Los
venezolanos fuimos bendecidos por la providencia proveyéndonos de casi todas
las riquezas, sin embargo, pareciera que el gran creador se propuso equilibrar
la balanza dotándonos de una “raza” muy especial llamada “gobierno venezolano”,
que se ha encargado de secuestrar las riquezas naturales, disponiendo de ellas
y distribuyéndolas inequitativamente a su real saber y entender. A pesar de las
grandes asimetrías económicas existentes, el tema de una hambruna, siempre se
ha percibido lejano en nuestro país. Sin embargo, hechos recientes, me llevan a
pensar que este flagelo está frente a nuestra puerta y a punto de poner sus
nudillos en ella.
En
mi último viaje a Barquisimeto, presencié dos hechos que me impresionaron. Luego de
descender del avión, después de pasar 5 horas en el aeropuerto, fuimos a
comer pollo en brasas. Mi primera sorpresa fue en la cola para comprar el
ticket, detrás de nosotros, unas personas, vestidas medianamente, hacían su
presupuesto para comer. La familia estaba compuesta por dos adultos y dos niñas. La señora le confesó a su esposo que
la plata solo les alcanzaba para comprar
tres piezas de pollo.
Ese
lugar todavía me reservaba otra sorpresa;
hicimos nuestro pedido y nos sentamos a la mesa a consumirlo. Mientras
comíamos noté que unas personas nos miraban fijamente. Dada la inseguridad
reinante en el país, pensé que podrían atracarnos. No habíamos terminado de
comer, cuando las personas se abalanzaron sobre nuestros platos para recoger el
sobrante. Nos contaron que con eso harían una sopa para cenar toda la familia.
No lo podía creer, quedé fuertemente impactado, preocupado por la situación.
¿Cuántos más estarán pasando hambre?
Cuando uno presencia situaciones como ésta, recuerda lo que le han contado que pasaba en el Chile en los años setenta. En algunas ciudades la gente se reunía y aportaba una cuota, en dinero o especies, para hacer sancochos comunitarios que les permitía sobrellevar el hambre y escasez que vivía ese país en esa época. Recientemente recordamos la tragedia que vivió el pueblo argentino, durante su ultima gran crisis económica: las personas de escasos recursos deambulaban por las calles, registrando las bolsas llenas de basura, intentando localizar entre los restos de comida, algo medianamente útil que les permitiera sobrevivir.
El
fantasma del hambre se acerca a pasos
agigantados y por más que trato, no veo que el pitcher esté haciendo algo para
ganar el juego, Para enfrentar situaciones tan extremas, el pueblo convertido
en manager se ve en la necesidad de pedirle la bola al lanzador, por su
incapacidad de poner out a los bateadores.
Noel
Alvarez
noelalvarez14@gmail.com
“Gente”
Generación Independiente
@alvareznv
@beanavas
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