sábado, 29 de agosto de 2015

ALFREDO SCHMILINSKY OCHOA, EL AZOTE DE NUESTRO PAÍS, COLOMBIA UNA DESGRACIA, ARTICULISTA DE APORREA

Carta a una amiga:

Y no es que seamos regionalistas, querida amiga, sino que amamos y queremos lo nuestro de la misma manera que cualquier persona ama y quiere lo suyo. Lo que sucede es que Colombia se ha convertido desde siempre en una desgracia para nuestro país. Desde el atentado contra el Libertador hasta nuestros días, no ha dejado de ser, en todos los sentidos que te puedas imaginar, una peligrosa amenaza para Venezuela -¿recuerdas lo del Caldas?-. Y además de eso, profundamente desagradecida. Porque, como lo reseña García Márquez en "El General en su Laberinto", cuando Bolívar, después de haber entregado la presidencia de ese país y ya profundamente minado por la tuberculosis regresaba a Cartagena con la idea de marcharse a Francia, la gente de los pueblos por donde pasaba se le acercaba para gritarle en actitud amenadora "longanizo, longanizo".

Desde entonces, Colombia no ha hecho otra cosa que agredirnos. Desde allá nos envían todas las formas posible de delincuencia, desde la trata de blancas, pasando por extorsión, narcotráfico, contrabando de extracción, secuestro, asesinos, narcotráficantes, paramilitares -de allá vino el asesino de Robert Serra y de allá también salieron los disparos que mantienen entre la vida y la muerte a abnegados oficiales de nuestro ejército-, etc., hasta esta invasión silenciosa que ha colapsado todos los servicios. Aquí no se puede hacer nada en beneficio de nuestra gente, porque entonces también ellos se aprovechan de lo que se haga en ese sentido. Lo cual no tendría nada de particular si eso no tuviera consecuencias muy negativas para el país, pero las tiene. Y te voy a poner dos ejemplos solamente: la gasolina, cuyo bajo precio se supone que se mantiene para beneficiar a los nacidos aquí, quienes por lo demás, son sus legítimos dueños.   

¿Pero qué sucede? Que atraídos por la posibilidad de obtener jugosas ganancias, sacan ilegalmente y en cantidades bastante considerables el carburante hacia su país. En estos días descubrieron cerca de la frontera un depósito con no recuerdo qué enorme cantidad de toneladas de este derivado del petróleo. Esto, por supuesto, obliga a PDVSA a aumentar las inversiones a fin de que el mercado nacional no se quede desabastecido. Pero el problema no es sólo el aumento de las inversiones y la producción, que de por sí es oneroso tanto para la empresa como para el país, sino que ese aumento, en vista del bajo precio con el  que se comercializa la gasolina, en ocasiones origina pérdidas significativas a la nación. Lo cual, para impedir que esto siga ocurriendo porque es insostenible, tendrá que obligar a las autoridades a elevar en cualquier momento el precio del combustible. Y si esto ocurre ¿quienes serán los perjudicado? Los pendejotes de siempre. Y esto para no hablar del robo de vehículos, porque es de todos conocido que gran parte del parque automotor de Colombia está integrado por vehículos robados en Venezuela. Y no han valido los reclamos de nuestros gobiernos al de Colombia para que ayude al control de esta sangría vehicular porque se han hecho los locos, contribuyendo de esta manera, con su indiferencia cómplice, al incremento de este flagelo.

    El otro ejemplo se refiere aI IPASME, es decir, el organismo que se encarga de la salud de los maestros y demás empleados del magisterio. Este establecimiento se mantiene gracias a los aporte económicos cada vez más elevados de los docentes y el estado. Sin embargo, hace como cuatro o cinco años fue abierto al público en general, contribuya o no con su mantenimiento. ¿Qué ocurre con la mala idea de haber convertido el IPASME en un hospital público? Veamos lo siguiente: supongamos que un maestro que vive en San Francisco, es decir, a varios kilómetros del centro asistencial, tenga necesidad de acudir al médico para tratarse una enfermedad cualquiera. Resulta que después de haberse levantado como a las 5 de la madrugada y haber hecho varios trasbordos de vehículos -aquí el transporte público es un desastre-, cuando finalmente llega a su destino se encuentra con que todas las cuotas de pacientes correspondientes a cada médico ya están copadas. Y si revisas quienes son los que ocupan esos puestos, te encontrarás que son maestros, venezolanos y también colombianos. Esta misma situación se repite en el Seguro Social, que también convirtieron en un hospital público, con evidente perjuicio psrs los asegurados. Que vaina es esa, que el no paga tiene los mismo derechos que el que sí lo hace. ¿Dónde diablos se ha visto eso?

