Una
de los recursos más odiosos que empleaba el imperialismo norteamericano durante
su época altanera y ostentosa era la torcedura de brazos, es decir las
presiones sobre los gobiernos para que votaran en la forma que le convenía. Yo
fui víctima en dos ocasiones de intentos de esa naturaleza. En una el gobierno
venezolano resistió a las presiones y mantuvo su voto. En otra el gobierno
cedió y me vi obligado a renunciar a mi condición de Jefe de la Delegación en
la conferencia en la cual se produjo el cambio de voto porque no estuve de
acuerdo con esa decisión.
Pero
no era sólo el imperio, también el régimen soviético manejaba a su antojo a los
países que habían quedado atrapados tras la cortina de hierro.
Esa
práctica resulta todavía más execrable cuando es empleada por un gobierno que
se auto-califica de socialista y anti-imperialista pero que en definitiva es
más imperialista y colonialista que sus predecesore. Mantener como rehenes
con un bozal de petrodólares a un grupo de gobiernos es, a todas luces, una
infamia.
Hemos
visto cómo en la OEA el régimen chavista, valiéndose de su manirotismo y
supuesta solidaridad socialista ha logrado alinear a un grupo de gobiernos de
forma tal que se comportan como fieles cachorros falderos a la hora de emitir
un voto en una instancia internacional y más concretamente en el Consejo
Permanente de ese organismo. Da vergüenza, pena ajena, constatar que países
respetables se conviertan en rehenes por la conducta vergonzosamente borrega de
sus dirigentes. Esto resulta todavía más abominable cuando se trata de un voto
crucial en una decisión de la cual dependían la ecuanimidad o la iniquidad.
Por
un voto el Consejo Permanente de la OEA desestimó la solicitud de Colombia de
que se convocara una Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores
para considerar la crisis planteada por el cierre de la frontera común. Se
necesitaban 18 votos para reunir la mayoría requerida, pero solamente 17 países
votaron a favor. Ostensiblemente fue Panamá el país que cambio el voto. La
presión (o amenaza) en relación con el pago de acreencias pendientes – una
vulgar torcedura de brazo – hizo que por un voto fracasara la moción que
perseguía la justicia. Al parecer, una llamada telefónica desde el extremo
opuesto del mundo bastó, como en el pasado imperial, para que un gobierno
cambiara su voto.
La
mayoría de la prensa escrita colombiana ha calificado este revés como una
derrota. En mi opinión no hubo tal derrota. Quizás hubo algo de precipitación
por parte del gobierno colombiano resultado de la magnitud y gravedad de la
crisis surgida en la frontera y la tragedia humana subsiguiente. Pienso que con
un poquito de paciencia Colombia habría podido amarrar la mayoría requerida. En
el resultado de la votación se aprecian importantes deserciones de
incondicionales del frente chavista. Específicamente Guyana, Jamaica, Santa
Lucía. Bahamas y Barbados, países de
CARICOM, apoyaron a Colombia. Además en las abstenciones se aprecia que
prácticamente todo el resto de CARICOM prefirió desligarse de la movida
chavista. Granada, San Cristóbal y Nieves, San Vicente, Trinidad y Tobago
Antigua y Barbuda, Belice se abstuvieron desligándose del frente chavista que
en el pasado había funcionado como una aplanadora, inmovilizando al Consejo
frente a situaciones similarmente delicadas.
El
ilegítimo, quien hasta hace apenas unos días presagiaba la muerte de la OEA por
inservible, por estar supuestamente
controlada por una burocracia imperial y por estar dedicada, según él, a
“organizar conspiraciones”, ahora debe estar bailando en un solo pie porque
valiéndose una más de una sucia jugada logró paralizar al Consejo Permanente.
Lo
ocurrido en Washington ha servido para que Colombia experimente la misma
sensación de soledad e indiferencia que sentimos los venezolanos como
consecuencia de la indiferencia de los gobiernos de “países hermanos”. “Me
siento sola. Acá se violan los derechos humanos y nada pasa. Si no se convocó
la reunión de Cancilleres es que piensan que el problema no es tan grave. Pero
si esta región no se da cuenta de lo que está pasando, entonces si es más
complejo” Esto lo dijo la Canciller Holguín en una entrevista a Radio Caracol.
No es
que nos reconforte el padecimiento ajeno. Pero los venezolanos llevamos más de
16 años constatando la indiferencia, la apatía, la incuria de los países de
nuestra región (con contadas honrosas excepciones) ante los abusos, atropellos,
desmanes, violaciones y toda clase de delitos que comete a diario el
chavomadurismo contra la venezolanos indefensos y desprovistos de los más
elementales recursos de defensa frente a las tropelías del régimen. Más de 16 años de hipocresía de gobiernos que
se proclaman democráticos.
En
resumen, no hubo fracaso ni derrota en Washington sino predominio de la
inmoralidad característica de las tiranías. Fue una victoria pírrica que ha
puesto en evidencia el debilitamiento de la lealtad comprada con petrodólares.
Adolfo
Taylhardat
adolfotaylhardat@gmail.com
@taylhardat
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