domingo, 13 de septiembre de 2015

EUGENIO MONTORO, EL PRIVILEGIO DESLIZANTE

         Uno de los huéspedes más comunes en el quehacer humano es el privilegio. Va desde las llamadas  “buenas costumbres” hasta los vericuetos de los gobiernos. Se me ocurre llamarlo deslizante pues en la mayoría de los casos su forma de crearse y establecerse es suave y se desliza como alfombra bajo los individuos hasta deformarse.

         Como intuyo no se entiende qué carajo quiero decir van algunos ejemplos. En un autobús repleto de pasajeros es costumbre darle el asiento a alguna mujer o a un viejito. La sociedad les ha dado ese privilegio. El gerente de una empresa grande tiene el privilegio de tener asignado un buen vehículo. Es política de esa empresa.
         Pero ocurre que los privilegios aceptados parecieran no ser suficientes y las personas, sobre todo de algún poder, crean sus propios privilegios y es allí, dependiendo del gusto o ambición de cada quién, donde se deforman las cosas.
         Ejemplos. El gerente de la empresa exige puntualidad a todos pero él no cumple ningún horario. Por su cuenta llegó a la conclusión que su alta posición debe tener ese privilegio y punto. El presidente de tal País decide usar  el avión presidencial para que su hermano con toda su familia y algunos amigos viajen de vacaciones a Italia. Por su cuenta también llegó a la conclusión que ya que tiene mucho trabajo y no puede salir de vacaciones pues que su hermano disfrute de su privilegio.
         El privilegio deslizante es como un monstruo silencioso que devora la integridad de las personas y no solo es causante de pérdidas materiales sino que además genera los modelos que imitarán otros individuos que también considerarán como válido crear sus propios privilegios.
         Es posible que a Elías Jaua no se le hubiera ocurrido viajar con todo y niñera a menos que su entorno diese como aceptable el uso personal de aviones de la Nación. Elías no inventó ese privilegio pero ya estaba inmerso en la costumbre de hacerlo.
         A altas personalidades del gobierno venezolano les han tomado fotos donde se ven con costosos relojes, carteras o vestimenta imposibles de adquirir con sus sueldos. Privilegios inventados y sabrosos.
         Una de las curiosidades es el aferramiento y defensa que los inventores sus privilegios hacen para justificarlos. “Tú no sabes cuánto trabajo… y entonces? Que tiene de malo que tenga mi botellita de 18 años en la oficina pagada por la empresa?”. “ Estos zapaticos son importados, yo los cargo a gastos varios del Ministerio, nadie se da cuenta”
         La poca moralidad en el invento de privilegios personales promueve también la corrupción que puede ir desde los más sencillos funcionarios hasta los jerarcas. “Los tipos me ofrecieron una comisión de 50 mil dólares si les ponemos la orden de compra a ellos, tú crees que yo voy a pelar ese boche?”.
         Y así el privilegio deslizante infecta a toda una Nación y la corrompe hasta su médula. Solo por cambiar eso vale la pena ir a votar el 6 de Diciembre. Viva Venezuela.
Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67

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