Recientemente, una connotada revolucionaria, Maryclen
Stelling —una de los pocos de ellos a quien le reconozco inteligencia y
sensatez por montones; tantas, que debiera repartirle un poco a sus
correligionarios— remataba su artículo explicando que: “Es importante
comprender y aceptar que han cambiado las condiciones reales y simbólicas, que
el escenario no es el mismo, que hay descontento, apatía y un deterioro de la
legitimidad; que política y discusivamente se observa un desgaste y pareciera
necesario un cambio de guión”. Para llegar a esa conclusión, a lo largo de
todo su escrito, hace un recuento de las condiciones reales en las que se
encuentra el país y las sufre la nación entera.
Lo hace de forma sincera y casi completa. No hay sino que estar de acuerdo con lo que
describe y afirma. ¿En qué no
concuerdo? Y por eso escribí más arriba:
“casi completa. En que no solo hay que
cambiar el guión sino también los actores.
Eso que llaman “Socialismo del Siglo XXI” se rige (aparte
de las puntadas que le daban al difunto fallecido y le dan a su “legatario”)
por un guión que titularon “Plan de la Patria” y que cocinaron al alimón los
rojos criollos, sus mentores de la gerontocracia cubana y los comunistas del
Foro de Sao Paulo. Solo ha servido para
arruinar a la república y a sus ciudadanos, dividir a la nación en facciones
pugnaces y regalar la soberanía a otros países.
¿Cómo cambiar el guión sin relevar a los actores? Lo ideal sería que ellos mismos reconocieran
su incapacidad para sus papeles; entendieran que los abucheos de la platea
aumentan diariamente y que los aplausos de la galería son cada vez más
esporádicos y siempre menos entusiastas; aceptaran que quienes van a la función
lo hacen porque les regalaron las entradas, no por los méritos de la obra. Que
ya llegó la hora de bajar el telón y hacer mutis por el foro.
Pero eso es mucho pedirles a unos obcecados por el
poder. Y que no tienen la fortaleza de
Boves II, quien estaba imbuido del “Síndrome Solano López”, por aquello de
“muera yo con la patria”; que creía que si él no mandaba en Venezuela, esta ya
no tenía razón de existir. Y, pareciera
que por eso mismo fue que recomendó al país votar por Nicky, su “heredero”:
para que pereciera. Los actuales
mangantes no tienen ese tipo de firmeza —que era errónea, pero que el muerto
viviente la tenía, no lo neguemos. Por
el contrario, estos parecen estar muy lejos del “Síndrome de Sansón y los
Filisteos” —“me envaino yo, pero me llevo conmigo a un gentío”— y muy cerca de
la prédica del “barbarazo” porque el queso que está en la mesa también quieren llevárselo. “Caída y mesa limpia”, que llaman. Todos, cuando la cosa se les ponga chiquita,
se irán a paraísos fiscales que no tengan tratados de extradición con
Venezuela.
Uno tiene la falsa impresión de que hay mucho improvisado
tomando decisiones, porque lo que trasciende hacia nosotros son sus
chambonadas. Pero lo que hay es
demasiados arteros en la nómina. Las
pocas informaciones que han logrado evadir la “hegemonía comunicacional” nos
hacen saber de las inmensas fortunas, los obscenos lujos, las trapisondas para
meter la mano en el tesoro nacional. Hay
que entender que acciones tan diferenciadas como las del BCV emitiendo montañas
de dinero inorgánico y las “zonas de paz”, las del desaforado gasto público y
la quiebra de las empresas públicas, las de las crípticas devaluaciones y la
asociación con malandros, las de querer quebrar a la Polar y el “derribo” de
aeronaves, todas tienen como norte el enriquecimiento de los capitostes del
régimen
Por eso, doctora Stelling, es que hay no solo cambiar el
guión sino sustituir a los payasos actuales y reemplazarlos por ejecutantes,
intérpretes y figuras que puedan dar los pasos iniciales hacia la redención del
país. Cuando una persona tan
impresentable como La Fosforito, siendo ministra, aparece en la cama de un
pran; cuando una sucesión de funcionarios de Sanidad hacen contratos para
adquirir medicamentos ya cercanos a sus fechas de vencimiento, y luego los
dejan perder para justificar unos nuevos contratos; cuando nadie le ha metido
la mano a los problemas de la falta de producción en las fincas expropiadas sin
el pago previo que ordena la Constitución; cuando todo el mundo sabe quiénes
son los que reciben dólares preferenciales y luego los venden con sobreprecio
en el mercado paralelo; ha llegado la hora de relevarlos.
Eso es un proceso iterativo. Que va a comenzar con las elecciones del 6-D,
a las cuales tanto miedo les han demostrado —y por lo cual los “fieles
ejecutores” han decretado y han cohonestado inhabilitaciones de personas y
reemplazo de directivas partidistas.
Esas, por más trampas que tengan montadas, las vamos a ganar. Después, cuando llegue la mitad del período
presidencial, lo más probable es que vayamos a la defenestración del payaso que
ocupó el puesto del dueño del circo cuando este se murió. Y así seguiremos hasta que Venezuela ya no se
parezca a lo que describe el “Canto 100” de Ezra Pound: “The canker corrupting
all things … Syphilis of the State … Wart of the common-weal”…
Humberto Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt
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