El abominable crimen de Liana Hergueta, la mujer
de 53 años que fue inmovilizada con un shock eléctrico, violada, asesinada por
asfixia y luego descuartizada en pedazos; concentra todo el odio, la avaricia,
el sadismo y la crueldad que solo los psicópatas son capaces de cometer. Pero
más grave aún es la pretensión del régimen de Nicolás Maduro y su grupete de
sacarle rédito político a ese horrible suceso atribuyéndole la responsabilidad
del asesinato de esta señora, que nada tenía que ver con política, a la
oposición democrática venezolana.
Cuando comenzaron a circular a través de
los medios de comunicación que controla el gobierno las versiones según las
cuales esos perversos homicidas estaban relacionados con importantes dirigentes
de la oposición, no faltó quien recordara a la tristemente célebre Irma Ilse
Ida Grese, una de las más crueles y famosas criminales nazi , quien poco antes
de morir en la horca confesó: “Comenzábamos a descuartizar y desmembrar a
mujeres para luego abandonar sus restos en la calle y después echarle toda la
culpa a nuestros enemigos políticos, con el propósito de lograr que la
ciudadanía se volviera en su contra. Siempre confiábamos que el pueblo era
suficientemente tonto y estúpido para creernos”.
Nos resistimos a creer que en la locura de
la agonía de este régimen se esté apelando a la receta de Grese, la supervisora
de prisioneros en los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau,
Bergen-Belsen y Ravensbrück, en la Alemania de Hitler, a quien
apodaban "La bestia",
"La cancerbera" o simplemente "La perra" por los
prisioneros de estos campos de exterminio a causa de su comportamiento sádico y
cruel; para perseguir a la disidencia política venezolana.
Lo dudamos, incluso, tras conocer que los
presuntos asesinos de Liana Hergueta, lo detenidos José Rafael Pérez Venta, Carlos Trejo y
Samuel Sánchez, son o fueron militantes del Psuv y que se habían infiltrados en las filas de
importantes partidos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), con el deliberado propósito de servir de
“patriotas cooperantes”, como pomposamente denominan los partidarios del gobierno a los soplones o
sapos que realizan el sucio trabajo de espiar o sabotear las actividades de sus
adversarios políticos.
Más bien creemos que el móvil de este
horrendo homicidio fue la avaricia de apoderarse del millón 340 mil bolívares
que había depositado la señora Liana Hergueta a uno de estos delincuentes
por la compra de cinco mil dólares, que nunca le llegaron entregar, en medio de
esta desquiciada economía que sufrimos en Venezuela. Es decir, un robo más, otra estafa, una cifra adicional en las estadísticas de
delitos que diariamente ocurren en este país destruido por el modelo castro
comunista.
Sin embargo lo que no debemos hacer es
quedarnos de brazos cruzados, silbando en la lomita, ante tan graves fechorías,
ante tanta maldad, ni mucho menos ante la ocurrencia del régimen de querer
achacarle a la oposición democrática venezolana crímenes de tal naturaleza. Eso
hay que contrarrestarlo con valentía y determinación.
El régimen, como se sabe, ha utilizado ese
mismo expediente de manipular graves delitos, como supuestos intentos de
magnicidios, terrorismo, paramilitarismo, vandalismo y crímenes horrendos para
perseguir a la disidencia venezolana,
algunos de cuyos líderes están presos, inhabilitados o en el exilio
precisamente por estas causas.
Así sucedió con el asesinato con un
carro-bomba del fiscal Danilo Anderson,
el secuestro y asesinato de los hermanos Faddoul, el secuestro y asesinato Filippo Sindoni, el
crimen de seis estudiantes de la Universidad Santa María en el barrio Kennedy
de Caracas, el Tiroteo con muertes múltiples y heridos en Plaza Altamira por
Joao Gouveia, el homicidio del diputado Robert Serra y su asistente María
Herrera; el fallido intento de incendio de la sede de la Fiscalía General de la
República durante las protestas del año 214, entre otros, que fueron
manipulados por el régimen para perseguir a conocidos opositores.
Eso es lo que se conoce en el ambiente
político venezolano como el “efecto descuartizador” que lo único que pretende
es desbaratar, sacar del camino,
despedazar sin escrúpulos de ninguna naturaleza a los disidentes,
vinculándolos con hechos que provocan repulsión en la ciudadanía, sin que exista
la menor evidencia que los vincule.
De manera, que así como ayer usaron casos como el Danilo
Anderson, Joao Gouveia o Robert Serra y
los otros para perseguir a quienes les estorban para continuar con el saqueo de
las riquezas del país, hoy le tocó el turno a la señora Liana Hergueta;
víctimas por partida doble de la violencia estimulada desde el más alto
gobierno.
Omar
Gonzalez Moreno
gonzalezmoreno.omar@gmail.com
@omargonzalez6
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