El odio y la ineficiencia
que han demolido siglos de nuestra civilización, abrieron una ancha y profunda
brecha por donde se inoculó y se continúa inoculando en nuestro cuerpo social
argentino el virus de la ruina moral y con esta, la funesta desorganización
social que a ojos vistas, tiene todos los caracteres de una horrorosa
catástrofe.
¿Cuál será el destino de
nuestro pueblo después de esta hora agónica?; ¿aflorará por fin, la tan deseada
justicia social y la no menos necesaria solidaridad fraterna?. ¿Conocen
nuestros políticos las dimensiones del cambio que se está produciendo en las
estructuras sociales y económicas con el “modelo de inclusión K”, para poder
prever sus consecuencias?.
La paz es hija de la
justicia, esa señora de ojos cubiertos con la que pocos políticos quieren
verse, unos porque han sido carcomidos por un corrosivo anhelo de riqueza que
les hizo perder la brújula de la moderación y otros, infatuados con el poder,
han hecho retroceder a las conquistas sociales que se le concediera a la
sociedad argentina a tiempos remotos de injusticia.
Hoy, muchos hermanos miran
hacia el futuro con poca esperanza, y otros, con demasiada desesperanza lo ven
con ojos apocalípticos. ¿Cuánto tiempo puede persistir una esperanza que no se
revele a la vida en obras?.
Debemos ganar la victoria
sobre el odio, la desconfianza, la insolidaridad y la especulación, que tan
fácil nacen y tan ligero se diseminan.
Pero mientras solo oigamos
clamar por justicia con detrimento de la caridad y la solidaridad fraterna, a
las que no se las tienen para nada en cuenta, la paz social no pasará de ser
una utopía; todo lo halagadora que ustedes quieran, pero...una simple utopía al
fin.
Deben tener en cuenta
señores políticos que no hay peor consejero que el hambre, pues si los hombres
lo padecen (y lo están padeciendo), no es nada extraño que estos se arrastren
hasta las mayores ignominias para satisfacerlo, y esas imágenes las podremos
ver en breve, si ustedes no resuelven las necesidades elementales de la
población.
En los actuales momentos en
el que más punzante y más dolorosa que nunca se realiza la queja por la falta
de veracidad de las promesas; en un tiempo en que los errores ampliamente
difundidos por los medios de comunicación con una tenacidad ya manifiesta, o ya
disimulada, se esfuerzan por conquistar a la opinión pública; en un tiempo en
el que con más habilidad que nunca, supieron ganar la voluntad del pueblo,
debieran ustedes, como un acto de contrición, evangelizar la política, para que
Dios refuerce vuestras manos, dé luz y valor a los impulsos de vuestros
corazones, y les permita corregir los rumbos, porque, de no hacerlo así,
estarán profundizando la depresión y el desempleo y con ellos, estarán
alimentando la insustentabilidad social y económica de la política en curso,
todo lo cual, no hará otra cosa que agravar aún más la situación anómica y
prerevolucionaria (desde el punto de vista psicosocial) que la sociedad
argentina padece.
En
azul y blanco
Hugo
Cesar Renes
hcr1942@yahoo.com.ar
@hcr1942
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