martes, 15 de septiembre de 2015

BEATRIZ DE MAJO, ¿CONVERSAR Y ENTENDERSE?, COLOMBIA EN CAPSULAS

Para que exista alguna posibilidad de una conversación fructífera entre Colombia y Venezuela hace falta que haya una intención franca de las partes de sobreponer los obstáculos que se están presentando entre los dos países. Para ello hay que poder definirlos y abordarlos con buena fe y estar dispuestos a aportar los correctivos para subsanarlos. Pero antes que nada, es preciso que la voluntad de entenderse exista, que la actitud sea proclive a la franqueza pero también al respeto del contrincante. Ninguna de estas condiciones parece está presente del lado venezolano. Cada palabra que profiere nuestro Presidente para dirigirse al vecino está impregnada de sorna, de ironía, cuando no de provocación y de falta de respeto.

Juan Manuel Santos podría tener la mejor inclinación a resolver los conflictos fronterizos que efectivamente existen, cuales quiera que estos sean, pero un lenguaje verbal que lo haga posible es imprescindible. Si la imperiosa necesidad de provocar al vecino está siempre presente del lado venezolano de la ecuación, solo podrá haber circo para la galería.
Una segunda condición para que sea útil o viable un intento de entendimiento es emprender el diálogo con la verdad por delante. En la frontera con Colombia existe realmente una miríada de dificultades ancestrales en más de un terreno. ¿Quién puede negarlo para esta fecha y quien puede negar que el olvido de la región es un pecado ancestral, atribuible por igual a los dos gobiernos?  Narcotráfico, contrabando, secuestros, vacuna, violencia y maltratos, sicariato, todo ello además de pobreza, son temas de alto calibre que requieren de un plan conjunto minucioso que los atienda y resuelva, de un compromiso firme de las dos partes. Analizarlos y buscar soluciones permanentes   en medio del actual conflicto al que nos ha llevado la declaratoria de excepción, su equivocada instrumentación  y las deportaciones inhumanas que tienen características muy erosivas para una de las partes, no es el ambiente adecuado.
La forma abrupta y violenta con la que nuestro gobierno ha abordado y atendido los problemas fronterizos en esta coyuntura reviste un conjunto de violaciones a los derechos humanos de los nacionales colombianos y ha lesionado, físicamente y en sus haberes materiales, a un contingente importantísimo de personas en una región delicada e incendiaria también para los colombianos.  Con ello, Venezuela  ha agredido al gobierno vecino poniéndolo en la posición de ejercer una defensa activa de sus nacionales. Pero además, nuestros voceros han involucrado en el desencuentro una serie de argumentos que se ubican al margen de la verdad. El conflicto fronterizo ha sido aderezado, equivocadamente, con temas que tienen que ver con el deplorable manejo de la economía nacional, con la equivocada  política cambiaria, con el desabastecimiento nacional que no es culpa sino nuestra,  con un supuesto plan desestabilizador organizado por un expresidente colombiano que hasta involucraría un atentado contra la presidencia venezolana. Los medios de comunicación del Estado venezolano han emprendido una descalificación sistemática del gentilicio colombiano provocando un rechazo y actitudes xenofóbicas ofensivas contra la colombianidad en su conjunto .
Y todo esto ocurre mientras paradójicamente se pone de bulto es que este conflicto no se resuelve sin que los dos mandatarios se junten a encontrarle una solución ya no a los problemas históricos sino además a pasar la página sobre las ofensas, las burlas, las amenazas.
Todo esto hace creer que no existe realmente una voluntad sincera de resolver los entuertos y de restablecer un modus vivendi pacifico en la frontera, de nuestro lado. Lo que lo hace más flagrante aun, es la declaratoria de excepción en el Zulia, en el momento en que ya está convocada una reunión de distención entre los dos mandatarios.
Cada momento cobra más peso la idea de que este problema fronterizo se ha instaurado en busca de extraer para el gobierno de Venezuela otro tipo de beneficios. Es un comentario mundial.
Nos queda pedir que demuestren lo contrario. 
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo


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