Pero si todo lo dicho es grave, el despojo de nuestro territorio es mucho más grave aun. Y tan grave ha sido que la península de la Guajira, que había sido nuestra sin discusión ninguna, hoy, debido a la amenaza y coerción militar que la gente de al lado ha utilizado contra nosotros, se han apoderado de ella casi por completo. Apenas nos han dejado una pequeña franja que es lo que aun permite que ejerzamos una precaria jurisdicción sobre el Golfo de Venezuela. Y sin embargo, no conforme con lo que nos han quitado, todavía tienen la insólita desfachatez de insistir en que el Golfo, que es por donde sale nuestro petróleo hacia el exterior, también es de ellos, al punto de que como lo llaman es el "Golfo Coquivacoa".  Así corresponden a nuestra generosidad para con sus nacionales residenciados aquí, a quienes, con un gran sacrificio de nuestra parte, hasta pensiones les estamos regalando,  Y aquí quiero decirte algo verdaderamente insólito. Telesur, cuando informa acerca de las conversaciones de paz entre la guerrilla y el gobierno de ese país, el mapa que utiliza para ilustrar la información es elaborado por los propios colombianos. En ese mapa, como tenía que ser, la pequeña franja de la que hablamos desaparece casi por completo. Por lo que según el documento cartográfico toda esa área incluyendo el Golfo es de la "hermana" república de Colombia.

La verdad es que el único gobierno que le ha dado un "parao" a los continuos atropellos del vecino país contra Venezuela fue el General Marcos Pérez Jiménez. Si no hubiera sido por este patriota de verdad, el Golfo de Venezuela se estaría llamando en estos momentos "Coquivacoa" y tendríamos que estarle pagando un canon a los colombianos para que nos permitieran sacar por allí nuestros hidrocarburos. En este sentido, es pertinente recordar la bochornosa "Hipótesis de Caraballeda". Hipótesis mediante la cual el gobierno del despreciable Luis Herrera Campins, con el apoyo de la alta oficialidad de las fuerzas armadas, las fuerzas vivas, la iglesia católica y los partidos políticos del estatus, Acción Democrática, Copey, URD y otros,  habían acordado la entrega de nuestro Golfo. Sólo faltaba informar sobre lo ya decidido a la oficialidad media y baja del ejército. Y no había terminado de hacerlo el apátrida presidente en Caraballeda, cuando un estruendo producido por el zapateo de los dignos soldados allí reunidos lo obligó a interrumpir la lectura del documento y salir apresuradamente del lugar. Acerca de este vergonzoso episodio, publicamos un artículo en Aporrea titulado "La Hipótesis de Caraballeda".

Nota: A Mario Silva, según unas declaraciones emitidas el sábado pasado en su programa, le parece perfectamente normal el desplazamiento masivo de colombianos hacia nuestro país. Y el argumento que utilizó para justificar su posición en favor de ese aluvión de personas, fue que esa gente viene huyendo del miseria. Bueno, a quien esto escribe no le parece muy afortunada esa declaración. Entre otras cosas, porque si se aceptara que todo el que viva en la miseria en Colombia debe venirse para Venezuela, entonces tendríamos que acoger a más de media Colombia en nuestro país. Si se tratara de personas que vinieran huyendo de una guerra generalizada que pusiera en peligro sus vidas, entonces por razones humanitarias tendríamos que aceptarlas, pero en calidad de refugiados. En ese caso se reservaría una zona del país donde serían concentrados y bajo la supervisión de organismos internacionales como las Naciones Unidas, por ejemplo, Pero no así, de manera desordenada y atraídos solamente por las pensiones que aquí se les dan a los venidos de la "hermana" República.

Esta inmigración lo único que hace es crear cordones de miseria, que luego van a servir de refugio a toda clase de delincuentes y para colapsar los ya deficientes servicios públicos. Para apreciar la magnitud de este problema basta saber que casi un quinta parte de la población de este país está integrada por gente venida del vecino país. Este, señor Silva, es un lastre que más que ayudarnos nos perjudica enormemente.

alfredo schmilinsky ochoa
alfredoen_schmili@hotmail.com   

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