Nicolás Maduro y
Tibisay Lucena no quieren observación internacional para las elecciones del
venidero 6 de diciembre de este año. El ex chofer del Metro de Caracas y la
presidenta vitalicia del máximo organismo electoral del país no desean que
algún curioso observador de algún país que no pertenezca a la llamada corriente
del Socialismo del Siglo XXI le diga al mundo entero, algo que la gran mayoría
de los venezolanos ya sabemos desde hace bastante tiempo: que en Venezuela las
elecciones no son cristalinas sino “tramparentes”.
Como toda buena
dirigente revolucionaria y socialista, Lucena ha inventado una nueva forma para
que los organismos internacionales que le convienen al PSUV y a Nicolás
Maduro, puedan estar presentes en las elecciones venezolanas. En cualquier país
verdaderamente democrático y respetuoso de las leyes, donde exista la disposición
inquebrantable de acatar la voluntad del electorado, se aceptan sin mayores
problemas los denominados observadores internacionales. El actual secretario
general de la OEA, Luis Almagro, recordó la semana pasada que esa instancia
internacional ha enviado más de 227 misiones para observar comicios en
diferentes partes del mundo.
Almagro escribió
un artículo que fue publicado en medios de comunicación de toda América Latina,
en el cual señaló que “227 Misiones de Observación Electoral (MOEs) desplegadas
en 27 países del hemisferio, desde 1962, muchas de ellas otorgando certidumbre
a situaciones impredecibles, representan un sello de marca incuestionable por
su independencia y sentido profesional (…) El valor del sello de aprobación de
la OEA es valedero tanto en la observación de elecciones con resultados
predecibles o absolutamente inciertos. Nuestras Misiones colaboran con las
autoridades electorales y con los partidos políticos para facilitar la
normalidad de los procesos electorales y actúa de acuerdo a las circunstancias
políticas y culturales de cada país”.
El artículo de
Almagro tenía, con toda seguridad, dos destinatarios muy claros: Nicolás Maduro
y Tibisay Lucena. Lo único que le faltó al escrito del secretario general de la
OEA fue colocarle el código postal del Palacio de Miraflores y del CNE. Pero
claro, Lucena y Maduro no se dieron por aludidos. Hicieron como el policía de
Mérida, se pusieron a mirar para otro lado. Maduro y Lucena no quieren
observadores, quieren damas de compañía. Este par de angelitos ni siquiera
aceptan aquel dicho popular, tan usado en las partidas de dominó, en las cuales
se asegura que los mirones son de palo.
En la Venezuela
socialista y revolucionaria, presidida “por ahora” por Nicolás Maduro,
tutoreada por un CNE rojo rojito, comandado por Lucena y defendida a capa y
espada por una cúpula militar que asegura que aquí no hay otro camino sino el
de la revolución iniciada por Chávez, la
observación internacional es poco menos que una herejía. Estos señores desearían que los observadores
internacionales fueran ciegos, y que actuaran como las damas de compañía, la
mayoría de las cuales no están para ver, sino para dejarse ver.
Los
“acompañantes” que Lucena y Maduro quieren deben actuar como los famosos ojos
de Chávez pintados en las paredes, en las franelas y colocados en miles y miles
de vallas regadas por todo el país. Esos ojos, bien lo saben los chavistas,
están por todos lados y en todas partes, pero no ven a nadie.
Lucena y Maduro
quieren, para el 6 de diciembre próximo, algo que han llamado, pomposamente,
“acompañamiento electoral”. Las señoras que están al frente del máximo
organismo comicial del país no quieren que el mundo las observe. Ellas sólo
quieren que unos pocos amigos revolucionarios, izquierdosos y socialistas, las
acompañen.
El
“acompañamiento” electoral que Maduro y Lucena desean para Venezuela, es algo
parecido al famoso e internacionalmente conocido servicio que prestan las
famosas damas de compañía. “Venezuela no
es monitoreada ni será monitoreada por nadie”, dijo Maduro luego de un
encuentro que mantuvo con el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon.
Los periodistas
que estaban en la conferencia de prensa ofrecida por el ex chofer del Metro de
Caracas insistieron en la importancia de la observación internacional para
garantizar la transparencia de las elecciones parlamentarias en Venezuela. Pero
Maduro sólo atinó a decir: “No lo aceptaremos jamás, por nadie”.
Lucena, quien
tardó 6 meses para anunciar al país la fecha de las elecciones, y quien tal parece
que ya no haya que inventar para tratar de torpedear la participación de los
candidatos de las fuerzas democráticas en los comicios del 6 de diciembre,
informó durante una rueda de prensa el pasado viernes que “tenemos un programa
robusto de acompañamiento y en esta oportunidad no va a ser de una manera
diferente”.
La presidenta del
CNE dijo igualmente que “hay como una intención o una tendencia de descalificar
lo que es un programa de acompañamiento que tiene Venezuela que es uno de los
más claros y técnicos que tiene la región (…) Aquí los que vienen son programas
de acompañamiento altamente técnicos y muy serios.”
Y para que no
quedaran dudas de la clase de acompañantes que tendremos durante las próximas
elecciones parlamentarias, la presidenta vitalicia del CNE sostuvo que “aquí vienen autoridades electorales de
África, de Europa… Además de eso vienen parlamentarios y la más técnica y
calificada que consideramos”.
Para que nadie se
llame a engaños, y entienda de una vez y para siempre, que Lucena y Maduro
manejan el mismo discurso, porque al fin y al cabo son compañeros de partido,
comparten la misma ideología socialista y sueñan en las noches con el
Comandante Eterno, la máxima cabeza visible del CNE dijo: “Esta no es una democracia tutoreada para que
vengan organismos a monitorear… Tenemos un programa de observadores nacionales
el resto son acompañantes internacionales”.
A mi
particularmente no me extrañaría que mañana o pasado, Lucena ordene a sus
subalternos en el CNE la publicación de un aviso clasificado en los periódicos
de Cuba, Bielorrusia, China o Siria, que diga más o menos así: “Se solicitan
damas de compañía para el proceso electoral venezolano. Se agradece buena
presencia. Preferiblemente ciegas, sordas, mudas, bolivarianas y socialistas”.
Gustavo Azocar A.
cafeconazocar@gmail.com
@gustavoazocara
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