La ruptura de relaciones entre Estados Unidos
y Cuba fue una decisión de la Casa Blanca, que puso punto final al deterioro de
las relaciones entre los dos países.
El presidente Dwight Eisenhower, en la nota
ejecutiva al efecto refería "es mi esperanza y mi convicción que en
un futuro no muy lejano será posible que la amistad histórica entre nosotros
encuentre una vez más su reflejo en relaciones normales, de todo tipo". La
parte final del documento apuntaba, "Mientras tanto, nuestra simpatía está
con el pueblo de Cuba, que ahora sufre bajo el yugo de un dictador".
Eisenhower, tampoco el futurólogo más calificado, podía presagiar que Estados
Unidos restablecería relaciones diplomáticas con una Cuba que cincuenta y cinco
años después muestra la penosa
distinción de contar con dos dictadores y no con uno, como sucedía el 3 de
enero de 1961.
Este 20 de julio los gobiernos radicados en
Washington y La Habana restablecieron relaciones diplomáticas, una decisión que
como afirman muchos analistas, abre una ruta en la que no faltaran
desencuentros y problemas, reto que ambos gobiernos han decidido afrontar.
Aunque la ruptura fue una decisión de
Washington una somera investigación permite conocer que el presidente John F. Kennedy hizo al
menos un intento por descongelar las relaciones con Cuba, gestión que no recibió respuesta de La
Habana.
El republicano Ronald Reagan dispuso que el
embajador Vernon Walter volara a la isla y sostuviera una entrevista con Fidel
Castro. Antes, en el primer año de su gobierno, determinó que
Alexander Haig, secretario de Estado, se encontrara en México con Carlos
Rafael Rodríguez, vicepresidente del régimen de la isla.
Antes que Reagan, y bajo el gobierno de
Richard Nixon, se afirma que el mandatario ignoraba la gestión, el secretario
de estado Henry Kissinger envió un mensaje a Fidel Castro planteando que
consideraba absurda la política de su país hacia la isla.
Los esfuerzo de aproximación de
Kissinger a la dictadura cubana se
acentuaron bajo la presidencia de Gerald Ford, cuando Washington determinó no oponerse a la decisión de de la Organización de
Estados Americanos de que los estados miembros, que así lo desearan, estaban en
libertad de normalizar sus relaciones con La Habana. Ford también eliminó el
embargo comercial impuesto a Cuba de comerciar con subsidiarias de
corporaciones de Estados Unidos.
Kissinger en su afán de repetir laureles hizo
que dos enviados suyos se reunieran con sendos
funcionarios cubanos con el fin de explorar la posibilidad de
restablecer relaciones. Los representantes de La Habana fueron categóricos, las
relaciones pasaban al menos por un relajamiento del embargo, a los pocos días
Cuba enviaba miles de soldados a Angola. La frustración del inefable secretario
de Estado fue tan visceral que propuso a Ford aplastar a Castro.
El presidente
James Carter fue el mandatario que más se esforzó por establecer
relaciones con Cuba a excepción del presidente Barack Obama, sin embargo sus
esfuerzos fueron torpedeados por los Castro porque entre sus requerimientos
demandaba un irrestricto respeto a los
derechos humanos, compensación por las propiedad confiscadas a ciudadanos de
Estados Unidos y el cese de las intervenciones militares de Cuba mas allá de
sus costas.
Carter
entre otras decisiones suspendió los vuelos de aviones espías sobre Cuba, firmó
un acuerdo pesquero y de limites marítimos, autorizó los viajes de
estadounidenses a la isla y estableció contactos diplomáticos directos al
acordar ambos gobiernos la apertura de oficinas de interese en las respectivas
capitales. Esfuerzos que inexplicablemente La Habana congeló al incrementar su
presencia militar en Angola y enviando un contingente de miles de soldados a
Etiopia.
Por
último la dictadura obsequió al mandatario estadounidense el éxodo de El
Mariel, lo que afectó dramáticamente la
política migratoria de Estados Unidos y la figura presidencial.
Durante
su mandato Bill Clinton firma un segundo acuerdo migratorio con Cuba, pero La
Habana impide otro tipo de aproximación cuando derriba las avionetas de
hermanos al rescate, por su parte el presidente George W. Bush incrementó las
sanciones contra el gobierno cubano, sin dar muestras de estar interesado en
establecer mejores relaciones.
En
cambio el presidente Barack Obama, durante la campaña electoral en el 2007
declaró enfáticamente que la política hacia la isla era fallida y que era
preciso cambiarla, promesa que se
materializó el pasado 20 de julio.
La
realidad es que hasta ahora el gobierno de Cuba había ignorado todos los
esfuerzos de Estados Unidos a favor de un acercamiento diplomático, quizás
porque en el pasado la voluntad de Washington de descongelar las
relaciones pasaba por demandas que los
hermanos Castro nunca han estado dispuestos a satisfacer, porque consideran que
la Casa Blanca debe otorgarlo todo y el Palacio de la Revolución nada.
Pedro
Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
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