El tema de las próximas
elecciones se está convirtiendo en la principal preocupación de la
"clase" política porque perciben la existencia de una lucha y una
divergencia entre ellos y las clases populares, bastando solamente reabrir la
historia reciente, para evidenciar ese distanciamiento así como los dolores y
los peligros que se ciernen sobre nuestro país.
Esos "estafadores",
abominables vividores y mentirosos de nuestra democracia, son los que lanzadas
las elecciones internas, alzaron la cabeza , ahuecaron la voz y con solemne
ademan y cara de grandes días, cumplieron con eficiencia con su
"obligación", apuntalados por comunicadores llaves (formadores de
opinión) que a través de algún medio de comunicación social, como verdaderos
corifeos del escándalo, difamaron a sus ocasionales opositores.
El ciudadano común observó el
juego de intrigas y las distintas estrategias políticas con serena sabiduría,
sabiendo, en su sencillez, que de última y fatalmente para los profesionales
del voto ("arreadores" de votantes), será el propio dueño del voto
(el mandante), el que decidirá quién será el ganador (el mandatario) y con su
determinación soberana, tanto las ambiciones personales de los abominables
tenorinos de la política, como la de sus nefastos rejuntadores de boletas,
profusos personajes de nuestra democracia, pasarán a ser hojas secas que el
viento de la historia se encargará de esparcir, haciéndolos desaparecer para
siempre junto a su frágil y deleznable armazón electoral.
Seguramente el pueblo fortalecerá
con su presencia el desierto atrio electoral, que es el recinto natural donde
deben resonar más claras, más puras y más netas, las manifestaciones del alma
nacional y le concederá el triunfo a quien mejor sepa ponerse en contacto con
el, solidarizarse con sus necesidades, con sus esperanzas, con sus anhelos, con
sus dolores, todo lo cual le permitirá al ganador tonificar con nuevos hombres,
conocedores de los secretos más profundos de la ciencia política y
familiarizados con los latidos más íntimos del corazón del pueblo, con nuevos
anhelos, con nuevas esperanzas y nuevos ideales, el escenario político
argentino.
Espero desde el corazón que en las próximas elecciones el
pueblo haga su obra y la República Argentina, salvando escollos y cruzando
tempestades, salga ilesa una vez más, para encaminarse serenamente impulsada
por el agitar de las banderas juveniles donde deberán estar representadas todas
las tendencias, todos los anhelos y también todas las esperanzas, hacia su
destino de grandeza, en donde un pueblo sobrio, hospitalario y generoso como el
nuestro, pueda trabajar sin temores y sin sobresaltos, realidad esta que solo
la lograremos a través de un elector responsable, consciente y eficaz, ante
quién yo me descubriré si en verdad aparece.
En
azul y blanco,
Hugo
Cesar Renes
hcr1942@yahoo.com.ar
@hcr1942
(candidato
a nada y preocupado por todo lo que nos está pasando)
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