaves.
Mientras, las madres hacen colas para conseguir leche o pañales. Ni hablar de cuando necesitan buscar una medicina. Los enfermos crónicos sufren además de su padecimiento, la incertidumbre de si conseguirá o no la medicina que necesita para controlar su dolencia.
Poco se sabe de La Casona, la casa que el pueblo venezolano destina al presidente y su familia. La misma que Chávez prometió convertir en un centro para atender niños desamparados, es presuntamente ocupada de forma irregular por la descendencia del extinto mandatario. ¿Es que heredaron algún tipo de privilegio impropio de los sistemas verdaderamente democráticos? Es una clara muestra de la elasticidad moral del chavismo que no se puede llamar de otra forma que corrupción.
Las diferencias más importante entre los políticos de la era 58-98 y los actuales son su capacidad intelectual y su formación académica. No va a encontrar usted entre los miembros del partido de gobierno a un Gustavo Tarre o a un Luis Emilio Rondón padre. No ve usted en la Asamblea Nacional un diputado revolucionario que pueda hilar efectivamente un discurso que no esté innecesariamente cargado de epítetos, insultos y mentiras. Las dificultades en la mecánica bucal del mismo presidente de la AN son lamentablemente notables.
He allí nuestra desgracia, el país está en manos de unas personas de poca formación y escaza capacidad de entendimiento. Eso ayuda a explicar que un país petrolero que recién sale de una racha de riquezas sin precedentes en la historia se encuentre en la lamentable y vergonzosa condición de pobreza que hoy sufren los venezolanos.
Jose Vicente Carrasquero A.
botellazo@gmail.com
@botellazo

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