Quienes
nos dedicamos a la educación, a veces perdemos de vista que debemos educar al
hombre completo y no solo llenar su cabeza con la información que contienen los
libros. Nuestra misión no es formar eruditos, si por ello entendemos
intelectuales que saben un poco de todo, pero que no profundizan en nada.
Sabremos
apuntar nuestros esfuerzos pedagógicos a lo principal, distinguiéndolo de lo
accesorio. Enseñaremos no solo a producir y a ganar, sino sobre todo, a vivir.
Decía Whitehead que la educación tiene dos mandamientos: 1) No enseñar demasiado y 2) Lo que se enseñe, enseñarlo a fondo. Es una síntesis maravillosa de lo que es educar.
No
es lo mismo ser un buen profesional, que un profesional bueno. La diferencia
está en que un buen profesional es alguien bien preparado y competente para
desempeñar su tarea. Por ejemplo, un buen médico. El profesional bueno añade a
su eficacia profesional unos rasgos que lo hacen valioso por su conducta, por
sus costumbres, por su personalidad.
El
profesional bueno debe ser también un buen profesional. No tendría sentido, ser
bueno como persona, si a la vez no se capacita para ser un especialista eficaz
en lo suyo, es decir, dominar una técnica para la que se preparó durante años.
Doy
un ejemplo que puede clarificar cuanto venimos afirmando. En un examen de
ingreso a la facultad de Medicina le plantearon a los aspirantes el siguiente
dilema: usted no está seguro sobre si debe operarse o no, y le presentan dos
cirujanos para escoger, ¿a cuál escogería? El primero es un profesional
competente pero deshonesto y el segundo un profesional honrado, pero
incompetente.
Un
estudiante contestó: Si se trata de decidir si me hago o no la operación
escogería al honrado. Una vez decidido a operarme, escogería como cirujano, al
competente. Respuesta astuta pero errónea, porque supone que basta con ser
"honrado" para ser buen médico. Y supone también que basta con ser
"competente" para ser un buen profesional. Y ambos presupuestos son
falsos.
Hoy
día las universidades, -salvo raras excepciones-, ponen mayor énfasis en la
preparación técnica y descuidan la formación humana de sus alumnos. Se omiten
de los programas las materias humanísticas, que convierten alestudiante en
persona y les enseñan a tratarlas como tales.
No
se conforman con que domine las últimas técnicas de su especialidad, sino que
le enseñan a valorar la persona global, como ser humano. El
especialismodisgrega a quien lo ejerce y a quien lo sufre. Nos ha llevado a
formar un profesional que sabe mucho de poco, pero no tiene la visión de
conjunto. Y eso, se nota.
Oswaldo
Pulgar Pérez
opulgarprez6@gmail.com
@OswaldoPulgar
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