"La educación es un arma
de construcción masiva". Marjane Satrapi
El jueves fue presentado un
deslumbrante trabajo de Alieto Guadagni, "La Educación Argentina en el
Siglo XXI", que describe con maestría el peor drama que nos afecta y que
marcará a fuego el futuro, salvo que tomemos, ya mismo, el toro por las astas.
No he oído a los candidatos hablar del tema; consecuentemente, no sé qué
pretenden hacer al respecto pero, hasta que todos los slogans y las políticas
populistas sean desterrados de la mente de padres, profesores y maestros,
cualquier decisión que adopten para corregir el rumbo de desastre será
rechazado por una sociedad que, como bien señaló Guillermo Jaim Etcheverry, no
está insatisfecha al respecto.
Porque éste, el populismo, está
en el origen de todos nuestros males, y en los de muchos países, en especial en
América Latina, y se ha transformado en el verdadero verdugo social de nuestros
pueblos; como comunidad, repudiamos fuertemente las violaciones a la
Constitución y a las leyes, pero nada hacemos por impedirlas y, menos aún, para
evitarlas. Las elecciones celebradas en estos meses demuestran cuán profundo ha
calado ese mal entre nosotros, a punto tal de obligar al más fuerte candidato
de la oposición a efectuar un giro en su discurso, que luego le resultó difícil
aclarar.
Es que, a pesar de la
experiencia que hemos acumulado al respecto, la mayoría sigue pensando que un
Estado elefanteásico es la panacea universal, y que cuanto más fuerte sea su
participación en la economía y en nuestras vidas cotidianas mejor nos irá; así,
la estatización de la porción mayoritaria de YPF, la absurdamente deficitaria y
corrupta administración estatal de la privada Aerolíneas Argentinas o la
arbitraria destrucción -y la confiscación de fondos que fue su consecuencia-
del sistema privado de jubilaciones reciben un marcado apoyo de la opinión
pública. Me parece que ni la renovada utilización de la petrolera para suplir
la escasa posibilidad del Estado de endeudarse en los mercados voluntarios de
crédito y transferir su resultado a la Tesorería, ni el desastre producido por
la conducción no profesional de la línea de bandera, ni el saqueo de los fondos
previsionales de la ANSES, han influido en esa vocación estatista y suicida.
Para ratificarlo, basta con
observar la falta de una reacción colectiva frente al ilegal uso de Fútbol para
Todos para hacer publicidad del Gobierno a un costo sideral, al inusitado
aumento de los combustibles desde que se concretara la expropiación de YPF, a
la cancelación de innumerables vuelos durante las vacaciones de invierno o al
verdadero disparate de conceder de salarios a los presos -$ 600 millones por
año, cuando en los países avanzados deben pagar por la comida- que, como es
sabido, ya superan los montos de las jubilaciones mínimas, que cobra el 80% de
los pasivos, y son abonados con fondos que pertenecen a éstos, a los cuales se
les niega el pago del 82% móvil mientras se apelan ad infinitum las sentencias
que los favorecen.
El ya demostrado fracaso de la
aplicación permanente de medidas populistas por parte del Gobierno, no ha
resultado óbice para que la aprobación de la gestión más corrupta que recuerde
nuestra historia mantenga un piso firme del 30%. Se puede explicar por la
profusión de planes sociales, por cierto cada vez más míseros, que se
distribuyen para garantizar ese apoyo electoral pero, como dice Guadagni, todos
debiéramos tomar conciencia de que estamos condenando a las capas inferiores de
la sociedad, por generaciones, a la pobreza estructural, por la falta de una
educación de calidad que permita salir de ella en un mundo que, cada vez más,
vincula instrucción con salario.
Al contemplar los spots de campaña
de Daniel Scioli y, en especial, los que hacen hincapié en la educación y en la
salud, cuando es sabido que han literalmente colapsado desde que asumiera el
gobierno en la Provincia de Buenos Aires, tanto como se han incrementado su
increíble e injustificable riqueza personal y la inseguridad y el tráfico de
estupefacientes, resulta aún más penoso que el sector más sumergido en esas
problemáticas -el segundo y el tercer cordones del Conurbano- sea todavía una
cantera inagotable de votos para el oficialismo. Macri, en cambio, puede
exhibir importantes mejoras en esas materias, y la prueba es la enorme cantidad
de habitantes del primer cordón que trabajan, se curan, estudian y hasta se
divierten en la Ciudad Autónoma, y esa comparación asegurará su triunfo.
Ayer entró en vigencia el nuevo
Código Civil y Comercial, que modifica fuertemente las relaciones personales y
familiares. Analizando dichos cambios recordé un párrafo de la última y
sobrecogedora novela de Michel Houellebecq, "Sumisión", que describe
a Francia en 2021: "El individualismo liberal podía llegar a triunfar si
se contentaba disolviendo las estructuras intermedias que eran las patrias, las
corporaciones y las castas pero, si atacaba a esa estructura última que era la
familia y, por lo tanto, a la demografía, firmaría su fracaso final; entonces
llegaría, lógicamente, el tiempo del islam".
Dentro de una semana, los
argentinos volveremos a las urnas para votar en las PASO de todos los partidos;
las inmensas boletas no sólo contendrán el nombre de los candidatos a los
mayores cargos de cada administración sino que, además, incluirán a quienes
aspiran a ser consagrados representantes ante el "Parla-sur", que
comenzará a funcionar en 2020 pero cuyos integrantes comenzarán a percibir los
impertinentes emolumentos -US$ 7.000 mensuales, más viáticos- a partir de su
elección, amén de recibir la extraña protección de fueros en todos los países
que conforman el vacío y fracasado Mercosur. También en este punto llama la
atención la falta de reacción de la ciudadanía, que debiera estar exigiendo a
todas las formaciones políticas que esos candidatos renuncien, a priori y como
ya lo hizo Mariana Zuvic, a esos inexplicables y costosos privilegios que sólo
sirven para proteger a los delincuentes.
En octubre volveremos a las
urnas y, una vez más, el destino de la Argentina estará exclusivamente en
nuestras manos. Espero que, al menos en esa oportunidad, ejerzamos el derecho y
el deber de elegir en forma responsable y dejemos de votar a quienes dedican su
tiempo a ejercer el populismo para expoliar al país y engrandecer su fortuna,
porque nos va la vida en el empeño.
Enrique Guillermo Avogadro
ega1@avogadro.com.ar
@egavogadro
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