Pase lo que pase lo importante es seguir. Recoger los inhabilitados y poner nuevos soldados al frente
Comienza la precampaña electoral y siguen embrollos y
confusiones, aunque esto no se refiere al gobierno, que lo único que hace es
campaña. Repartirán millones este año, pero el gasto público irracional es como
la heroína: entretiene en el momento y mata después. Y los resultados serán
cada vez más nocivos para sus consumidores y para el país: mientras más
bolívares arrojen para comprar los muy escasos bienes en existencia, mayor
inflación. Hay que prevenirse de anzuelos que la inteligencia cubana arroja a
las aguas para que muerdan los peces opositores más inhábiles. En este momento,
su juego consiste, como en Irán de comienzos de los 2000, en usar los
organismos del Estado para obstaculizar que se presente las planchas
parlamentarias de la alternativa y forzarla a abandonar el camino.
Imposición atropellada de la paridad femenina,
inhabilitaciones descabelladas, manipulación de pequeños partidos, acusaciones
estrafalarias, y es de prever que vengan cosas peores. No habría que extrañarse
por la detención de uno o varios jefes políticos. Pero pase lo que pase lo
importante es seguir. Llorar y vestir al muerto. Recoger los inhabilitados y
poner nuevos soldados al frente.
Enfrentar el abstencionismo inducido, con el
que pretenden impedir que se conforme la nueva mayoría. A diferencia de la metafísica,
las mayorías electorales no son entes que preexisten, que yacen en un
yacimiento, y solo son reales en el momento electoral, producto aleatorio de un
laborioso proceso de construcción, y hasta ese momento pueden variar
repentinamente. Por eso es necio afirmar "somos mayoría" hasta que no
esté contabilizado el último voto.
49,5% NO ES CUALQUIER COSA
Otro elemento poderoso de la intriga abstencionista es
"el fraude" que apela a elementos reales, pero oculta parte
sustancial de la realidad: que la candidatura disidente sobrepasó 49% de los
electores en 2013. De haber sido un resultado prepago, como mienten,
confortable habría sido ponerle 35 o 40% para evitar el escándalo, los efectos
desestabilizadores, el debilitamiento del triunfo y de la imagen del gobierno.
Quedaron en entredicho por ese resultado, pero gracias a la cadena de
disturbios de 2014, superan el fantasma de la precariedad y las ironías sobre
su origen electoral, y ante los suyos el gobierno comenzó a verse como el duro,
triunfador sobre un levantamiento (irreal), un Chávez el 13 de abril. Fue un
mega pote de humo que administraron brillantemente. Con ese CNE y pese a él se
ganaron las parlamentarias de 2010, 8 gobernaciones y la Alcaldía Metropolitana
en 2008, que muchas se perdieron cuando las clases medias volvieron a
abstenerse con su mohín despectivo.
Se triunfó nada menos que en Miranda y Barinas-capital.
El factor decisivo para garantizar los votos es una maquinaria eficiente de
testigos de mesa, transporte, logística y respaldo, y hasta hoy esa ha sido una
falla. Equivocado fue concentrar la campaña en un conjunto de municipios
urbanos donde era muy posible ganar como ocurrió, para perder la elección por
efecto de los pequeños. El poder esparce la maraña de que el CNE es la guillotina
electrónica, como si el fraude electoral hubiera nacido con las máquinas de
votación. Un "experto" pirata afirma rotundamente y con plena
irresponsabilidad que "en ningún país democrático hay voto
electrónico", aunque existe en EEUU, la India, Brasil, Filipinas, Bélgica,
entre las democracias más grandes, y avanza en Perú, Bolivia, Ecuador,
Colombia, Panamá y otros.
REBELIÓN DE LAS MÁQUINAS
Casi 30% de los electores del planeta votan con máquinas.
La gran historia del fraude se escribió con sistemas manuales. México, otrora
"la dictadura más perfecta", fue por 70 años el arquetipo, sin
máquinas de votación. La trapisonda en Florida contra Gore en 2000, fue en
conteo manual. La automatización electoral en Venezuela es la mejor noticia para
quienes enfrentan a los que pueden usar la administración pública como aparato
electoral. Hasta la náusea se repite la tonta tontería de que dictaduras no
salen con votos, que revela ignorancia, superficialidad y filibusterismo. El
dramático rescate de las democracias latinoamericanas durante los 80s y 90s, y
en el pétreo comunismo, se hizo en procesos electorales controlados por las
dictaduras. En Bolivia después de casi 20 años de autocracia, Siles Zuazo gana
las elecciones de 1980. En 1981 en Ecuador triunfó el líder democrático Jaime
Roldós.
En Argentina se agrieta la hegemonía militar y en 1983
Raúl Alfonsín triunfa electoralmente. En 1984 el jefe opositor brasilero
Tancredo Neves ganó consulta de segundo grado en el Congreso. En Polonia
Solidaridad aplasta en 1988 al general Jaruzelski, y la oposición obtiene 100
de los 100 escaños del Senado y 160 de los 161 diputados. ¿El despotismo
chileno se desploma con el triunfo del NO en el plebiscito de 1989 o eso es una
fantasía electorera? En 1990 Rusia elige a Boris Yeltsin y un año después él
disuelve la Unión Soviética. Ese año en Nicaragua, Violeta Chamorro, con el
apoyo de Carlos Andrés Pérez paseó a Daniel Ortega, y en Hungría en los
comicios barren las fuerzas renovadoras. En 2000 finaliza la dictadura perfecta
de México setenta años, cuando el PAN le da el varapalo con Fox; y en Perú el
Congreso destituye a Fujimori colapsado por el fraude que quiso hacerle a
Toledo.
Carlos Raul Hernandez
carlosraulhernandez@gmail.com
@carlosraulher
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