Sabiendo
que su futuro depende del resultado electoral del 6 de diciembre el gobierno
apela a todo, no solo el ventajismo que refuerza un modelo donde todos los
poderes dependen de Miraflores, sino toda la hegemonía comunicacional al
servicio de los candidatos oficialistas.
Eso
ha permitido el poder de inhabilitar dirigentes, torpedear, intervenir Partidos
políticos (el caso de Copei), dictar sentencias tipo Leopoldo López y,
descalificar y agredir a sus adversarios. El juego del gobierno va más allá, se
expresa en manipular conflictos externos en función del interés electoral.
El
presidente Maduro puso a Venezuela a discutir las disputas territoriales con
Guyana y Colombia al mismo tiempo, con el propósito de generar un sentimiento
nacionalista, desviar la atención de la grave crisis económica y social, además pensó podría capitalizar ese
sentimiento políticamente en las elecciones parlamentarias.
Ese
juego es peligroso cuando se usan esos temas para política interna. Las
reclamaciones de esta naturaleza se mantienen firmes, no generando conflictos
sino respetando las leyes internacionales.
Sin
embargo, debo reconocer responsablemente que la estrategia cubana está haciendo
efecto. La provocación del gobierno a Colombia le está saliendo bien. Maduro ha
logrado la meta de distraer la atención nacional e internacional hacia un tema
distinto a la realidad que vivimos. La situación económica del país sigue
deteriorándose aceleradamente y la respuesta del gobierno es más confrontación,
para el gobierno no hay otro tema que el conflicto con Colombia, tratará de
extenderlo mientras la escasez, la inseguridad, el colapso de los servicios
públicos, el endeudamiento de nuestro país y la inflación avanzan
implacablemente; los bomberos no tienen camiones cisterna, las ambulancias de
los bomberos están deterioradas y no tienen sistema de oxígeno; en los
hospitales no hay cómo hacer radiografías, no hay medicamentos y a los
pacientes los ponen en observación en el piso o en una silla. No saben cómo
detener esta triste situación, cómo controlar el descontento.
Por
eso no podemos envestir el trapo rojo que nos tiende el gobierno, es la crisis económica. La mentira tiene
patas cortas, olvidan que el 6 de diciembre todos tenemos la oportunidad de ser
legalmente los protagonistas del cambio. Eso lo sabe el gobierno, en
consecuencia, genera un clima de confrontación propicio para perjudicar las
elecciones en el contexto de su estrategia política, que no deja de ser un
juego peligroso.
Jesús
Alberto Barrios R.
jesusalbertob@hotmail.com
@jesus_albertob
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