martes, 15 de septiembre de 2015

GABRIEL S. BORAGINA, EL DERECHO NATURAL

Luego de realizar una aguda y contundente critica al utilitarismo, explica el Profesor Dr. Alberto Benegas Lynch (h):

"La perspectiva del derecho natural es sustancialmente distinta. Natural en este contexto no alude a la condición primitiva del hombre ni a leyes físicas sino a las propiedades de la especie. Alude al orden natural circunscripto al ser humano. 
Las plantas, las piedras y los perros tienen propiedades que le son características. El hombre también posee propiedades exclusivas que lo distinguen. 
El derecho natural se refiere a las facultades de hacer o no hacer por parte del hombre sin obstaculizar iguales facultades de terceros. Si cada ser humano es único desde el punto de vista anatómico, fisiológico, bioquímico y, sobre todo, psicológico, para que pueda actualizar sus potencialidades hay que dejarlo que siga su camino. 
El hombre al actuar pretende pasar de una situación menos satisfactoria a una que le proporcione mayor satisfacción, lo cual implica hacer uso del análisis subjetivo basado en el libre albedrío y la consiguiente responsabilidad individual. Para que esto sea posible es menester respetar en primer término su vida y consecuentemente todo lo que adquiere de modo lícito. De esta manera se sustentan los derechos que, como queda dicho, son naturales porque no son consecuencia del invento ni del diseño del hombre sino que le preceden y emanan del antes mencionado orden natural."[1]
A las criticas absurdas y pueriles que intentan decir que el derecho natural seria un derecho que "prescinde" de la sociedad o que sería antisocial no puede menos que contestársele de esta manera tan clara como la que resulta de la cita precedente. 
Va de suyo que, el derecho es una ciencia social, y la doctrina del derecho natural en modo alguno viene a desmentir que el derecho es por esencia social. 
Lo que sucede en realidad es que la doctrina del derecho natural violenta a los espíritus totalitarios y a esos tantos que pululan por todas partes que anhelan o quisieran imponer sus propios criterios, decisiones y -sobre todo- valores a la sociedad, y para hacerlo se escudan en el aparentemente inocente rótulo de "defensores de los derechos sociales, o de la sociedad". 
En realidad, lo que no confiesan es que bajo esa máscara, lo que verdaderamente sueñan es con someter a la sociedad a sus propios caprichos. Por eso, es absolutamente cierto que los derechos naturales están ínsitos en el hombre, es decir, en su propia naturaleza humana, y afirmar esto no implica negar ni desechar a la sociedad como acusan esos espíritus totalitarios, sino que -por el contrario- la palabra "hombre" en este contexto no alude jamás al hombre aislado. Ni tampoco esta indicando que existan hombres que tengan "derechos" por encima de los demás. 
El vocablo "hombre" apunta a todo el género humano por igual. Incluye a hombres y mujeres, y no solamente a específicas personas. Por supuesto, una mentalidad socialista o socialistoide no puede comprender nada de esto.
"El derecho natural o iusnaturalismo se opone al positivismo legal que sostiene que no hay norma alguna extramuros de la ley positiva, lo cual descalifica la posibilidad de que hubiera tal cosa como una ley injusta, con lo que el poder legislativo pretende justificar cualquier atropello a los derechos de las personas que son anteriores y superiores a la existencia misma del legislativo."[2]
Hoy en día, nuestro mundo vive inmerso en el océano del positivismo legal donde "es ley" lo que una mayoría circunstancial desea que sea "ley" y donde esa mal llamada "ley" se traduce, en la generalidad de los casos, en violaciones al derecho de otras personas, y en que esa mal denominada "ley" responde ordinariamente al capricho de accidentales mayorías, que van mutando de gobierno en gobierno. Con lo cual, según quién gobierne, se dictan normas contra grupos opositores, y cuando estos finalmente llegan al poder, promulgan contranormas para vengarse de los que les precedieron en el mando. A esto, es a lo que debemos el caos jurídico en que el mundo hoy se encuentra sumergido.
"Estirando el concepto de utilitarismo puede decirse que resulta útil respetar el derecho natural, lo cual constituye una visión un tanto retorcida del utilitarismo que, así, de facto, se convierte en partidario del derecho natural."[3]
En realidad, los partidarios del positivismo legal que hoy dominan el universo jurídico por doquier, invierten la fórmula, y pretenden convencernos que el "único derecho posible y existente" es el derecho legal (positivo), queriendo borrar del mapa el derecho natural que es el verdadero derecho, y que no es un derecho "antisocial", ni tampoco representa el "derecho" de un hombre aislado, y menos aun contrario al orden social. El orden social es resultado del derecho natural y no a la inversa.
"El primer registro escrito del orden natural se encuentra quinientos años antes de nuestra era, en una obra de Sófocles, cuando Antígona discute la decisión del gobernante de dejar a uno de sus hermanos insepulto. Tal vez resulte oportuno transcribir una breve cita de Cicerón que nos ilustra acerca de adónde apunta el proceso evolutivo del descubrimiento del derecho, aunque la idea antigua de "ley natural" difiere del "derecho natural" a partir de Locke quien, a su vez, fue influido en esta materia por Grotius, Pufendorf y Hooker. 
La cita nos dice que: "No es posible debilitar la ley natural con otras leyes ni derogar ningún precepto suyo, ni menos aún abrogarla por completo; ni el Senado ni el pueblo pueden libertarnos de su imperio; no necesita intérprete que la explique; no habrá una en Roma, otra en Atenas, una hoy y otra pasado un siglo, sino que una misma ley, eterna e inalterable rige a la vez todos los pueblos en todos los tiempos." 
Por su parte, Montesquieu escribió en 1748 las primeras líneas Del espíritu de las leyes de este modo: "Las leyes, en su significación más extensa, no son más que relaciones naturales derivadas de la naturaleza de las cosas" y unos renglones más adelante afirmaba que "Decir que no hay nada justo ni injusto fuera de lo que ordenan o prohíben las leyes positivas, es tanto como decir que los radios de un círculo no eran iguales antes de trazarse la circunferencia"[4]
[1] El juicio crítico como progreso. Editorial Sudamericana. Pág. 663 664
[2] A. Benegas Lynch (h). El juicio... ob. Cit. Pág. 663-4
[3] A. Benegas Lynch (h). El juicio... ob. Cit. Pág. 663-4.
[4] A. Benegas Lynch (h). El juicio... ob. Cit. Pág. 665

Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina

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