domingo, 26 de julio de 2015

MILOS ALCALAY, LA MENTIRA COMO POLÍTICA DE ESTADO

A pesar de la incesante propaganda política del oficialismo intentando presentar a una Venezuela como si se tratara de “la mejor democracia del mundo” la reciente visita de los Senadores españoles, encabezada por el Senador Dionisio García Carnero y del Senador Uruguayo Pablo Mieres,  confirman la opinión que ya antes habían constatado destacadas personalidades como Ex Presidentes y Senadores del mundo. Es que ya resulta imposible esconder los rasgos característicos de 16 años de un Gobierno que con una radicalización cada vez más grave, ha ido generando como resultado una crisis humanitaria de alcances preocupantes, al ahondar la ingobernabilidad, la violencia, la corrupción, la represión, la ineficacia y la mentira como política de Estado.

En relación al “Imperio de la Mentira” como práctica usual, en la medida en que el deterioro es inocultable debido a las inmensas colas frente a auto mercados y farmacias, o el colapso hospitalario, o la multiplicación de los nuevos “gulag” para encarcelar a disidentes; se han visto obligados a sumarle otros mecanismos adicionales a las interminables cadenas a las que nos tenia acostumbrado el Comandante Eterno, para abrirle las puertas a múltiples voceros del régimen Maduro-Cabello quienes en su afán de protagonismo llenan los espacios de radio y televisión del Estado con declaraciones en las que el insulto, (contra nacionales y extranjeros por igual), la mentira, el desenfado, la torpeza, son los parámetros de sus diarias declaraciones.
Vaclav Havel definió con lucidez este tipo de actitudes durante la era del Socialismo del Siglo XX que se aplica al pie de la letra a nuestra realidad: “Dado que el régimen es cautivo de sus propias mentiras, debe falsificar absolutamente todo. Falsifica el pasado, falsifica el presente y el futuro. Falsifica las estadísticas. Finge respetar los derechos humanos y finge no procesar a nadie…”
Basta con que algún crítico se atreva a disentir de la “verdad” oficial, para recibir insultos o amenazas como respuesta. Esta semana –como ejemplo personal- recibí una nueva andanada de agravios en los que el máximo responsable del dialogo parlamentario arremete con un lenguaje de malandro en su programa semanal “Con el Mazo Dando”. Después de sus habituales agravios  tiene la osadía de atribuirme falsamente que afirmé que el “Esequibo es de Guyana”. La razón de esta agresividad y desprecio, se debe a que me he atrevido a denunciar los errores de la errática posición del actual gobierno que pecó por defecto al silenciar durante lustros el avance de Guyana con actuaciones de posesión del Esequibo; a un cambio de 180 grados en los que por razones electorales o por descontento militar, se van al otro extremo. En ambos casos, ponen en peligro la histórica reivindicación venezolana. El silencio fue grave, pero ahora, la dialéctica de la confrontación, unida a la internacionalización del conflicto y la ideologización al caricaturizar la reivindicación fronteriza lanzando sus ataques contra la Exxon y no contra la decisión de los Gobiernos de Guyana, lo que hace es alejar una solución negociada, permitiéndole a Guyana invocar una de las clausulas del Acuerdo de Ginebra que es recurrir al Tribunal Internacional de Justicia en La Haya, que se había logrado obviar al defender los mecanismos de solución pacífica y negociada del diferendo.
Este tipo de recomendaciones que deberían ser consideradas como aporte en la definición de una Política Fronteriza de Estado, es descalificada con los insultos propios del “Imperio de la Mentira” que exige la incondicionalidad que pretende obligar a todos a seguir las torpezas. Pésima y peligrosa práctica.
Milos Alcalay
milosalcalay@yahoo.com
@milosalcalay

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