martes, 22 de septiembre de 2015

ENRIQUE G. AVOGADRO, MUERTOS Y DEGOLLADOS, DESDE ARGENTINA

"Estúpido no es el hombre que no comprende algo, sino el que lo comprende bastante bien y, sin embargo, procede como si no lo entendiera". Charles Richet
Creo que lo sucedido esta semana en la Justicia tucumana ha sido lo más relevante de la década; nunca antes, desde que reestrenamos la democracia en 1983, alguien en la Argentina ha tenido los redaños suficientes para decir, y firmar, que aquí se hace fraude, que eso termina con el único derecho que nos queda en esta pseudo-democracia, y que todas las elecciones realizadas desde entonces tienen esa mácula de origen. Seguramente hoy tendremos en Chaco otra demostración de qué sucede cuando se mezclan, en un triste cocktail, la pobreza más extrema, la más genocida corrupción y el populismo más desembozado.

Al referirse a lo ocurrido en el Jardín de la República, y ante la inminencia del pavoroso escándalo en que pueden convertirse las elecciones nacionales de octubre, a nuestra egregia Presidente se le soltó la correa final: lisa y llanamente, calificó como un golpe de estado la sentencia y llamó -emulando a Hebe Bonafini- a la ciudadanía a tomar por asalto el Poder Judicial, esta vez encarnado en dos jueces que integran una Cámara de Tucumán que, para vergüenza de sus pares porteños, se atrevieron poner freno al poder y a decir que no están dispuestos a convalidar la violencia y la trampa utilizadas para impedir que los inexplicablemente enriquecidos señores feudales pudieran correr el riesgo de perderlo. Los fieles muchachos entendieron rápidamente el mensaje, empapelaron la ciudad con afiches agraviantes y las fotos de los jueces e intentaron ingresar a los Tribunales locales para linchar a los díscolos, amén de apedrear la casa de una de ellos.

No fue la única perla negra presidencial que adornó la 38° cadena nacional del año, antes de viajar a Cuba -¡otra vez estamos en manos de Guita-rrita!- para encontrarse allí con SS Francisco, a quien también deberá decir adiós. Se atrevió, consciente de que nadie tendría la posibilidad de confrontarla, a revestirse con los hábitos de campeona de la libertad de prensa y de la austeridad republicana. Después de trece años de la rapiña más desaforada que recuerde nuestra historia, del desparpajo en la utilización de los bienes públicos para su provecho personal, de la violación sistemática a todas las leyes y sentencias, y de la feroz persecución a los medios que no se doblegaron ante su trono, confieso que la impunidad que exhibió volvió a asombrarme.

Pero lo importante, sin duda, fue ese ataque feroz a la Justicia. En un gobierno donde nadie contesta siquiera un saludo sin pedir permiso a la jefa, los dichos del violento Carlos Kunkel cuando, muy suelto de cuerpo, dijo que si la Corte Suprema provincial confirmaba el fallo de la Cámara, desde el Gobierno central se intervendría al Poder Judicial tucumano "¡y listo!", confirmaron cómo viene la mano desde la Casa Rosada. ¡Qué buen ejemplo de civismo y republicanismo! pero, ¿qué se podía esperar de un terrorista que, en los 70's, estaba dispuesto a tomar el poder por las armas y conducir a un pueblo supuestamente engañado "hasta la victoria, siempre"?

La señora, acostumbrada como está a desplazar jueces y fiscales incómodos o, simplemente, a suicidarlos, dijo que la oposición tucumana había hecho "forum shopping", y a denostar a los magistrados por sostener, a su criterio, que los pobres no sabían votar. Las imágenes que todos los días invaden las pantallas y los medios gráficos prueban, más allá de cualquier duda, que sus señores feudales y hasta sus barones del Conurbano cambian votos por favores, se traten éstos de bolsones de comida, de empleos públicos, de electrodomésticos, de dinero en efectivo o de drogas, mientras embarazan los padrones con extranjeros importados por un día o de muertos resucitados al efecto.

Otra muestra flagrante del caradurismo imperante la proporcionó Anímal Fernández, acusado de ser el jefe del narcotráfico nacional y autor intelectual de varios asesinatos, cuando -sin que se le moviera un pelo del bigote- exigió a Mauricio Macri que explicara el affaire Niembro, mientras lo aplaudían a rabiar su hijo Máximo, Boudou, Insfrán, Alperovich, Manzur, Capitanich, Beder Herrera, Closs, Fellner, Zamora y su mujer, Jaime, Schiavi, Uberti, de Vido, Olasagasti, Báez, Sancho, Sanfelice, Cristóbal López, Ferreyra, Oyarbide, Freiler, Ballestero, Canicoba Corral, Casanello, Gonella, Reposo, ¡Giles! Carbó, Alicia Kirchner, Romina Mercado, Milagro Sala, Hebe de Bonafini, Sergio Schoklender, Liuzzi, Elazkar, los secretarios privados presidenciales, el jardinero del Calafate y tantos otros que integran la asociación ilícita genocida que se ha llenado los bolsillos saqueando impunemente el país durante la década ganada (sólo por ellos).

Es cierto que, cuando alguien va vestido íntegramente de blanca pureza, como pretende el PRO, cualquier pelusa se nota pero, que quienes lo acusan sean estos tigres tan manchados de mugre supera todo límite: ¡un poco de autocrítica, muchachos, que lo que hicieron ustedes equivale a millones de Niembros! No creo que escuchen esta apelación, así como tampoco supongo que cederán en la ya inveterada costumbre de ensuciar al equipo contrario, a pocos minutos del final del partido, con denuncias que, cuando ya resulta tarde, se revelan falsas; Enrique Olivera, Francisco de Narváez y Luis Juez fueron algunas de las víctimas.

Tampoco habría que olvidar en ese catálogo semanal la respuesta de nuestro doctoral Ministro de Economía a la Diputada Victoria Donda, quien había obtenido que la Justicia lo conminara a presentar los índices de pobreza y miseria; el groucho-marxista Kiciloff, haciendo gala del mismo cinismo de siempre -recuerde cuando dijo que no se publicaban porque resultaban "¡estigmatizantes!"- argumentó que ese cálculo dependía de factores diversos y que no resultaba posible hacerlo. Con ese mismo criterio, el ex Jefe de Gabinete y actual candidato a Intendente de Resistencia dice que, en Chaco, la desocupación no existe y que la pobreza alcanza al 0,5% de la población de la provincia, mientras miles de chicos mueren por desnutrición.

Estamos a prácticamente un mes de las elecciones nacionales, y todo apunta a que entonces se repetirán todas estas maniobras, ya que el cristinismo y sus vociferantes acólitos siguen sin dar muestras de aceptar un resultado que puede resultarles gravoso. Nadie prevé un escenario de grandes diferencias en el número de votos y eso llevará a que la contienda electoral se defina por escasos decimales; así, y con los hechos que tenemos a la vista, ¿quién creerá en los resultados si el oficialismo se impone? Porque, convengamos, sólo quien controla las elecciones desde el mismo Ejecutivo, confecciona los padrones, manda sobre las fuerzas de seguridad que las custodian y transportan las urnas, administra el Correo Argentino y realiza el escrutinio está en condiciones de cometer fraudes y alterar los resultados.

Los dados siguen rodando y el mes de octubre será, sin lugar a dudas, un tiempo interesante para los argentinos; se confirmará así que la famosa maldición china nos estaba dirigida.

Enrique Guillermo Avogadro
ega1@avogadro.com.ar
@egavogadro

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