Venezuela siempre fue un país con los brazos
abiertos para recibir a personas de otras nacionalidades que llegaban por
distintas razones. Muchos europeos de origen judíos llegaron huyendo de la
persecución y cacería humana emprendida por el gobierno nazi de Adolfo Hitler,
luego, años mas tardes en la dictadura de Pérez Jiménez, siguieron llegando
europeos, especialmente italianos, españoles y portugueses, tratando de
reiniciar sus vidas porque sus países habían quedado prácticamente devastados,
precisamente por la guerra que iniciara el tirano Hitler en su empeño de
convertirse en amo y señor del mundo.
Pero antes, durante la invasión colonial que
vivimos por parte del imperio español, también llegaron personas de Africa,
claro que no lo hicieron por su propia voluntad sino que los españoles
invasores los trajeron como esclavos.
Pero estas personas después de la independencia, progresivamente se
fueron integrando a las familias venezolanas, hasta que llegó el momento de ver como una catira pelo amarillo
y de ojos azules descendiente da familias europeas en segundas y terceras
generaciones, empatada con un hombre de
piel negra y pelo ensortijado, o viceversa con hijos café con leche. Era el
orgullo de ser venezolano, no importaba el color de la piel.
En la década de los 70 y los 80, la
democracia venezolana recibió a miles de perseguidos políticos venidos de
Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile, quienes salieron huyendo de las
dictaduras militares que pisoteaban esos países. Eran social cristianos, social
demócratas, socialistas, radicales, liberales y comunistas, pero los
venezolanos nunca preguntamos a cual
partido pertenecían, eran perseguidos políticos, y había que protegerlos. Hoy
cuando muchos de ellos ejercen cargos importantes en sus países, le han dado la
espalda a la democracia venezolana. Ejercen solidaridad automática comunista o
el régimen les puso bozal de arepas.
En los últimos tiempos de revolución
bolivariana hemos visto como cantidades de negocios de todas las
características, que antes eran propiedad de portugueses, italianos y
españoles, han sido comprados por chinos, y la mayoría de los venezolanos han
visto como normal esta situación, y poco a poco han ido aceptando al chino como
su proveedor de alimentos y de otros enseres que antes recibía de los europeos
residentes en nuestro país, o de sus hijos como herederos y como venezolanos
que nacieron en nuestro país. Nunca ha existido en los venezolanos esa cultura
de xenofobia. Tampoco existe en Venezuela la xenofobia religiosa. En nuestro
país conviven todas, sin ese odio a muerte que vemos diariamente en otros
países. Los gobiernos anteriores a la democracia, ni los democráticos surgidos
desde 1958, ni los mucho menos los venezolanos como tal, nunca hemos practicado
la xenofobia. En Venezuela es común ver una mezquita donde asisten los judíos a
rezarle a su Dios, muy cerca de una iglesia donde van a lo mismo los católicos,
u otras donde van los llamados cristianos o evangélicos. Para los venezolanos
palabra xenofobia no existe como práctica.
A los colombianos, a quien mas nos parecemos,
con quienes compartimos, no solo una frontera muy activa y valores muy comunes,
nos duele mucho como familias enteras
con décadas de residencia fueron echadas de nuestro país, donde para la
Guardia Nacional Venezolana por instrucciones de arriba, el único delito que
aplicaba era la de ser colombiano, tal como hizo el tirano Adolfo Hitler en su
época de dictador de Alemania para mandar a millones de personas al trabajo de
esclavos, y cuando ya no podían dar mas, los enviaba a los hornos a quemarlos
vivos, solo por ser judío.
Esa práctica xenofóbica aplicada contra
nuestros hermanos colombianos, no es de venezolanos. Parece más bien caribeña
llegada de Cuba, donde los tiranos hermanos Castro, durante 56 años han
pisoteado a los habitantes de esa isla, pasándose por el forro todos los
articulados universales sobre los Derechos Humanos. Para estos tiranos no
existe la Carta de la ONU ni la de la OEA. Lo que si existe es una pandilla de
delincuentes que llegaron al poder en algunos países de la región disfrazados
de demócratas, tal como lo hizo el zorro para comerse a caperucita, que lo
apoyan, lo idolatran y hasta le besan la botas.
Gerónimo
Figueroa Figuera
geron2ff@hotmail.com
@lodicetodo
CNP:569
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