La ausencia de conducción política adecuada, aplicando
reglas que aseguren decisiones optimas, generan equivocaciones difícilmente de
subsanar mirando hacia el futuro. La prédica de anteponer laboratorios malsanos
para intentar transferir a la opinión pública a contrincantes como vendidos
hacia otro bando, es obra de los incapaces y jala mecates de las cúpulas.
La precampaña electoral comienza a mostrarse con
calentamiento acelerado en los diferentes bandos opositores y del oficialismo.
Las acusaciones son el elemento para mantenerse activo en los medios de comunicación.
La propuesta no figura como elemento de importancia a debatir. Lo superficial
se convierte en lo esencial, y con ello la desmotivación es la motivación para
crear abstención electoral.
Legisladores con experiencia pierden el norte y se
convierten en payasos repetidores de insensateces para culpar a otros de sus
errores y desaciertos. Llaman a los disidentes insidiosos, pero no escuchan sus
planteamientos. En el oficialismo llaman traidores a quienes se manifiestan
contra los errores, y según su percepción,
entienden que el amor es la palabra y el odio la acción. En un sector de
la oposición sucede lo mismo, a quienes opinan contrario a las decisiones de la
cúpula y se atreven a plantear cambios en correspondencia con la exigencia de
los ciudadanos les llaman divisionistas, y arremeten cual enemigo en los medios
de comunicación y las redes sociales.
En el sector de oposición gobernado por la élite
secuestradora de la unidad, hay quienes en un acto de demencia o carencia
intelectual, manifiestan que votar por la disidencia es hacerlo por el
oficialismo (laboratorio vulgar, cochino y vergonzoso), pero aprueban y apoyan
la violación de la constitución como una acción responsable y plausible,
pretendiendo esconder con la manipulación el favor que le hacen al régimen. El
quiebre moral, y el doble discurso pulula en las huestes de quienes impulsan la
polarización para mantener cuotas de poder sin vergüenza alguna. Allí el
oficialismo y ese sector de la oposición son hermanos gemelos, pudiéndose
pensar incluso, que ese sector de la oposición no es otra cosa que un factor
más de la disidencia del oficialismo.
La sociedad venezolana pide a gritos cambios y unidad en
torno a solventar problemas implantados por el actual régimen. La ausencia de
liderazgo se pretende tapar con la obediencia y el silencio cómplice.
Estrategia equivocada para renovar la autonomía institucional. La división la
promueven las cúpulas gemelas. Las alternativas son necesarias para bloquear el
chantaje y la hegemonía partidista. Los ciudadanos deciden: ¿Los cogollos o las
bases?
Josue Arturo
Molina Suarez
jarturomolina@gmail.com
@jarturoms1
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