Respeto
el criterio de quienes piensan que contar o reclamar la violación de sus
derechos son temas aburridos o algo axial, como si se tratase de chismes
cotidianos. Estoy convencido que esta crisis tiene su génesis en la indolencia
con que la gente enfrenta los hechos cotidianos. Por mi parte, seguiré
reclamando mis derechos y cumpliendo con mis deberes, como lo hace quien sabe
que los países se desarrollan apoyados en el crecimiento de una ciudadanía
comprometida.
En
mis viajes voy observando la prestación
de los servicios: La atención de los meseros en los restaurantes, de los
recepcionistas y maleteros en los hoteles, la higiene de los baños públicos, la
cordialidad de los sobrecargos en los aviones. En días pasados fui a
Maturín, llegué al aeropuerto con las acostumbradas dos horas de
anticipación y el vuelo de ASERCA salió con el rutinario retraso. Abordé con mi
equipaje de mano, antes de llegar al puesto que me correspondía, observé que la
sombrerera estaba ocupada, por lo que procedí a colocar mi maleta en una fila
anterior. Esto molestó al sobrecargo, a tal punto que me increpó en fuerte tono. Le contesté
que mi lugar estaba ocupado y que no podía hacer otra cosa. Durante el viaje no
tuve más contratiempos, sin embargo, cuando tomé mi equipaje para descender,
una aeromoza, supongo que aleccionada por su compañero, retomó la disputa con
más intensidad que antes, pero al recibir en contrapartida el reclamo por el
retardo en la salida, ambos hicieron mutis. La función de aeromozas y
sobrecargos debe ser atender al pasajero y colaborar, no se justifica el
maltrato.
Ese
no sería el único desagrado del viaje. Cuando llegué al hotel me conseguí que en las habitaciones no había papel
sanitario. Reclamé en la recepción y la respuesta me dejó perplejo: “nosotros no ponemos papel en
las habitaciones porque los clientes deben traerlo”. Lamentablemente la escasez
de productos de higiene personal no es exclusiva de ese hotel. Recordé casi que
humorísticamente, que en nuestra
reciente estadía en el mejor hotel de San Carlos, Cojedes, cuando le solicité papel a la camarera, en
vez de suministrar uno o varios rollos como es lo habitual, procedió a dar tres
vueltas de papel en su mano. El drama es que ni siquiera se ofrece disculpa al
cliente, sino que se asume la situación como algo normal.
Lo más terrible es que nos estemos acostumbrando a
la escasez. No cuento esto para desanimar a nadie, por el contrario, los
exhorto a que nos comprometamos cada día más en el rescate de nuestra querida
Venezuela.
Para finalizar, debo agradecer al cuerpo de seguridad del estado
SEBIN por el notorio acompañamiento y escolta que nos dispensó mientras
estuvimos en Maturín.
Noel
Alvarez
noelalvarez14@gmail.com
“Gente”
Generación Independiente
@alvareznv
@beanavas
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