Aunque el gobierno niegue las cifras y en Venezuela no
tengamos estadísticas confiables, el pueblo siente la escasez en el estómago y
la inflación golpea a los más pobres, no hay que ser economista para ver la
tragedia. Así las cosas, resulta positivo que uno de los líderes más
importantes del país invite a debatir la situación económica y presente una
propuesta a los venezolanos, además es algo que la población estaba esperando
pues buena parte de ella percibe que ni el gobierno aporta soluciones, ni la
oposición tiene un plan para enfrentar la crisis.
En efecto, el gobierno no enfrenta el
problema sino que pretende hacer creer que no hay escasez sino guerra
económica, no hay inflación sino especulación de la oligarquía y la derecha, no
han fracasado sino que son víctimas de una conspiración. En fin, la gente no ve
al gobierno ocupado de sus problemas, siente incertidumbre y una terrible
angustia con relación al futuro. Muy
pocos creen que Nicolás Maduro sea capaz de superar la crisis, al contrario.
Por otra parte, no es que la oposición carezca de ideas o
propuestas sino que no ha logrado comunicarlas eficazmente; en parte por el
cerco mediático que ha impuesto este gobierno -muy eficiente en esas lides-
pero sobre todo por las grandes limitaciones de la oposición para actuar de
manera unitaria. Usualmente, lejos de
cohesionar fuerzas, vemos a algunos opositores descalificando y agrediendo a
quienes están en la misma acera.
Hoy
salen raudos a atacar a Henrique Capriles, en vez de saludar el debate y
aportar su opinión con sentido constructivo, sin mezquindad. El país se cae a
pedazos y algunos están en una sórdida competencia personal. Sin duda, Capriles ha planteado un debate que
el gobierno necesita silenciar para evadir su responsabilidad y algunos
opositores procuran descalificar en beneficio de su ego y sus intereses
facciosos.
Calificar la propuesta de Capriles como
"populista" porque plantea un aumento del 50% en sueldos y salarios,
es no comprender el drama que hoy viven vastos sectores para alimentarse, es
desconocer el impacto real de la inflación en la economía familiar y obviar que
para reactivar la economía hay que elevar la productividad –cierto- pero es imprescindible
incrementar la capacidad adquisitiva de la población, de lo contrario ¿Quién va
a comprar lo que produzca el país?
Por
supuesto, nadie puede pensar en elevar los salarios, sin generar las condiciones para ello:
reorientación del gasto público, incentivos fiscales a las empresas para
compensar esa inversión social, seguridad jurídica y estímulo a las
inversiones, un fondo de financiamiento a la pequeña y mediana industria, revisión de la deuda pública, frenar la
regaladera de petróleo, etc. Incluso,
aumentar la gasolina para financiar en la coyuntura un "bono de
productividad" a las empresas, con lo cual podrían cubrir el incremento
salarial.
En fin, pueden surgir miles
de ideas para construir viabilidad a la propuesta, lo que resulta estúpido es
negar al país el derecho a percibir una justa remuneración o creer que tal
aspiración supone el cierre de las
empresas que hoy sobreviven a la marabunta roja. Calificar de
"populista" la propuesta de Capriles es desconocer que la economía
debe estar al servicio de la gente y que no basta con los indicadores
macroeconómicos sino que es necesario comprender la compleja realidad
social… ¡Pa'lante Henrique!
Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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